El equipo se mete con la programación de la 24ª edición. Recomendaciones veloces para tener en cuenta a la hora de qué elegir ver. 35 películas reseñadas.
Arturo a los 30
de Martín Shanly / 7 puntos
El film comienza en un casamiento donde el protagonista, llamado Arturo, dice que ese será “el peor día de su vida”. Esto sucede en el 2020, antes de que comience el confinamiento por la pandemia. A partir de ahí, tendrá una serie de flashbacks que tomarán momentos importantes de su vida entre 2017 y el presente. Todo esto lo cuenta como si fuera un diario, y las situaciones del pasado las entrelaza con diferentes sucesos, como un accidente de coche que tiene cuando va hacia la fiesta de bodas y varios momentos dentro del club donde hacen la fiesta. La película sería una comedia dramática, pero creo que la comedia tiene mayor presencia. La actuación de Shanly es perfecta para lo que quiere transmitir, esa especie de treintón que no toma responsabilidades, que no madura. Una de sus mejores amigas le dice en un momento: “Lo que te hace falta es crecer”. Es un tipo que vive de prestado, si no es con un amigo, es gracias a su madre que lo mantiene. No se sabe bien en qué trabaja (salvo al final del film), y se lo ve inseguro, como en la escena en la que tiene que cruzar la autopista. Tiene una relación conflictiva con su hermana menor, que nunca termina de aclarar. La película está llena de detalles. Algunos bordean el humor negro, como cuando tira el porro en la estación de servicio, mientras que otros son más melancólicos, como cuando mira a través de un vidrio circular de una puerta cómo bailan su ex y los demás invitados de la fiesta. Todos esos detalles le dan una marca personal al realizador. Pese a que hay momentos tensos (el accidente de auto, la muerte de un ser querido), se tiene siempre un manejo de las situaciones que impide que lo triste tome toda la historia, contrarrestando con instantes que no apagan nunca el humor. Gabriel Piquet
Blondi
de Dolores Fonzi / 8 puntos
Una ópera prima siempre es bien recibida, sobre todo cuando es el paso de un actor o actriz a ese rol. Fonzi cumple ambas funciones, además de escribir el guion junto a Laura Paredes, donde interpreta a Blondi, una madre que tiene una relación casi de hermanos con su hijo Mirko (Toto Rovito). Lejos de ser una película que juzga este vínculo poco convencional, retrata un mundo alternativo contemporáneo, en términos de salud, economía, la música (con la participación de Las Ligas Menores y con canciones de The Velvet Underground) y, claro está, la crianza. La comedia y los gags, de los principales y del personaje de Rita Cortese (madre de Dolores), dan respiro a estos temas actuales y, además, ayuda a normalizar ciertas cuestiones, como el fumar porro (en un claro homenaje a El gran Lebowski) o dudas sobre la maternidad y la paternidad (en un papel genial de Carla Peterson, hermana de Blondi). Para buscar respuestas a esto último, el largometraje se convierte en una road movie argenta, con un momento Psicosis incluido. Para terminar de coronar este estreno, el elenco recibió el premio a “Mejor actuación” en Competencia Internacional del BAFICI. Emiliano Attadia
Canción sobre canción
de Fernando Arca / 8 puntos
¿Cómo una película va directo al corazón con dos personas sentadas en el sillón de su casa conversando? Si las dos personas son Liliana Herrero y Horacio González se podría pensar que con sólo poner una cámara basta, pero sería simplificar las cosas porque en Canción sobre canción hay varios niveles de enunciación que se entretejen de modo armónico, sin actitudes forzadas y partiendo de algo tan natural como una conversación. La excusa son las canciones de Fito que Liliana versiona de un modo tan hermoso como personal, de modo tal que una forma posible de goce pasa por escuchar las performances intercaladas. Luego están los diálogos entre Liliana y Horacio, dos modos de utilizar la palabra, dos maneras de gestualidad perfectamente ensambladas, donde las miradas y las pausas son tan importantes como aquello que se dice. Y también dos acercamientos a la obra de Páez. Liliana pone la emoción, Horacio se contiene y habla como filósofo. Liliana intuye, separa palabras, encapsula frases de las canciones, tira la piedra; Horacio conceptualiza y genera argumentos para pensar a Fito y a su música. Si eso de por sí ya constituye una delicia, más aún es advertir el código afectivo entre ambos, esos momentos donde las implicaturas conversacionales generan los momentos más emotivos: un abrazo, una mirada de compinches entre dos personas que se muestran como son, dos enamorados. Por una vez, un documental escenifica la intimidad sin el habitual narcisismo, confía en sus protagonistas, en la capacidad del habla para abordar temas profundos sin poses académicas ni tratados. Y esto se lo debemos no sólo al gesto inteligente de Arca sino a la comunión entre Herrero y González, quienes son conscientes de ser filmados y no actúan para disimularlo. Por eso la película fluye en el tiempo justo mientras las canciones se ejecutan y luego se conversan. Las razones de Liliana son poéticas, las de Horacio las completan. Y ambos dan forma a un acercamiento emocional y reflexivo a la obra de Fito. En un momento, desde la más absoluta cotidianeidad e informalidad, González parece hallar esa idea clave que sobrevuela toda la carrera del músico: Girar, no estarse quieto, rodar (y no se necesita citar a Derrida para lucirse). La tarea no es fácil porque hablan también de un amigo (de allí el esfuerzo muchas veces por elegir las palabras justas). Guillermo Colantonio
Carmelo Saitta, collage 1944
de Gino Geisi / 6 puntos
Como el titulo indica este documental sobre la vida y obra del compositor Carmelo Saitta es un collage de imágenes que cuentan un poco la infancia del músico, de dónde vino su amor por la composición pero sobre todo el trabajo que realizo en distintos ámbitos (desde la universidad pública a la televisión en algún oscuro canal en la década del 90). Si el acercamiento de Geisi funciona es por dos motivos: El primero es que su protagonista es un personaje único, un perfeccionista con una inteligencia apabullante pero que tiene un costado humano (lo vemos caminando tranquilo por la calle sin ser reconocido, o tomando mate en una cocinita simple) además de ser alguien carismático y simpático que ha construido varias amistades a lo largo de su vida. Amistades que se ven pantalla y que traspasan sus límites. Segundo, y tal vez más importante, el documental tiene una gran cantidad de material de archivo que va desde aproximadamente la década del cuarenta hasta la actualidad. Es mucho material y en su selección se encuentra la inteligencia por parte de su director para unificarlo y darle la forma necesaria para entrar a su mundo. Santiago González
Dilemne Dilemme
de Jacky Goldberg / 8 puntos
