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La masacre de Texas

Título original: Texas Chainsaw Massacre
Origen: EE.UU.
Dirección: David Blue Garcia
Guión: Chris Thomas Devlin
Intérpretes: Sarah Yarkin, Elsie Fisher, Mark Burnham, Jacob Latimore, Moe Dunford, Olwen Fouéré, Jessica Allain, Nell Hudson, Alice Krige, William Hope, Jolyon Coy, Sam Douglas, John Larroquette
Fotografía: Ricardo Diaz
Montaje: Christopher S. Capp
Música: Colin Stetson
Duración: 83 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix


5 puntos


UNA FRANQUICIA ANTE SUS LÍMITES

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Film de culto, muy citado -aunque quizás no tan visto- y altamente influyente en el cine de terror de los últimos cuarenta años, The Texas chainsaw massacre (conocido durante mucho tiempo en la Argentina como El loco de la motosierra) es quizás una obra irrepetible. Lo cual no deja de ser paradójico, porque todas las secuelas, precuelas, remakes y reversiones son básicamente una repetición del esquema del film original: un grupo de jóvenes encontrándose accidentalmente con Leatherface y quizás algún otro integrante de su familia de locos y caníbales. Y, sin embargo, siempre que se anuncia una nueva entrega de la franquicia, se genera una expectativa un tanto desmedida, como si fuera posible inventar nuevamente la pólvora.

Quizás por eso de las expectativas -posiblemente acrecentadas por la participación de Fede Alvarez y Rodo Sayagues en la producción y el armado de la historia- es que La masacre de Texas terminó siendo vapuleada por la crítica estadounidense con una energía digna de mejores causas. Lo cierto es que el film dirigido por David Blue Garcia hace lo esperable para estos tiempos: diseñar una secuela-legado, que ignora todas las películas excepto la original y trae de vuelta a Sally (Olwen Fouéré), la única superviviente de esa primera masacre ocurrida en los setenta. La excusa esta vez es la llegada de un grupo de jóvenes idealistas que arriban a un remoto pueblo texano y, sin proponérselo, alteran la tranquila existencia de Leatherface, quien, tras la muerte de un ser querido, se arma una nueva máscara y vuelve a darle uso a su imprescindible motosierra.

En La masacre de Texas se percibe una tensión constante entre la referencialidad icónica al film original y la voluntad por configurar una puesta en escena distintiva, que se más que nada desde lo icónico y formal. En eso replica en parte los dilemas que afrontaron las nuevas entregas de Scream y Halloween: también aquí hay un movimiento estético y narrativo que alterna entre la fidelidad, el alejamiento y la relectura que no termina de ser del todo redondo. Sin embargo, aquí esa dificultad se agrava porque el guión de Chris Thomas Devlin no construye un solo personaje atractivo -son todos entre chatos y descartables- y toma unas cuantas decisiones arbitrarias, incluso para el grado de inverosímil que permite el slasher, en particular hacia el final.

Es cierto que La masacre de Texas cuenta con algunas secuencias trabajadas con bastante inteligencia desde el sonido y el punto de vista, en las que se nota un vínculo potente con No respires, aquel gran thriller de Alvarez. Pero también que el film no pasa de ser un compendio de pequeños logros formales y que finalmente solo cuenta con la iconicidad de Leatherface como elemento de alto impacto. La masacre de Texas tiene algunos pasajes entretenidos y no merecía tanto maltrato, pero también es evidente que no hay mucho más por explorar en la franquicia.


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