Título original: The good mother
Origen: EE.UU.
Dirección: Miles Joris-Peyrafitte
Guión: Madison Harrison, Miles Joris-Peyrafitte
Intérpretes: Hilary Swank, Olivia Cooke, Jack Reynor, Dilone, Norm Lewis, Madison Harrison, Hopper Penn, Karen Aldridge
Fotografía: Charlotte Hornsby
Montaje: Taylor Levy, Damian Rodriguez
Música: Eric Slick
Duración: 90 minutos
Año: 2023
5 puntos
ASUNTO DE FAMILIA
Por Patricio Beltrami
Durante los últimos años se han visto cada vez más películas y series cuyos principales conflictos se vinculan con la crisis por el abuso distintas drogas a lo largo de Estados Unidos. Con esta temática como punto de partida, Detrás de la verdad intenta diferenciarse de las producciones que indagan sobre las raíces de este flagelo. Por el contrario, el film apunta a visibilizar las consecuencias de esta problemática entre el policial y el drama. Sin embargo, rápidamente se escapa de la denuncia social para tratar la cuestión como un asunto de familia, aunque el resultado de esta singular propuesta termina siendo deslucido y fallido.
Ambientada en Albany (Nueva York) durante 2016 (decisión que no se entiende ni se justifica), Detrás de la verdad cuenta la historia de Marissa (Hilary Swank), una periodista alcohólica y depresiva que vive alejada de dos hijos y está en crisis con su trabajo como periodista ante el cambio del modelo cimentado en las redes sociales. Sin embargo, su rutina cambia cuando se entera del asesinato de su hijo menor, Michael (Madison Harrison), por un problema ligado al narcotráfico. Con la ayuda de Paige (Olivia Cooke), su nuera viuda embarazada, y su hijo policía Toby (Jack Reynor), Marissa lentamente comienza a investigar el caso, abriéndose paso a través de una compleja red de delincuencia, corrupción y secretos familiares que la alejan de la verdad.
El primer gran problema de Detrás de la verdad es que la película claramente está dividida en dos. Durante la primera mitad, la historia es decididamente un drama familiar, atravesado por elementos policiales, sobre dos mujeres que transitan un duelo. En este orden, la distancia entre Marissa y Paige se irá recortando paulatinamente con la excusa del embarazo para que luego, a pesar de las intenciones iniciales de la madre, unan fuerzas para investigar el homicidio de Michael. Si bien la búsqueda de Ducky (Hopper Penn) es el asunto que sobrevuela esta parte del metraje, lo más interesante pasa por el acercamiento entre ambas, donde se exhiben los pocos rasgos de humanidad que existen en el relato.
Literalmente a la mitad, la película se convierte en un policial a partir del fugaz interés en la denuncia social por la epidemia de fentanilo. De esta manera, la aparición de Ducky moviliza el caso a una velocidad desproporcionada: en poco más de media hora se suceden una serie de descubrimientos, tragedias y algún giro interesante que no dan respiro. Si bien estos aspectos le suman atractivo y dinamismo a un relato que había trascurrido al ritmo del dolor y la reflexión, lo cierto es que, a causa de esta acumulación, las revelaciones nunca adquieren el peso ni la trascendencia necesaria porque abruman a los espectadores y, principalmente, porque los protagonistas siguen en adelante sin tiempo para procesar lo que está ocurriendo. Justamente, el villano, quien había sido construido un genio criminal impune durante una hora de película, cae por una seguidilla de errores estúpidos, incoherentes con su metódico accionar.
En este orden, pareciera que el policial sólo oculta la historia de redención de Marissa, quien a partir de la investigación recupera su pasión por la vida. No obstante, dos aspectos hacen ruido sobre el final. El primero es la conveniente reaparición de la subtrama profesional, edificada con lugares comunes y olvidada desde los primeros minutos del metraje, con una protagonista que resurge como periodista luego de atravesar este traumático proceso. En tanto, el epílogo no acompaña esta redención. A manera de cierre, varias nociones centrales del relato se ponen en juego mientras Marissa debe tomar una decisión importante: Justicia, Moral, Deber cívico y profesional, Maternidad, Verdad. Sin embargo, Madison Harrison y Miles Joris-Peyrafitte optan por un final abierto, arbitrario e inconcluso (a lo Christopher Nolan en El origen) que claramente entra en conflicto con el arco trazado para la protagonista. Por ello, queda la sensación de que todo fue en vano. La investigación, las tragedias, el camino de superación y la necesidad de darle una resolución al caso, la denuncia social por la epidemia de fentanilo, la experiencia del espectador… todo quedó relegado a un asunto de familia.
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