Dos personas se conocen a través de una aplicación y deciden encontrarse en un típico bar con estética norteamericana de los años 50. Mientras charlan, comienzan a creer que el entorno está conspirando en su contra. La premisa es común en las comedias románticas: Un hombre y una mujer se conocen en un bar y ven si tienen afinidad. Lo que agrega el realizador para hacerlo interesante es que ambos personajes son conspiranoicos y todas las teorías imaginables se exponen en sus verborrágicos diálogos. Como en las mejores comedias screwball, el fuerte radica en la originalidad de los textos. Cada situación es un paso hacia la paranoia, ya que todo lo que les rodea parece ser parte de una gran conspiración. Entre los grandes momentos humorísticos de la película se encuentra la idea de que David Bowie está vivo, todo ello a partir de la canción Five years y una vinculación con Kanye West. Otra de las teorías tiene que ver con los agujeros negros y la palabra “Dilemne”. Todos los diálogos están plagados de referencias a la cultura popular y a temas de actualidad que se debaten en las redes sociales sin un conocimiento profundo. Aquí aparece otro gran gag en el que interviene un tercer personaje sentado detrás de la pareja, quien interrumpe opinando sobre lo que están hablando. El manejo de la puesta en escena es efectivo, ya que se desarrolla en una sola locación y el resto de los personajes van apareciendo de forma paulatina para sumar más enrarecimiento y generar más paranoia en la cabeza de los protagonistas. El director consigue darle un giro a la comedia romántica y, al mismo tiempo, respeta el cine clásico, lo que da la impresión de que lo ha visto y conoce bien, logrando un equilibrio que funciona durante toda la película. Gabriel Piquet
Dusty & Stones
de Jesse Rudoy / 6 puntos
En el Reino de Eswatini (antes conocido como Suazilandia), en un pequeño pueblo del país africano, hay dos fanáticos de la música country. El documental recorre sus actuaciones en su ciudad, su día a día laboral y su pasión por una música que nada tiene que ver con sus raíces. Los dos protagonistas cuentan que empezaron a oír a intérpretes como Dolly Parton, Johnny Cash o Kenny Rogers en la radio que escuchaban sus abuelos cuando eran niños. Toda esa primera parte es muy interesante, ya que llama la atención el contexto en el que tocan esa música y su fascinación por conocer la tierra de sus ídolos musicales. Hay un gran momento de humor cuando hablan con el manager y este les dice que tienen que cambiar el rumbo de lo que están haciendo. No deben esperar a que los llamen para actuar, sino generar sus propios recitales. Los deja sin palabras al decirles: “Metieron un show en Sudáfrica y una fiesta privada”. La inflexión en el documental llega cuando son seleccionados para participar en una competencia en Jefferson, Texas. Viajarán a EE.UU. y estarán como en un cuento, totalmente obnubilados por el lugar al que han llegado. Esta parte es muy condescendiente. Todo está muy correcto, incluso algún momento parece sacado de un reality de TV. Hay pocos comentarios con tintes irónicos sobre el público que ve sus shows en el concurso: gente blanca mayor de 50 años. En un momento, uno de ellos dice: “Parece una casa de retiro”. Y en otra escena, cuando están entregando los premios del concurso y no reciben nada, ven quiénes son los que ganan y comentan: “La gente blanca la pasa lindo, ¿eh?”. El documental es demasiado correcto en cuestión de apuntes sociales. Lo que más sobresale es lo estrictamente musical. La escena de la grabación en un estudio de Nashville de un tema que ellos compusieron llamado The river es un ejemplo. Gabriel Piquet
El dragón
de Marcelo Charras / 7 puntos
En algún momento a fines de los 80’s y comienzos de los 90’s, Néstor Varzé tuvo su momento de exposición pública. Sus apariciones en el programa televisivo La noche del domingo de Gerardo Sofovich y en las dos primeras películas de la saga Los Exterminaitors le dieron un momento de popularidad. Ahora está en su casa/escuela en Avellaneda, dando clases de karate entre otras actividades. El documental sigue su día a día, donde muestra la pasión que Varzé tiene por la cultura japonesa, cómo hace sus propias armaduras samurái y el cuidado de sus plantas en su patio como si fuera el jardín del palacio imperial. Su casa es un templo en el conurbano. Otra de las sorpresas es que tiene un caballo: Quiere un día salir a cabalgar con su armadura samurái y sentir cómo era el camino que recorrían estos guerreros antes de enfrentarse a la muerte. Más allá de toda la admiración que tiene por lo relacionado al Japón medieval, hay un fuerte arraigo con lo nacional vinculado a la figura del general San Martín, su escuela es un centro sanmartiniano: Un 17 de agosto proyecta El santo de la espada de Torre Nilsson para después poder charlar con los presentes sobre el militar. El paralelismo sería la espada samurái y la espada del general. Varzé le muestra a una persona una espada que consiguió de un anticuario y cuenta por qué es original como las que usaba el ejército sanmartiniano. Se muestran sus actividades paralelas, como la enseñanza de gimnasia para mujeres. Promociona una actividad en la que le coloca al público una armadura samurái con todo el armamento para que tengan una experiencia en el Japón feudal. En esta escena hay un momento de humor con una mujer a la que intenta enseñar cómo usar un arco y flecha. También conocemos un poco a su hija, quien lo visita en su casa y lo ayuda con alguna de sus actividades. Hay otro gran momento en el que Varzé pone en la TV Los Exterminaitor 2, mientras su hija cocina con él, se ríen por algo que recuerdan y ella aprovecha para preguntarle si volvió a ver a alguien vinculado con el mundo del cine. Dice que no, y recuerda que una vez después de un espectáculo que hizo en el Luna Park, estaba entre el público el director Carlos Galettini, que lo felicitó y de quien le queda un buen recuerdo. El documental es bueno, conciso, no abusa del recuerdo, sino que le interesa más el personaje actual y todo lo que está haciendo. Gabriel Piquet
El hombre más fuerte del mundo
de Fernando Arditi / 6 puntos
El caso de Darío Villarroel tenía destino de pantalla. Antes que un deseo hasta parece una obligación. Estamos hablando de un deportista que representó a la selección argentina en pesas paralímpicas y rompió todos los récords levantando cuatro veces su propio cuerpo. El relato sobre cómo se las ingeniaron en el primer mundo para excluirlo de las competiciones es uno de los aspectos más fascinantes de este documental cuyo propósito no es el abordaje sentimentalista. Arditi elige un modo de observación que denota justeza y precisión. La vida como fisicoculturista en el presente es retratada con una cámara nunca intrusiva, que apela a esa distancia capaz de privilegiar la mirada de quienes accedemos a un mundo de colores estridentes, con detalles tendientes a sostener un ideal de belleza a partir de exprimirle el jugo a lo cotidiano. La historia sobre la superación no se declama, se infiere sin victimización ni condescendencia y esa actitud ética del director es un punto a favor de la propuesta. Luego, el recurso encuentra su límite en una organización narrativa endeble y el frecuente estiramiento del género asoma como problema. Guilermo Colantonio
El legado
de Rodrigo Demirjian / 5 puntos
