
Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: Brad Peyton
Guión: Leo Sardarian, Aron Eli Coleite
Intérpretes: Jennifer Lopez, Simu Liu, Sterling K. Brown, Gregory James Cohan, Abraham Popoola, Lana Parrilla, Mark Strong, Briella Guiza, Adia Smith-Eriksson, Logan Hunt, Jared Shimabukuro, Ashley J. Hicks, Paul Ganus, Zoe Boyle, Howland Wilson
Fotografía: John Schwartzman
Montaje: Bob Ducsay
Música: Andrew Lockington
Duración: 118 minutos
Año: 2024
Plataforma: Netflix
5 puntos
LO DRAMÁTICO IMPONIÉNDOSE A LA AVENTURA
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
El tema de la Inteligencia Artificial ya ha sido transitado infinidad de veces por Hollywood en las últimas décadas, pero los avances científicos y tecnológicos que se revelan a cada rato pareciera darle nueva vida. Por eso no sorprende que aparezca Atlas, reciente lanzamiento de Netflix, para tratar de abordarlo desde la acción, pero también desde el drama personal, aunque sus resultados están lejos de ser estimulantes, en buena medida porque le cuesta aportar ideas originales.
Más que la presencia de Jennifer Lopez -una intérprete muy capacitada, pero que suele elegir proyectos entre discretos y mediocres- o la de algunos nombres interesantes en el reparto, como Sterling K. Brown y Mark Strong, lo que generaba esperanzas en la película era que detrás de cámara está Brad Peyton. Estamos hablando de un artesano que supo encadenar un puñado de colaboraciones ciertamente entretenidas con Dwayne Johnson en Viaje 2: la isla misteriosa, Terremoto: la falla de San Andrés y Rampage: Devastación, en los que mostró inventiva visual y sentido de la aventura. Pero en Atlas mucho de eso -más lo segundo que lo primero- está ausente, reemplazado por una solemnidad y dramatismo bastante pesados, en un relato que por momentos se toma todo demasiado en serio.
Porque es cierto, la humanidad se juega su supervivencia luego de que una entidad de Inteligencia Artificial llamada Harlan (Simu Liu) la ha colocado como blanco y culpable de todos los males, por los cual está decidido a acabarla. Tampoco puede eludirse que la protagonista, Atlas (Lopez), que tiene un traumático pasado vinculado con Harlan, debe participar, a regañadientes, de una expedición militar para acabar con él, quien se ha refugiado en un distante planeta. Y que, cuando enseguida la misión sale mal, no le quedará otra que establecer un lazo casi simbiótico con otro exponente de la Inteligencia Artificial llamado Smith (voz de Gregory James Cohan), que supuestamente es más benévola. Sin embargo, tampoco es menos cierto que todo el planteo es lo suficientemente enredado y disparatado para ser tomado con algo de liviandad y entregarse a la diversión.
Pero no, durante la mayoría de su metraje, Atlas se centra en exceso en los miedos, la paranoia, la culpa y la melancolía de su protagonista, que no quiere saber nada con la Inteligencia Artificial, siempre esperando lo peor y es una adicta al café. Es un personaje casi paródico -por momentos es una mixtura entre la Carrie Mathison de Homeland y el Will Ferrell de Pateando y gritando-, pero al que Lopez pretende convertir en un ser entre trágico y desgraciado, con una actuación muy, pero muy intensa. Recién cuando el film profundiza en la relación que ella establece con Smith es que gana dinamismo y vigor, ayudado además por algunas secuencias de acción y efectos visuales bastante logrados, aunque no precisamente originales.
Eso sí, el envión del último tramo no alcanza a salvar a la película, en parte porque, cuando tiene que resolver el conflicto entre humanos y máquinas, no puede salir de lo explicativo y sentencioso. Atlas está por encima de otros tanques de Netflix demasiado volcados al gigantismo, pero igual le falta creatividad estética y narrativa, y, principalmente, sentido de la diversión. Es otro producto efímero, que incluso se sobreestima a sí mismo.
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