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Sin rastros

Título original: Hour of Lead
Origen: EE.UU.
Dirección: Peter Facinelli
Guión: Peter Facinelli
Intérpretes: Thomas Jane, Anne Heche, Jason Patric, Gregory Harrison, Peter Facinelli, John D. Hickman, Rebecca Lines, Aleksei Archer, Lily Anne Harrison, Alex Haydon, James H Keating, Dean Shortland
Fotografía: Cory Geryak
Montaje: Vaughn Bien III
Música: Sacha Chaban
Duración: 115 minutos
Año: 2020


3 puntos


CAJAS VACÍAS

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Koko-di Koko-da era un film sueco del 2019 de Johannes Nyholm donde una familia perdía a su hija en los primeros minutos. Años después vemos a la pareja desgastada por la tragedia, acampando en un bosque oscuro donde son hostigados por un grupo de personajes extraños, intentando sobrevivir en un escenario que se repite como en la legendaria El día de la marmota. El film de Nyholm torna un film de terror en el móvil de un hecho traumático y un mensaje de aceptación que termina siendo sumamente llano a pesar de algunos chispazos interesantes. Pero esta semana no hablamos de este film, sino de otro que repite la idea de acampar y la hija perdida, pero se enmascara como un thriller con ínfulas de psicológico. Al menos Koko-di Koko-da era breve y ofrecía como marco personajes perturbadores y actuaciones consistentes. El relato tenías más agujeros que un gruyere pero al menos abrazaba su naturaleza terrorífica y entretenía con eso. Sin rastros, el estreno de Peter Facinelli, dura casi dos horas y en su estructura de thriller termina siendo una gran pavada. El film se resuelve en uno de esos giros mediocres que asomaban a comienzos de siglo tras el éxito de Sexto sentido con su fórmula de twist ending, como si solo ese recurso pudiera inaugurar un subgénero. Pero Sin rastros ocurre muchos años después, es paupérrima en su ejecución, y el giro solo termina de confirmar las carencias de cada uno de los apartados que sostienen este juego de cajas chinas que la progresión torna cada vez más irrelevante.

Sin rastros arranca con una familia yendo a acampar. El movimiento de cámara anticipa que algo no está del todo bien ya que no deja de moverse, más allá de la escena diáfana que parece salida de un manual de clichés sobre films familiares. Pero aquí se agota el intento de sutileza de Facinelli, tanto como director como guionista. Anne Heche esta desquiciada desde pasados los 15 minutos mientras que Thomas Jane intenta darle cierta sutileza a su actuación dentro del marco de un film que traza con marcador grueso cada momento. Sin dudas el relato intenta reflexionar dentro del marco de la tragedia sobre los prejuicios de la clase media norteamericana -tengamos en cuenta que Paul, el personaje interpretado por Jane, es veterano de guerra-, al tiempo que se profundiza la paranoia con su entorno. La pareja que está próxima son demasiado “liberales” y la joven interpretada por Aleksei Archer despierta los celos de Wendy (Heche), encadenando sospechas y situaciones horriblemente forzadas. Un chico extraño da vueltas por el camping y cuando no le devuelve el saludo le parece un tipo raro -aún peor cuando se descubre que es un “drogadicto perdido”-. El fulano que administra el camping se expresa como un manual de asesinos seriales a través de su ropa y destrato con la pobre pareja que ha perdido a su niña. En fin, Wendy sospecha de todos forzando cualquier elemento para sospechar que se han metido con su hija y si fuera por el repertorio que muestra el film, diríamos que está justificado. Pero es obvio que este rejunte de estereotipos es para subrayar algo, buscar subtexto, más allá de ser orgánico con el bizarro giro del final. Es obvio que falla miserablemente.

Aún más grave, el relato tiene la poco feliz idea de estructurarse en base a los pocos días que se suceden tras la desaparición de la niña. Esto no sería inconveniente si los personajes tuvieran una progresión dramática, un marco donde las emociones respiren las consecuencias de la tragedia, pero no, esto es Sin rastros, y en seis días se condensan situaciones extremas, asesinatos, subtramas inexplicables como la del sheriff (Jason Patric) y un intento de suicidio que permanece aislado en el relato sin sentido. De repente al pasar la hora el film es una suerte de Twin Peaks clase Z donde está claro que Facinelli se guarda una carta. Y uno hubiera deseado que se la guarde, no la juegue, y abandone la partida con un mediometraje de final abierto. Pero tenemos el círculo completo, el giro, el tiro del final, una resignificación tan ridícula que no merece ser mencionada. No podemos decir que no lo anunciaba: el film está lleno de puntos de vista arbitrarios y tramposos.

El film es de un vacío pretencioso que derrama su mediocridad y termina alcanzando a la pobre Emily Dickinson. Lean a la poetisa, olvídense de este pequeño ejercicio televisivo que apenas tiene buenas intenciones.

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