Qué hacer con los objetos de una persona que ha fallecido es un tema. Acudir a un espacio donde se acumula una multiplicidad de materiales que parecen hablar, recorrer fragmentos de memoria, en definitiva, convocar a un espectro a través de lo que ha dejado en vida es una tarea dolorosa. Si se trata de un artista, el proceso es aún más complejo y extenso. De algún modo es el motor de este documental. Un hijo llega de Madrid y debe enfrentarse al legado de su padre, más de 2000 pinturas amontonadas en un taller. Ahora bien, qué hacer en una película con todo lo anterior también es un tema. Son pocas las zonas que pueden reconocerse como universales y empáticas dada la frialdad del tono que se imprime a tal punto que la experiencia se ahoga en su individualidad. Apenas algunos retazos de gracia asoman en esas conversaciones telefónicas grabadas donde padre e hijo discuten acerca del arte y la vida, pero son momentos contados. El resto se nos presenta como una exploración, esa expresión baúl que soporta la carga de una cantidad de mecanismos similares y de laberintos sin salida en el documental argentino. “Me importa un carajo que se acuerden de mí” se le escucha decir al padre y hay que decir que este proyecto a mitad de camino parece cumplir con tal designio. Guillermo Colantonio
El sonido de antes
de Yael Szmulewicz / 8 puntos
A veces, ponerle nombre a las secciones de un festival de cine no ayuda mucho a entender lo que se va a ver, en este caso sería lo contrario. Pasiones es el nombre que le pusieron y no sólo refleja la que el protagonista de este documental tiene por las guitarras, sino las que muchos de los entrevistados tienen con sus actividades. Patricio Crom es músico, compra una guitarra antigua boca de estrella, como la que tenía Gardel. Ahí comienzan las preguntas: ¿La habrá tocado el famoso intérprete y compositor de tango? ¿De quién habrá sido la guitarra? ¿Cómo se construyó? El documental tiene la virtud de ser pedagógico y entretenido, cosas que no siempre van de la mano. La excusa de tocar en uno de los teatros donde Gardel actuó (El Teatro Roma) para emular el sonido de antes, sirve para juntar a un variado grupo de músicos de la escena actual del tango y alguna figura de la etapa clásica. La realizadora podría haberse conformado con filmar ese show y entrevistar a los músicos, pero lo que le da un toque personal es ver a los entrevistados que no tocan. Ahí aparece Sebastián Núñez, el luthier que restaura la guitarra que compró el protagonista, o el gran momento en donde Guillermo Elías, docente, especialista en grabaciones acústicas, coleccionista de gramófonos y discos antiguos, explica cómo grababa Gardel: El sistema de dos bocinas y lo que él llama ecualización física, es decir, una persona que acercaba o alejaba a los cantantes tomándolos de la solapa para graduar la voz. Por último, está el hermano luthier del protagonista, Matías Crom, quien hace cuerdas de tripa que eran usadas por muchos de los músicos en esas primeras décadas de grabación. Después, se impondrían las cuerdas de nylon. Todo ese proceso se muestra detallado y tiene un remate divertido. El protagonista contagia sus ganas de descubrir, de tocar y de saber cómo era el universo que rodeaba a Gardel en esos primeros shows. La realizadora sabe cómo llevarlo y no molesta que interactúe como si fuera un entrevistador. Al contrario, le aporta eso que el nombre de la sección del festival nos quiere transmitir. Gabriel Piquet
Escocia no es un banco
de Carlos Matsuo y Cristian Franco / 7 puntos
El baterista de una banda punk/hardcore de los 80 intenta reunir a sus ex compañeros para realizar una gira aprovechando que hay un revival de este género. Luego de 30 años, volverá a cruzarse con amigos que han cambiado sus ideales anárquicos por una vida más burguesa. Todo es una gran broma. Es un documental sobre el fracaso, sobre cómo reponerse e intentar volver. Sobre lo difícil que es mantener unos ideales que, cuando se es adolescente, parecen que van a ser eternos. Voy a destacar la actuación de Cristian Franco, que hace del protagonista idealista que intenta juntar al resto del grupo. Hay escenas que son muy divertidas y seguramente quedarán en el recuerdo de quien vea la película. Todas las formas que utiliza para lograr conseguir dinero para poder pagar la gira son grandes gags, como cuando recorre un acto de campaña política, cuando juega una “raspadita” y pierde una apuesta o cuando quiere conseguir un crédito en una casa de préstamos. Toda esta farsa tiene otro momento que genera risa y es su visita a una adivina, a quien el protagonista le hace una consulta totalmente absurda sobre un mito relacionado con leche contaminada de Chernóbil. Como las actuaciones están en un registro serio, nunca se termina de saber qué es cierto y qué es mentira en lo que se está viendo, eso puede ser desconcertante para algunos que crean que vienen a ver un documental sobre una banda. Gabriel Piquet
Faraday
de Norberto Ramos del Val / 7 puntos
Faraday (Javier Bodalo) es un muchacho que cree que puede mover los objetos con la mente. Un personaje estrafalario que cree en su propio mundo. Los años pasan y vemos sus constantes fracasos tratando de ser tomando en serio. Su lista de fracasos es también se desplaza a su vida hasta que conoce a Pati (Diana Gómez), una fanática en cocinar cupcakes que tiene un blog con pocos seguidores. Pati es similar a Fadaray, otra persona delirante que vive en un mundo. Entre los dos inician una relación que los hará convivir juntos en un departamento que descubrirán esta embrujado. En Faraday todos los personajes están obsesionados en ser reconocidos y cualquier atisbo de crecimiento lo viven como una fiesta, pero en realidad no ven que son perdedores. El cine se ha dicho que sirve de escape a las miserias del mundo y en eso parece anclarse esta película que está construida por otras obras que le gustaron a Del val. Un mundo donde puede mezclarse Wes Craven, la saga de Actividad paranormal, y los detalles visuales de Edgar Wright, sobre todo lo referido a Scott Pilgrim vs the world (2010). Fadaray es una película errática, una película que habita en su propio mundo que nos invita vivir en ella y que nos rechaza. Una película incomprensible y única. Santiago González
Gigi la legge
de Alessandro Comodin / 4 puntos
Si uno tuviera que definir al film de Comodin en unas pocas palabras sería docudrama festivalero intimista. Son apuestas riesgosas con exponentes notables, pero también producciones que se pierden en su propia búsqueda de verité, con planos sostenidos y diálogos improvisados que no dan lugar al montaje. En el caso de Gigi… hay además un mosaico narrativo de momentos que alcanzan para esbozar al personaje, pero también hay un uso de tiempos muertos que nos pueden resultar simpáticos por el acercamiento al protagonista pero sin embargo resultan redundantes (las charlas absurdas rozando lo cómico con el radio policial, por ejemplo). Esta búsqueda de naturalidad distante y orquestada, que pretende a un espectador activo que construya su narración, se diluye rápidamente cuando algunos elementos arbitrarios (un suicidio, la metáfora de un tren) aparecen con ambición de subtexto. Es difuso si el film quiere hacer un estudio de personaje, un retrato de cierta masculinidad decadente, la locura o una crisis de mediana edad pero todas estas puntas se pierden en los más de 100 minutos de esta comedia (¿?) involuntaria. Cristian Ariel Mangini
