Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
El 18 de marzo de 1990, se robaron trece obras de arte del Museo Isabella Stewart Gardner, en Boston. El hurto, además de representar un enorme valor artístico y monetario, tuvo sus particularidades: los guardias de la institución dijeron que los ladrones fueron dos hombres que pretendieron ser oficiales de la policía -con uniformes y todo- para poder entrar al lugar, maniatarlos y luego saquear el lugar. Esto es un atraco: el mayor robo de arte del mundo, miniserie documental que puede verse por Netflix, se propone indagar en el antes y después del hecho, buscando respuestas que se revelan como elusivas. En cuatro episodios de algo menos de una hora cada uno (todos dirigidos por Colin Barnicle), desarrolla un tono metódico y profesional, aunque algo impersonal, que alterna entre testimonios y recreaciones ficcionales de los hechos reales, enunciando progresivamente las pistas que se abren. ¿Fue un trabajo desde adentro? ¿Quién podría estar interesado en esas obras emblemáticas, pero casi imposibles de vender o incluso atesorar? ¿Cuáles eran las motivaciones reales de los criminales? ¿Cómo piensan y operan el selecto grupo de ladrones del arte? Lo cierto es que a la miniserie le cuesta encontrar un centro narrativo en sus dos primeros capítulos, que no llegan a acumular la suficiente tensión y vigor. Sin embargo, cuando aparecen en escena un sector de la mafia italiana como posible perpetrador y en particular una pintoresca personalidad como el veterano ladrón de arte Myles Connor, el relato se convierte en algo más. No tanto en una narración sobre un robo repleto de cabos sueltos, sino más bien en un recorrido por un submundo de afinidades y rivalidades marcadas por el profesionalismo, la amistad y hasta los lazos familiares, pero con la criminalidad ítalo-americana y la geografía de la Costa Este de Estados Unidos como telones de fondo. Si los mafiosos italianos alimentaron las carreras de grandes cineastas como Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, aquí también demuestran que pueden aportarles nuevas aristas a un género como el documental y hasta complementarse de formas inesperadas con el paisaje de una ciudad reconociblemente irlandesa como Boston. Esto es un atraco: el mayor robo de arte del mundo culmina en un callejón sin salida para lo que era su punto de partida, pero en el medio se permite detectar un espacio donde confluyen la supuesta alta cultura con la criminalidad más áspera y sangrienta.
-Los cuatro episodios de Esto es un atraco: el mayor robo de arte del mundo están disponibles en Netflix.