Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: Greg Mottola
Guión: Greg Mottola, Zev Borow, basado en la novela de Gregory McDonald
Intérpretes: Jon Hamm, Caitlin Zerra Rose, Roy Wood Jr., Ayden Mayeri, Lorenza Izzo, Domenico Del Giacco, Kyle MacLachlan, Aaron Andrade, Travis Bennett, Annie Mumolo, John Behlmann, Anna Osceola, John Slattery, Lucy Punch, Marcia Gay Harden
Fotografía: Sam Levy
Montaje: Andy Keir
Música: David Arnold
Duración: 98 minutos
Año: 2022
7 puntos
UN REPORTERO DE INVESTIGACIÓN CON CIERTA REPUTACIÓN
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Debo reconocer que nunca vi las películas de Fletch protagonizadas por Chevy Chase ni leí las novelas de Gregory McDonald en las que se basaban. Quizás en un punto eso me haya favorecido, porque pude zambullirme en esta nueva encarnación del personaje sin condicionamientos previos. Y eso me transportó a un mundo con reglas particulares, que reclama a un espectador cómplice, pero al que también invita a un espectáculo de tono leve, aunque muy disfrutable.
Podría decirse que hay un fuerte componente anacrónico en Confess, Fletch, pero en el buen sentido, porque implica una libertad de la que gran parte del cine norteamericano carece casi por completo. No hay en el film de Greg Mottola una necesidad de decir algo importante sobre el mundo o alguna clase de alegoría social, política o psicológica. En cambio, el relato avanza con total desenfado con su cuento de misterio, protagonizado por un individuo como es Fletch –excelente Jon Hamm-, que anda por la vida con aire absolutamente despreocupado y que se presenta a sí mismo como un “reportero de investigación con cierta reputación”. Y que le tocará lidiar con un asesinato donde luce como el principal sospechoso, que se da en el contexto de un secuestro y el robo de una colección de arte.
Si ya la narración desde el comienzo despliega múltiples tramas interconectadas, luego se encarga de presentar varios sospechosos, uno más extravagante que otro: una condesa (Marcia Gay Harden sobreactuadísima, pero para bien), un vendedor de arte (Kyle MacLachlan), la heredera del dueño de las obras de arte (Lorenza Izzo), la vecina del lugar donde apareció el cadáver (Annie Mumolo), entre otros. Sin olvidar a la pareja de detectives que investigan el caso, que seguirán obsesivamente a Fletch a todos lados, y con algo de razón, porque son difíciles de dilucidar los motivos que empujan a ese sujeto a meterse en toda clase de trampas y problemas. Todos ellos conforman un mundo corrido de la normalidad, picaresco y juguetón, que es un enigma en sí mismo y que trasciende el interrogante sobre quién es el culpable del homicidio y el robo.
Lo que vemos en Confess, Fletch es una interpelación constante entre niveles de excentricidad. Es decir, un conjunto de seres que habita cada uno en su mundo particular y que choca con los mundos de los demás de diversas maneras. A medida que pasan los minutos, nos damos cuenta de que la pesquisa emprendida por Fletch es más que nada una excusa para adentrarnos en esa red de interacciones donde el clima dominante es la comedia absurda, tanto desde los diálogos como desde la fisicidad. Mottola y el elenco –especialmente Hamm, que pone su cuerpo y su carisma al servicio del disparate- se divierten con toda la sucesión de eventos que se van sucediendo, pero el gran mérito del film es invitar al espectador a esa pequeña fiesta.
La liviandad casi burbujeante de Confess, Fletch explica también su fracaso comercial: la película tuvo un paso fugaz por los cines y las perspectivas de una secuela (por más que Mottola haya dicho que ya está trabajando en un nuevo guión) lucen casi utópicas. Es que el cine (y el público) de hoy, rimbombante y solemne –incluso con un relato de misterio como es Glass Onion, que primero se propone como juguetón, para luego ceder a la seriedad impostada-, no parece estar dispuesto a entregarse a la diversión sin condicionamientos mensajísticos. Una pena, porque la verdad que necesitamos pequeños momentos felices como los de esta película.
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