Good old czechs
de Tomáš Bojár / 8 puntos
La película recorre todo el camino que tuvieron que hacer dos pilotos de avión checos, Filip Jansky y Frantisek Fajtl, durante la Segunda Guerra Mundial. Narrada por las voces en off que representan su relato, vemos un trabajo minucioso hecho totalmente con imágenes de archivo. El montaje es una de las figuras, es como si todo lo que los pilotos checos contaran hubiera sido filmado por ellos mismos. El recorrido abarca Polonia, Francia, Inglaterra, Rusia y Eslovaquia. En muchos de los países, las imágenes muestran cómo era la vida previa a las invasiones nazis. Todo el segmento en el que se muestra los ataques a las ciudades inglesas es un manual narrativo de cómo contar con imágenes. Los bombardeos nocturnos, los ciudadanos durmiendo en las paradas de subte, los incendios provocados por los ataques, los bomberos trabajando con la gente tratando de volver a una normalidad imposible. Uno de los pilotos dice que Inglaterra fue su segundo hogar, aunque en un momento cuando los bombardeos continuaron el pueblo británico se volvió más hostil contra los extranjeros y ellos también fueron parte de los ataques verbales de parte de la gente. A medida que las tropas de Hitler siguieron avanzando, los pilotos tuvieron que ir moviéndose hacia otros puntos para poder contrarrestar la avanzada de la aeronáutica alemana. Toda la última parte que muestra las batallas en territorio ruso es la más violenta, con imágenes muy crudas. El final de la guerra y su estancia en Eslovaquia es lo más feliz que se puede ver, junto a unas imágenes previas a los ataques cuando estuvieron en Francia. Su vuelta a Checoslovaquia no terminó siendo positiva si tomamos en cuenta cómo los trató años después el régimen comunista. A esta altura uno piensa que con tantas películas y documentales que hablan de la Segunda Guerra Mundial no se sorprendería de nada. Sin embargo, este trabajo lo logra por la reelaboración de imágenes que seguramente ya se vieron y por un tratamiento del sonido que acentúa determinados ruidos y le pone épica a algunas imágenes utilizando música de Stroon (Dalibor Kocian), un músico que fusiona electrónica con música clásica. Gabriel Piquet
Guitarra blanca
de Aldo Garay / 6 puntos
El personaje principal de esta historia es Francisco “Papico” Cibils, un poeta uruguayo y fanático de Zitarrosa que, con su cámara VHS, filmó desde 1984 hasta 1989 varios momentos emblemáticos del conocido músico uruguayo. Lo que intenta Garay es loable. El era amigo de “Papico” y quiere, de alguna forma, con las imágenes que tiene, terminar el documental que el poeta nunca pudo finalizar. La película comienza su recorrido desde que “Papico” estudió en la universidad, su aparición radial leyendo una poesía de su libro y algunas entrevistas con sus amigos y parientes. Todo eso queda eclipsado por lo más interesante que muestra la película: Las filmaciones de Zitarroza. Se ve la llegada del músico después de ocho años de exilio, un conocido concierto realizado pocos días después en el Estadio Luis Franzini del Defensor Sporting Club y otras apariciones en diferentes shows. Hay un punto de inflexión cuando aparecen los hijos de “Papico”. Esas grabaciones de ellos jugando humanizan más la figura del poeta y podríamos decir que hacen un espejo en la primera imagen que abre el documental, que es una charla que Alfredo Zitarroza tiene con su hija Serena. Garay logra conectar al espectador en ese momento. “Papico” admiraba a Zitarrosa y terminó siendo una especie de hijo que no tuvo, como muchos cuentan en el documental. Garay logra transmitir eso y, además, consigue lo que un buen amigo haría: Mantener el legado de lo que “Papico” filmó. Gabriel Piquet
La vida a oscuras
de Enrique Bellande / 10 puntos
Fernando Martin Peña es una de las personas más queridas entre la cinefilia argentina. Conductor del ciclo Filmoteca, ex director artístico del Bafici, presentador de ciclos de cine, profesor en la Enerc y sobre todo coleccionista de material fílmico. Este documental que comenzó en el 2015 sigue su trabajo mientras da pinceladas biográficas de cómo comenzó su amor por el fílmico y su preservación. Lo valioso, más allá de la figura de Peña siempre a oscuras o en la sala de proyección, es ver ese detrás de escena de su trabajo. Estamos acostumbrados a ver las películas pero no quién las proyecta, estamos acostumbrados a verlo en pantalla pero no todo el recorrido y las ideas que se le ocurren en su programa. Esa aproximación entre curiosa y tierna agiganta su imagen. Si hablamos de Peña hablamos también de su trabajo en preservar el fílmico, por eso este documental cuenta dolorosamente cómo esto se está perdiendo, desde el cierre de Cinecolor a como se tira el material fílmico a la basura debido al avance del digital que es más barato y requiere menos tiempo. Ver a Peña cuidando y restaurando y haciendo lo imposible por mantenerlo en óptimas condiciones como parte y aporte a la historia cultural de nuestro país es digno de aplaudir. Santiago González
Las demás
de Alexandra Hyland / 5 puntos
Son tiempos difíciles. Son tiempos donde las etiquetas que se le ponen a una película parecen más importantes que lo que se ve. Y no es porque se busque trascendencia en el cine necesariamente o el cine deba aspirar a la grandeza. Hoy por hoy, la misma naturaleza digital de la imagen y la democratización de las producciones abren un abanico interesante de posibilidades, pero paradójicamente achican cada vez más la búsqueda de un faro personal en pos de decidir cuál será el mejor filtro publicitario para vender un plano. “Granny Millenniall” reza el catálogo para otorgarle una nomenclatura a esta ficción sobre dos amigas, Rafa y Gaby, quienes recorren fiestas, se pierden en placeres y una de ellas queda embarazada. La cuestión a resolver es cómo abortar en un marco social y político como Chile, donde la práctica es clandestina. Lejos de la seriedad obligada y más propensa a una construcción lúdico/narrativa, las elecciones estéticas de la película rozan la parodia y se juegan por el desenfreno arbitrario de situaciones aisladas, brochazos de color rosa y canciones que acompañan el itinerario de las chicas. Una apuesta a la comedia, sí, pero muy a mitad de camino. Guillermo Colantonio
Los convencidos
, de Martín Farina / 8 puntos
En su nueva película, Farina pone en movimiento su ojo afilado para la observación en el registro de cinco historias de pura verborragia: una joven con aire de gurú económico que quiere convencer a otros de participar de algo que huele a estafa piramidal; la relación entre una madre y su hijo (tal vez el segmento menos congruente con el resto); un grupo que relata sus incómodas experiencias con curas en instituciones religiosas; un grupo de amigos que tratan de interpretar la película Hambre de poder y el capitalismo; y una discusión entre el cineasta Willy Villalobos y el dibujante Sergio Larger acerca de Roma de Alfonso Cuaron. Los convencidos se presenta como un documental y no sabemos cuánto de cada instancia está promovido por el director, pero en el ruido de voces que se cruzan (especialmente en los segmentos 3 y 4), que vuelven por momentos inentendible lo que se dice y discute, hay algo de la instancia real de la charla y la discusión acalorada entre amigos que se filtra y vuelve interesante a la película. Por lo general son temas profundos y complejos, pero que se van tiñendo de esa complicidad en la que las diferencias nunca trascienden a instancias negativas. En definitiva se trata de gente que cree tener la verdad intercambiando opiniones con otros que también creen tener la verdad. La política, el cine, la religión son campos de batalla habituales para ejercer esos poderes. La habilidad de Farina es saber ver esto y convertirlo en una fascinante película sobre el arte de discutir. Y tener la razón. Mex Faliero
