Título original: Army of thieves
Origen: EE.UU. / Alemania
Dirección: Matthias Schweighöfer
Guión: Shay Hatten
Intérpretes: Matthias Schweighöfer, Nathalie Emmanuel, Ruby O. Fee, Stuart Martin, Guz Khan, Jonathan Cohen, Noémie Nakai, Christian Steyer, Dan Bradford, Trent Garrett, Barbara Meier
Fotografía: Bernhard Jasper
Montaje: Alexander Berner
Música: Steve Mazzaro, Hans Zimmer
Duración: 127 minutos
Año: 2021
5 puntos
EL GRAN ROBO MÁS PEQUEÑO DE TODOS
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
El poderío de Netflix -y sus ambiciones, y su omnipotencia- es tan grande a esta altura, que le permite inventar franquicias casi de la nada, confiando en el nivel de penetración de sus algoritmos y su propia estructura de streaming. Todo construido alrededor de El ejército de los muertos -una película apenas aceptable- es un buen ejemplo: ya antes de estrenarse se estaba planeando una secuela y su lanzamiento fue acompañado por el anuncio de una serie animé (que llegará el año que viene) y de un spinoff que es más bien una precuela. Eso último es El ejército de los ladrones, que solo se conecta con el film original a partir de un personaje y un par de referencias puntuales a un brote zombie.
La conexión se da a través de Dieter (Matthias Schweighöfer, quien también dirige el film), el experto en cajas fuertes de El ejército de los muertos, a quien vemos aquí como un opaco empleado bancario, con una rutina extremadamente intrascendente y aburrida. En sus ratos libres, Dieter publica en YouTube videos sobre historias vinculadas a cajas fuertes que nadie ve, como para terminar de convencerse de que lo que hace no le importa a nadie. Hasta que, súbitamente alguien ve el video: ese alguien es Gwendoline (Nathalie Emmanuel), quien le envía una particular invitación y lo termina integrando a su banda para un robo, o más bien, una serie de robos. El objetivo es penetrar en tres legendarias cajas fuertes que tuvieron un mismo fabricante y una trágica historia atrás, con apenas días de diferencia entre cada golpe. En el medio, para concretar la hazaña, deberán eludir a las fuerzas de la ley, encabezadas por Delacroix (Jonathan Coen), un obsesivo agente de la Interpol que tiene una cuenta pendiente con Gwendoline y su gente.
En verdad, lo que busca contar en el fondo El ejército de los ladrones es el vínculo progresivamente romántico entre el tímido Dieter y la avasallante -pero también insegura- Gwendoline, lo cual es totalmente válido, aunque requeriría de una estructura sólida que respalde la historia. Porque lo cierto es que -haciendo un paralelismo un tanto antojadizo-, si Dieter parece haber nacido para descifrar las combinaciones de las cajas fuertes, el relato que protagoniza nunca encuentra la combinación apropiada para llevar adelante sus conflictos. Es que, al fin y al cabo, lo que debería impulsar al andamiaje narrativo es el vértigo de la planificación y ejecución de los robos, las persecuciones, las dinámicas y tensiones en el grupo de criminales, con el romanticismo como hilo temático subyacente. Pero al film le cuesta diseñar personajes secundarios o antagonistas que vayan más allá del estereotipo exacerbado; pone a los protagonistas a expresar sus sentimientos solo mediante diálogos cada vez más remarcados; y entra en numerosas repeticiones al momento de querer construir suspenso, por lo que finalmente va en contra de sus propios propósitos.
En consecuencia, a pesar de su despliegue de eventos y locaciones para sustentar sus ambiciones, El ejército de los ladrones no puede evitar lucir como una película pequeña y limitada, donde las tensiones son mínimas y lo que se pone en juego no parece ser tan relevante. Si bien es cierto que Dieter y Gwendoline terminan desarrollando un vínculo atractivo, la historia trágica alrededor de las cajas fuertes a robar tiene cierta potencia y hay algunas secuencias de acción pasables, la sensación que prevalece es la de una medianía absoluta. En eso, estamos ciertamente ante una película muy Netflix.
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