Por Mex Faliero
Una de las noticias de la semana fue, sin dudas, el cachetazo tan Siglo XIX que Will Smith le arrojó a Chris Rock durante la 94ª entrega del Oscar. Ya se dijeron un montón de cosas, se analizó desde todos los ángulos como un gol dudoso en la final del campeonato y las repercusiones llegan hasta la posible cancelación de un proyecto que Smith iba a protagonizar en Netflix, entre otros asuntos. Por lo tanto, y aceptando que uno llega tarde al reparto de análisis, lo que quiero señalar son algunas particularidades que tuvo dicho evento y que trascienden a la mera agresión. En primera instancia, que mientras uno veía lo que pasaba no terminaba de darle asidero: ¿era posible que ocurriera algo tan violento en el marco de una ceremonia controlada hasta el límite de la exasperación? Mientras realizaba la cobertura, me llegaban los mensajes de amigos preguntando si eso había sido real o una puesta en escena. Voy a contar una asociación libre que hice: estaban presentando el premio a Mejor Documental y qué mejor que ilustrar el pasaje con un hecho absolutamente realista, algo que rompe con el carácter ficcional de todo el asunto. Hubiera funcionado en esos términos, como cuando premian maquillaje y sube alguien con una careta. Pero no, Smith estaba notoriamente ofuscado y el silencio incómodo de Rock daba la idea de algo real. El Mejor Documental, entonces, fue antecedido por una dosis de realidad sobresaliente entre tanto artificio. Otra cosa significativa, y que demuestra el poder de la ficción por sobre la realidad, es que incluso cuando la situación ya había pasado a mayores, muchas personas en el auditorio se reían. Nadie podía creer que algo así estuviera pasando en serio. Es más, no exagero al decir que si Smith hubiera subido con un revólver y le pegaba cuatro tiros a Rock, incluso ahí, muchos seguirían riendo pensando que se trataba de lago falso, una puesta en escena. La cachetada de Smith a Rock fue un evento extraordinario, algo que nos puso en evidencia la forma en que nuestro cerebro decodifica diversos eventos y cómo reaccionamos ante ellos. Un chiste de mal gusto y una cachetada fueron el mayor evento que la máxima fábrica de fantasía, involuntariamente o no, pudo ofrecernos. Que alguien edite este pasaje y, como el meme de Spider-Man, que el año que viene la Academia se dé el Oscar a sí misma, como aceptación de que la ficción nunca podrá imponerse a lo real pero, a la vez, de que en ocasiones sabe camuflarse como tal.
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