Los médicos de Nietzche
de Jorge Leandro Colás / 8 puntos
Si se ha seguido de cerca la labor cinematográfica de Colás se sabrá que lo primero es el espacio. Hay un tiempo para observarlo, entrar en confianza, aclimatarse, explorar sus recovecos, transitar sus caminos. Parece ser una condición sine qua non para su implacable condición de documentalista preocupado por las instituciones que registra. En este caso, un hospital de Buenos Aires. No faltará mucho para que la cuestión humana se haga presente. Un grupo de médicos encabezados por Esteban Rubinstein lee y comenta a Nietzsche. En esas conversaciones la palabra es puesta en valor y también el presupuesto de la práctica médica: Es posible pensar la disciplina a la luz de la filosofía. Son estas premisas las que constituyen el ambicioso proyecto de revisar las relaciones médicos/pacientes en el ámbito del consultorio, ya no mecanizadas por la exclusiva operatoria de control/medicación sino por una más profunda y sincera: El habla. Y no sólo el habla como mecanismo de queja y persuasión con todos los signos paralingüísticos que intervienen, sino el habla del cuerpo. De este modo, hay una dimensión de la escucha y una perspectiva novedosa (en un mundo que cabalga diferente) que hacen posible salir de la perspectiva del bien y del mal para dar un diagnóstico o tratar a una persona. Las principales unidades dramáticas de la película se arman a partir de conversatorios entre médico/pacientes. Hay tres historias recortadas cuyas tramas avanzan en segmentos progresivos y dosificados. La puesta en escena de Colás es sencilla y da cuenta de una sabia inmediatez para que el contenido de las charlas sean de larga memoria. Como ocurre con otros documentales de su autoría, lo importante no es la marca narcisista de la cámara, sino una especie de humanismo que se traduce en el modo en que respeta a las personas sin negarles el derecho a convertirse en personajes. La aparente invisibilidad de Colás es su mejor rostro. Guillermo Colantonio
Los terrenos
de Verónica Chen / 10 puntos
El color rojo abunda en todos los planos en la nueva película de la realizadora. Una de las primeras imágenes que aparecen en pantalla son las de unas manos ensangrentadas que luego sabremos corresponden a Vera (Azul Fernández) una mujer de clase alta, casada, que está embarazada y que se enamora de unos terrenos cerca del mar en Uruguay. Ella desea construir algo ahí pero la dueña, una mujer de bajos recursos se niega. La cosa se complica ya que quien se encarga de vender esos terrenos es Suárez (César Troncoso), quien de entrada sabemos, por cómo la ve detrás de esos lentes oscuros, que se siente atraído por ella. El rojo es el color principal de Los terrenos. Cuando Vera aparece por primera vez en pantalla lleva los labios pintados de un rojo fuerte, las uñas pintadas del mismo color y tarde usará una bufanda. El rojo está ligado a la pasión/intensidad pero también a la muerte. Y en base a esto es como Chen va construyendo visualmente a su personaje principal, una verdadera femme fatale, una Sharon Stone salida directo de Bajos instintos (1992) y Casino (1995). Se trata de personajes seguros de sí mismos que buscan una vida cómoda. Más allá de los artificios de los géneros, Los terrenos va por un camino más realista, casi documental, aunque con dos escenas que la acercan al thriller. Santiago González
Llamen a Joe
de Hernán Siseles / 7 puntos
La presentación de Joe Stefanolo lo describe a la perfección. Ingresan a su casa y los recibe con un vinilo de Los Gatos. Inmediatamente cuenta algo sobre el disco y comienza a hablar de Spinetta y lo que fue para él el primer disco de Almendra. No es simplemente un abogado, es un rockero que ejerce la profesión. Como dicen algunos de los entrevistados, su aspecto es el de un Frank Zappa de traje que hace correctamente su trabajo, pero para el entorno de Tribunales parece un extraño. El documental sigue los casos más emblemáticos del abogado, todos vinculados al ambiente del rock argentino de los 80’s y 90’s. Desde el que sentó bases para la inconstitucionalidad de la persecución de tenencia de estupefacientes para consumo personal allá por 1986, el fallo Bazterrica, como se lo conoció. Se muestran anécdotas más extrañas, como la que le sucedió a la banda Los Violadores, cuando los querían acusar de tenencia de cocaína y en realidad era una bolsa con polvo de humo que se usa en los shows. Otras más divertidas, como la que cuenta Joaquín Levinton, cantante de Turf, cuando lo detuvieron en Chaco. Quisieron volver a contratarlos para otro show, y como tenían antecedentes, Stefanolo les consiguió una inmunidad policial en la provincia para que tuvieran custodia policial y no los molestaran. Se muestra también al abogado en actos de grupos que apoyan la legalización del cannabis, su faceta poética, parte del equipo de abogados con los que comparte estudio y algunos momentos con su mujer, quien también es abogada. Hay una divertida escena cuando cuentan cómo se dividieron el juicio por divorcio entre Charly García y María Rosa Yorio. Lo que deja ver el trabajo de Hernán Siseles es que Joe es una persona accesible. Es distinto a otros abogados mediáticos y está más involucrado con sus clientes/artistas, lo que genera un vínculo con los entrevistados que el documental transmite de forma acertada. Gabriel Piquet
Master Gardener
de Paul Schrader / 9 puntos
El director convierte lo lúgubre en algo entretenido y reflexivo. No sólo en la película de turno, Schrader cierra una trilogía oscura (iniciada con El reverendo en 2017 y continuada con El contador de cartas en 2021), identificada en el tono y en los personajes. En este caso, Joel Edgerton interpreta a un horticultor que trabaja en la casa de una mujer acaudalada (Sigourney Weaver) y ella le solicita ser el mentor (en lo laboral y en lo personal, por urgencia) de su sobrina nieta Maya (Quintessa Swindell). Esa sensación de angustia propia del largometraje, lograda también por la fotografía de Alexander Dynan (que ya venía trabajando con Schrader), permite exponer una realidad compleja de Estados Unidos, desde las nuevas derechas como así también el uso abusivo de las drogas y el consumo problemático de las redes sociales. Además, se aleja de una historia solemne, donde la violencia y el tabú (plasmada también en Gigolo Americano) se entremezclan en un thriller clásico, regresando nuevamente a El carterista, de Robert Bresson, director fetiche de Schrader. Dos horas donde se unen la belleza de la naturaleza y la oscuridad del ser humano. Emiliano Attadia
