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Granizo

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Marcos Carnevale
Guión: Nicolás Giacobone, Fernando Balmayor
Intérpretes: Guillermo Francella, Romina Fernandes, Peto Menahem, Laurita Fernández, Martín Seefeld, Nicolás Scarpino, Viviana Saccone, Eugenia Guerty, Norman Briski, Pompeyo Audivert, Juan Tupac Soler, Carla Pandolfi, Los Palmeras
Fotografía: Horacio Maira
Montaje: Luis Barros
Música: Gustavo Pomeranec
Duración: 118 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix


4 puntos


CINE FANTÁSTICO ARGENTINO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

NdR: Se revelan detalles clave de la trama.

Granizo no es una película, en verdad es una serie de conceptos enlazados de tal manera que simulan ser una película. Es antes que nada la “nueva de Guillermo Francella”, pero también “la nueva de Marcos Carnevale”, dos nombres propios que son en sí mismo subgéneros de nuestro cine: uno sabe más o menos qué puede esperar de ellos y ellos, obvio, saben lo que su público espera y se lo dan en dosis generosas. Y es, también, “la película argentina para Netflix”. Pero, además, Granizo es una comedia sostenida en un registro costumbrista, que esconde hacia el final una aproximación al cine catástrofe, subgénero que en su momento era emblemático del cine norteamericano pero que a partir del avance de la tecnología ha permitido que cinematografías periféricas como la nuestra lo aborden con una mirada más o menos propia. Lo primero, lo costumbrista, se evidencia en el registro humorístico que maneja la película, plagada de detalles sobre cierta identidad del argentino medio. Pero, también, en la presencia de figuras de la tele vernácula que aparecen allí para dar cierto sello de autoridad: hay claramente un vínculo entre ese universo televisivo y el público potencial de la película, cuyo máximo nivel de guiño pop es que aparezca Marcelo Polino. Lo otro, lo vinculado con el cine catástrofe, genera un nexo con otra idea y que tiene que ver con una noción un poco falsa: que en Argentina hay una industria cinematográfica, que podemos hacerlas como las hacen “los yanquis”. La de la industria es la fantasía del cine nacional, el verdadero cine fantástico argentino. Granizo responde a todos esos imaginarios.

La de la industria es una idea de fines de los 90’s, década en la que se instala un poco esa falsa impresión, y hace recordar a Comodines, película que se vendía con el eslogan “no lo vas a poder creer”, que no tenía nada que ver con lo que pasaba en la trama y sí mucho más con lo que la película pretendía ser desde su diseño de producción: un film de acción, una buddy movie, como las que hacían los yanquis. La comparación no es antojadiza, porque Granizo aborda el cine catástrofe de la misma forma que Comodines lo hacía con la acción: desde la más absoluta impericia. Hacia el final cae sobre Buenos Aires una granizada épica, que destruye todo a su paso. Técnicamente la secuencia es muy lograda, pensando sobre todo en los estándares técnicos del cine nacional. Ahora bien, la secuencia es de una gratuidad absoluta y carece de una idea de lo que el cine catástrofe representa, lo que lo hace vibrar: la pequeñez de lo humano ante la naturaleza. No hay durante esa secuencia personajes en riesgo, todo está narrado con una quietud pasmosa, como las explosiones en aquella película con Adrián Suar y Carlos Calvo. Carnevale cree que la tecnología en el cine tiene un valor por sí mismo, pero se olvida de lo importante. No narra, observa desde debajo de la mesa en la que se refugia Francella.

Antes que todo esto llegue, lo que tenemos es otro drama convencional entre un padre que se comprometió demasiado con su trabajo y una hija distante, que le pasa factura. El vínculo se compondrá luego de que el padre, meteorólogo estrella de la televisión, la pifie con un pronóstico y el público pase a odiarlo. Tal vez eso es lo único interesante de la película, la forma en que relaciona su superficie temática con los temas subyugantes: es en definitiva una historia de recomposición de vínculos paterno-filiales a partir de un fenómeno meteorológico inusitado. Y sería efectivo, claro, si Granizo no saliera de cierto aforismo, si muchas ideas sobre la televisión, los medios y la relación con la sociedad no fueran un poco rancias, si Francella no retomara algunos mohines que creíamos abandonados y si la puesta en escena de Carnevale no dejara de ser un plano contra plano, entre tomas con drones de publicidad turística. La vara del director es tan baja, que podemos medir a Granizo por lo menos mala que es en relación a otras películas anteriores.


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