Muerte y maravillas
de Diego Soto / 6 puntos
Basada en el libro del mismo nombre del poeta Jorge Teillier esta producción chilena es el segundo largometraje de Soto, quien la adaptó para acercarla a algunos aspectos de su vida, en especial la tragedia que vivió al perder a un amigo. Estos dos puntos de partida le sirven para realizar una película que sigue a su personaje principal y su relación con ese amigo, su duelo y lo que este dejara. Se trata de una película sencilla, con un tono más cercano al documental pero que también tiene un poco del cine de Eric Rohmer y Richard Linklater, en especial en ese retrato de la juventud que no tiene otra cosa que hacer que pasar el tiempo paseando por una ciudad de Chile. En esa sencillez e improvisación Soto consigue algunas secuencias intimistas que conmueven mientras que otras secuencias incomodan. Al final lo que queda es lo que dejó su amigo, un par de libros en donde encuentra un nexo o conexión para seguir recordándolo. Santiago González
Nightclubbing: The Birth of Punk Rock in NYC
de Danny Garcia / 7 puntos
Nueva York es tan amplia en tiempo y espacio que un documental de 2023 invita a conocer uno de los lugares musicales más importantes en los 60’ y 70’ como nunca se ha visto. Porque el Max’s Kansas City, que abrió sus puertas en 1965 y sirvió su último trago en 1981, fue el refugio y la cuna para cientos de artistas, desde bandas hasta personas que brindaban una performance acorde a la época (sí, Andy Warhol está presente a través del material de archivo). Con una lógica parecida a Cemento, el documental (desde la construcción del relato y con la esencia misma del lugar en cuestión), varios personajes de la cultura popular narran los 15 excitantes años. Desde una genial Jayne County contado el lado más perverso y violento de este reducto (con peleas en el escenario o anécdotas de los Ramones) o un Alice Cooper melancólico que recuerda con orgullo un espacio contracultura que le dio lugar al punk, el glam rock y el hardcore, en sus últimos años. Sin embargo, el eje central es la lucha simbólica, por momentos innecesaria para darle continuidad al relato, con el CBGB (que tuvo su película homónima, muy pobre en términos de historia frente a otras más emblemáticas, como 24 Hour Party People). Si este o el Max’s fue mejor en términos artísticos es una discusión sin sentido a esta altura, ya que lo importante pasa por entender todo un movimiento experimental que va más allá de los espacios. Emiliano Attadia
Operación Travesti
de Rodrigo Ottaviano / 6 puntos
Como indica su título, la película es un desglose del disco del músico Daniel Melero, una figura icónica en la música nacional que trabajó con Soda Stereo en Canción animal y Dynamo, además de ser una influencia para Babasónicos. Travesti, su obra maestra y perdida, publicada en 1994, no fue originalmente un éxito pero se convirtió con el correr de los años en un objeto de culto al igual que ocurrió con la imagen de Melero. El documental de Ottaviano, su manager desde hace más de 15 años, es un repaso por las canciones de aquel disco que el músico interpretó en vivo hace unos años atrás. Entre canción y canción hay un material de archivo en donde escuchamos y vemos a Melero expresarse sobre este disco, sus letras y sus sonidos. Hay poco de biográfico en este documental ya que se trata más de una celebración de Travesti cuyos videoclips fueron dirigidos por Diego Kaplan y en donde vemos el detrás de escena de cómo fueron realizados. Pero si bien el material de archivo es importante, lo que cobra fuerza son las interpretaciones que hizo el músico y cantante en aquel recital que fue registrado por varias cámaras estratégicamente colocadas para sentirnos parte de ese ambiente. Al público nunca lo vemos, a lo sumo escuchamos sus aplausos. La estrella indiscutible es Melero y su talento. Santiago González
Otra película maldita
de Alberto Andres Fasce y Mario Varela / 7 puntos
Hay que empezar diciendo que este es un trabajo exhaustivo y bastante cronológico sobre la historia del cine de terror en Argentina. Es una tarea difícil, debido a la falta de material de archivo o de cuidado del mismo, lo que hace aún más valioso todo el registro que se muestra. Uno de los aciertos es la inclusión de Darío Lavia como narrador en toda la primera parte del documental, donde se habla de las películas más clásicas. Es como si estuviera contando todo en uno de sus programas radiales. Los entrevistados están bien elegidos, ya que no sólo hablan los realizadores, sino que también involucran a historiadores, coleccionistas y programadores de festivales, lo que le da fluidez a lo que se cuenta. La mirada de la mujer está bien representada, dándole el espacio que merecen en el género. Destacan los comentarios de las realizadoras Ayi Turzi y Laura Casabé, directora de la muy buena Los que vuelven (2019), y los momentos divertidos explicando algunas escenas de sus películas, de una de las directoras pioneras de nuestro país, Paula Pollachi. Hay dos puntos de quiebre importantes. Muchos destacan Alguien te está mirando (1988) de Gustavo Cova y Horacio Maldonado, como la primera película de género en estrenarse en cines en democracia, y la realización de la segunda película (hay una película hecha en Pergamino) de zombies filmada en VHS, Plaga Zombie (1997) de Pablo Parés y Hernán Sáez, que contribuyó a que lentamente otros realizadores se animaran a filmar. También se destaca la película Visitante de invierno (2008) de Sergio Esquenazi, por ser la primera película que consiguió interés del INCAA y les abrió las puertas a otros realizadores para obtener créditos del Instituto de Cine que hasta ese momento les eran esquivos. Y como cuenta el productor Hernán Moyano, el logro de la pequeña productora de La Plata, Paura Flics, que consiguió la venta de los derechos para una remake de su película, Habitaciones para turistas, (2004) y tuvo el estreno comercial en cines de una de las películas de género más taquilleras, Sudor frío (2010). Quizás lo que le falta es más desarrollo a la historia del coleccionista y su hija, que tiene algunos momentos ficcionalizados que parecen algo perdidos en todo el documental. Gabriel Piquet
Salidos de la salamanca
de Josefina Savalía Abalos / 7 puntos
El documental habla de mitos y leyendas vinculados con la salamanca, habla de Salavina, una ciudad de Santiago del Estero donde han nacido grandes músicos y algunos se animan a adjudicarle la creación de la chacarera, un ritmo y danza del folklore argentino. El documental trata de hacer un breve recorrido sobre su historia y conviven diferentes miradas, como las de músicos, sociólogos, luthieres, filósofos e incluso un chamán. Primero se cuenta qué es una salamanca. Una de las explicaciones la da la socióloga Carolina Saganias: Son cuevas situadas en la espesura de un monte, en el brazo de un río seco o en el caudal profundo de un río, generalmente cerca del agua. Esta creencia es introducida por los conquistadores españoles que la traían del aquelarre vasco. Se dice salamanca porque hace alusión a que en las afueras de la ciudad de España estaban esas cuevas en el monte y ahí es donde se realizaban los pactos con el demonio. La idea del pacto con el diablo no era propia de estas culturas. No había un diablo maligno, sino que estaba el Zupay, que era más neutral, ni bueno ni malo. Esta leyenda entra en el estilo de la tan popularizada historia del Fausto, en este caso se vende el alma al diablo a cambio de ser un gran músico o bailarín. Esta leyenda sobrevuela todo el documental y sirve como hilo conductor para mostrar a grandes músicos hablando de la chacarera. Ahí aparecen los hermanos Soco y Cachilo Díaz, Los Hermanos Abalos, Los Carabajal, Elpidio Herrera, creador de la sachaguitarra y el enorme violinista Sixto Palavecino. En esta parte hay una muestra muy didáctica en el piano que da Víctor Simon, quien habla de pequeñas variaciones en el ritmo que convierten a la chacarera en otros estilos musicales de Perú, Chile o Bolivia, todo esto vinculado con la colonización y los esclavos negros traídos por los europeos que se fusionaron con los pueblos originarios, generando los diferentes estilos. El documental está bien equilibrado, mostrando un poco de las leyendas y mitos, un poco de la historia y lo que hoy en día representa la chacarera en Salavina y en la provincia. El cierre tiene mucho de ritual, como si todo el lugar hubiera pactado con el diablo y lo transformara en una fiesta de música y baile. Gabriel Piquet
Sara Facio: Haber estado ahí
de Cinthia Rajschmir / 8 puntos
¿Cómo representar en un documental a la persona que mejor retrató en fotos la historia política y cultural de un país? A lo largo de 70 minutos, la directora responde esta pregunta y expone distintas facetas de Sara Facio, de 91 años. Bajo la escucha atenta y el diálogo fluido, la artista narra más de seis décadas de su antiguo oficio (la fotografía tiene fecha de vencimiento, o por lo menos así lo cuenta ella, manifestando sus problemas de salud). Pero no es uno uso excesivo de la nostalgia, sólo al final para contar lo que fue su gran amor (María Elena Walsh); el material utiliza distintos recursos para exponer la vida de Facio, desde pasear con un Fiat 600, como ella poseía, por el centro porteño, para recrear imágenes icónicas de la artista hasta utilizar sus fotografías para ir a un momento puntual. A través de esta creatividad, vemos su voyerismo (al sacar fotos donde es difícil acceder, como la trágica llegada de Perón a Ezeiza en 1973) sumado a un viaje (sólo del equipo técnico) a la casa donde vivió Pablo Neruda, en Chile, que Sara visitaba ya que tenía una amistad con el poeta. Sin dudas, el documental abarca todas las etapas (feministas y políticos incluidos) de este emblema nacional. Emiliano Attadia
Terminal young
, de Lucía Seles / 8 puntos
Una forma de subvertir parámetros narrativos; un modo de poner el mundo patas para arriba; una película coral que se resiste a mostrarse como un conjunto de voces y personajes armónicos; un desfasaje entre expectativa y realidad sostenido por diversos usos de la oralidad. Cada uno de estos elementos contribuye a una singular poética que cae como una nave extraterrestre al presente del cine argentino. Seles escribe frenéticamente y propone un método cuyo desquicio inicial da paso progresivamente a un mundo particular de personajes extraordinarios: la chica de Villa Elisa, el sanjuanino, la tenista, el contador, el garante, Luján, el dueño del club, la mamá del sanjuanino, Young, todas versiones de una neurosis urbana expresada en los cuerpos, en los gestos y en intercambios verbales que amagan con desembocar en la tercera guerra mundial, pero que finalmente continúan transitando por la vida inexplicablemente. La insubordinación que propone Seles a las convenciones no está lejos de la monomanía quijotesca: subvertir un mundo donde no hay posibilidad de ajustarse a una lógica, a un cumplimiento de reglas empaquetadas. Los deseos, los miedos, la necesidad de escapar a lo que todos llaman lo normal atraviesan los movimientos y las palabras de los personajes. No obstante, lejos de intelectualizar dicho ejercicio, se vive la experiencia como si estuviéramos ahí, compartimos su neurosis creativa, (como la cámara) inquietos, desde diferentes ángulos, descentrando la mirada permanentemente. Una poética singular, inusual, que reitera a sus películas anteriores y abre el desafío de saber cómo sigue en las próximas. Guillermo Colantonio
The urgency of death
de Lucía Seles / 7 puntos
El método Seles se pone en funcionamiento nuevamente. Es una máquina que no para de escribir/filmar. Podría ser un plano empalmado con Terminal Young, como si cruzáramos la calle y nos transportáramos a otro barrio. En este caso, el espacio evocado, mostrado y referido es una confitería tradicional. Entre idas y venidas, los personajes (siempre en tránsito) vuelven a expresar sus fobias y a poner en crisis el lenguaje como instrumento transparente de comunicación. En la mirada, en los silencios, hay que buscar dolor, imposibilidad, la neurosis propia de quienes no quieren (ni tienen) por qué ajustarse al mundo tal como aparece empaquetado. Todo esto siempre acompañado por el lirismo de las palabras que la misma Seles teje a un costado del plano y que acompañan el devenir de una existencia ligada al absurdo, a la pérdida de centro y a la búsqueda incesante. Y si bien el humor se hace presente como condición necesaria para afrontar la vida, una pátina de melancolía y de tristeza sobrevuela los aires de la película. No obstante, lo que distingue a Seles de tantas otras expresiones del cine argentino que hacen de esa crisis un regodeo existencial, es ponerse a la altura de los personajes que inventa y transformar todo en productividad narrativa. El resultado es por lo menos sorprendente. Guillermo Colantonio
Una claustrocinefilia
de Alessandro Aniballi / 6 puntos
La pandemia dio para todo. En el cine, podría decirse que asistimos a un amplio abanico que va desde las chantadas con disfraces importantes hasta la aparición de ejercicios autoproclamándose películas. Pongamos la propuesta de Aniballi, crítico y guionista, a mitad de camino. Por momentos, el péndulo nos conduce a una especie de ombliguismo, de exacerbación verbal que agota; por otros, asistimos a una voraz lectura pasional donde una multiplicidad de fragmentos de la historia del cine son montados con la locura digna de alguien que padece la enfermedad de la cinefilia. Varios alter ego son proyecciones de un individuo encerrado, movimientos que se abren al abismo de las imágenes para hacerlas jugar en otras canchas que las originales. Así se suceden fotogramas de Welles, Antonioni, Keaton, Chaplin, Godard, Polanski, Rosi, Fellini, Pasolini, entre otros. Cada plano es resignificado en función de cómo aparece pegado a otro. Mientras tanto, Alessandro dialoga con su PC (ingenioso el chascarrillo para indicar cómo han cambiado los tiempos en torno a esas dos letras en Italia). El discurso, no exento de humor y de ironía, trabaja implícitamente la idea de que las películas nos salvan y de que el mundo exterior sólo puede ser referido a partir de ellas. Como alguna vez sostuvo Derrida en El cine y sus fantasmas: “Se aprende lo que es un beso en el cine, antes de aprenderlo en la vida”. Guillermo Colantonio
Ultimo recurso
de Matías Szulanski / 6 puntos
A la redacción de una vieja revista deportiva comienzan a llegar sobres con material que indica que el primer mundial de fútbol se realizó en 1924 y el goleador fue un jugador judío que jugó para Argentina. Dos mujeres que forman parte del staff de la revista, una experimentada y la otra una pasante, comenzarán una investigación sobre el tema. La película es una comedia con una estructura de investigación similar a las de los films de periodistas que seguían casos conspiratorios en el cine de los 70’s. Es vertiginosa y hay mucho material filmado en las calles del microcentro de Buenos Aires. El humor absurdo funciona en algunas ocasiones, como en la escena de la persecución con diferentes vehículos o en el intento de las protagonistas por encender un cigarrillo, aunque en otras el timing no es el mejor. Las protagonistas van de menos a más; al principio, la química parece forzada, con algunos diálogos que no les quedan naturales. A medida que avanza el relato, la reiteración de algunas acciones ayuda a generar más empatía con ambas. Los últimos veinte minutos se pierden un poco, y hay una escena en el Delta que no suma, ya que parece que se va a cerrar una incógnita y la dejan abierta. En líneas generales, la película es entretenida y hay un intento de generar humor. Los resultados dispares no le restan fuerza. Gabriel Piquet
Verdens ende (Desolación)
de Mirko Stopar / 7 puntos
Mientras hacía investigación para su anterior trabajo cinematográfico, al realizador le llamó la atención el nombre de una isla cercana al continente antártico: Desolación, porque nadie la reclamaba. A partir de un trabajo de búsqueda que comenzó a hacer, descubrió una fascinante historia vinculada con un meteorólogo noruego llamado Rasmussen, quien estuvo en un puesto que construyeron y presumiblemente murió en la isla. Todo huele a relato fantástico, aunque algunos nombres sean reales, nunca terminamos de saber hasta dónde juega el realizador con la historia que nos cuenta. Esta especie de falso documental que va encaminándose al relato de horror es muy sólido. Hay una influencia explícita de la literatura de Joseph Conrad, pero podemos encontrar elementos cercanos al universo carpenteriano de La cosa, no por la truculencia del relato, sino por el imaginario de locaciones y climas fríos que el protagonista del relato tiene que enfrentar en la isla. También podríamos hablar de una infección; no hay un ser monstruoso que se adapta a otras formas, pero lo maligno de esta isla puede generar una fiebre que termina teniendo casi las mismas consecuencias destructivas. El trabajo de reapropiarse de imágenes de archivo y la utilización de dibujos que parecen hechos con carbonilla termina generando un gran clima cuando Rasmussen relata en su diario lo que vivió en esa isla maldita. Stopar se pone delante de la cámara y hace de narrador/detective para buscar una verdad que abre más puntas cada vez que recibe nueva información, aunque todo vuelva al meteorólogo. Como los grandes cierres de la literatura o cine fantástico, deja este relato para que estemos avisados, deja su propio diario anunciando que estemos preparados por si el mal se escapa de Desolación. Gabriel Piquet
Viedma, la capital que no fue
de Jorge Leandro Colás / 7 puntos
El espacio retorna nuevamente como protagonista en una película del joven cineasta, pero esta vez desde una condición fantasmagórica. Las primeras imágenes con un hombre recorriendo un paisaje y transitando el recuerdo de aquello que pudo haber sido inauguran el tono del documental, su halo de tristeza, pero al mismo tiempo de extrañeza ante un proyecto descomunal cuyas consecuencias políticas aún siguen deambulando en el terreno de las conjeturas. Como es de público conocimiento, en 1986 el entonces presidente Raúl Alfonsín intentó trasladar la capital a Viedma, en Río Negro. Con algunas imágenes de archivo y una multiplicidad de testimonios, Colás da forma a un tablero de opiniones y versiones sobre lo acontecido. Paralelamente, construye las tramas visibles y ocultas de un proyecto calificado como “conmoción” para quienes residían en tierras del sur. Las confrontaciones entre expectativa y realidad ganan progresivamente terreno a medida que avanzan los minutos, al igual que la siniestra intervención de grupos económicos y corporaciones periodísticas que ya sabían cuándo bajar de un plumazo la propuesta. Y si bien el tono general de la película pueda verse afectado por un aroma de documental institucional, son innegables la riqueza informativa y la labor de montaje para crear momentos jugosos. Uno de ellos pone en escena a un periodista de Clarín, ansioso por dar la primicia del traslado hasta que su jefe derrumba la idea con la siniestra sutileza de los poderosos: Se sabía de las órdenes dictaminadas por organismos internacionales. La versión oficial es que todo se frustra por falta de fondos en medio de una crisis económica galopante; la otra, ya es parte del acervo testimonial que el documental se encarga de mostrar con la recurrente habilidad del director. Eso sí, ver algunas caras del pasado dan náuseas. Guillermo Colantonio
Zanox: Risks and side effects
de Benő Baranyi / 7 puntos
Misi es un adolescente que tiene problemas de ansiedad y ataques de pánico. Está probando una droga experimental llamada Zanox. En el último día de clases, tiene que aprobar su examen, vencer su formalidad y timidez, salir con una compañera de clases que le gusta e ir con ella a una fiesta. Todo saldrá mal, la chica será atacada por un asesino. Cuando intenta ir con ella en la ambulancia que la lleva, recibirá un golpe y terminará en el hospital. Allí conocerá a un viejo borracho que le dará de beber palinka (una bebida tradicional húngara que lleva alcohol). El joven comenzará a tener efectos secundarios de la droga que toma, podrá hacer un salto en el tiempo y volverá al mismo día que comenzó para tratar de arreglar todo lo que le salió mal. La premisa es similar a Hechizo del tiempo. Hay una subtrama de thriller psicológico con un asesino, lo que saca un poco de la comedia tradicional. Quizás en los 80’s y 90’s había fusiones de géneros que eran más comunes, como My science project (1985) o Idle hands (1999), pero hoy este tipo de comedias escasean. La película funciona perfectamente e incluso tiene ideas de puesta en escena que están muy bien, dando timing a los chistes. Por ejemplo, cuando los protagonistas luego de tener sexo reciben la visita de la policía en la habitación de la joven, ingresan a su habitación y el protagonista se esconde debajo de la cama para no ser visto, pero todos pueden observarlo perfectamente. También hay un chiste de humor negro en esa misma escena, en donde los policías quieren evitar dar información de por qué están ahí y por el handie de uno de ellos se escucha a otro policía preguntar si están en la casa de la amiga de la joven que fue asesinada. Cuando en un giro de la trama se descubre algo y se vuelve todo más dramático, uno espera que se vaya hacia un lugar más sórdido o haya alguna vuelta de tuerca de thriller pretencioso. Sin embargo, esto no sucede y para alegría de los que creemos en la comedia, todo se resuelve manteniendo el humor. Gabriel Piquet
Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente: