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Demon slayer: El tren infinito

Título original: Kimetsu no Yaiba: Mugen Ressha-Hen
Origen: Japón
Dirección: Haruo Sotozaki
Guión: Koyoharu Gotouge, sobre el manga «Kimetsu no yaiba»
Voces originales: Natsuki Hanae, Akari Kito, Hiro Shimono, Yoshitsugu Matsuoka, Satoshi Hino, Takahiro Sakurai, Katsuyuki Konishi, Saori Hayami, Kenichi Suzumura, Tomokazu Seki
Producción: Hikaru Kondo
Montaje: Manabu Kamino
Música: Yuki Kajiura, Go Shiina
Duración: 117 minutos
Año: 2020


6 puntos


DEMONIOS DE LA ERA TAISHO

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

El pobre Tanjiro no lo tiene fácil. Sostén de su familia tras la muerte de su padre, un día decide ir al pueblo más cercano, para en su retorno encontrar a su familia masacrada por demonios. A esta horrorosa tragedia se suma que su hermana Nezuko, que logró sobrevivir, se transformó en un demonio. Esta es la oscura premisa del manga Demon slayer: kimetsu no yaiba, obra de Koyoharo Gotouge, que tuvo una adaptación al anime de la mano de Haruo Sotozaki, del talentoso estudio Ufotable. Precisamente el mismo estudio y director se hizo cargo de este film, que funciona como una secuela del anime que actualmente puede verse por Netflix, Demon slayer: El tren infinito. También es una suerte de puente hacia la segunda temporada que está en producción, dejando una propuesta sólida, con el vértigo y el encanto del anime, aunque sin demasiados riesgos estéticos y narrativos. Por otro lado, si bien puede verse de forma autónoma, la compleja mitología del universo de Demon slayer será imposible de seguir para quienes se acerquen por primera vez a este material en el cine.

Como dijimos se trata de una secuela, por lo tanto ya debemos asumir que Tanjiro se unió a una agrupación que tiene la finalidad de matar demonios y resguardar la vida de quienes sean blanco de sus ataques. Al mismo tiempo debe cuidar de su hermana demonio Nezuko, que convive con su condición. El grupo conformado también por Inosuke y Zenitsu aborda un tren con la finalidad de asistir a un matademonios (Kyojuro Rengoku) que tiene un rango superior, en la búsqueda de un demonio que ha asesinado a varios matademonios. La sorpresa de nuestro grupo será cuando comprendan que dicho demonio está más camuflado de lo que pensaban y resulta enormemente poderoso. Al desafío del enfrentamiento físico se suma el psicológico, cuando deban confrontar traumas del pasado.

Estéticamente varias de las virtudes del film se trasladan por las virtudes del anime: una adaptación fiel y dinámica de las secuencias de acción del manga original, una banda sonora dramática que raya la solemnidad pero evita el melodrama, un expresivo trabajo del color y en general un desarrollo del monólogo interno que no aburre. En el film gran parte del atractivo radica en que ocurre en un tren, una locación que permite explorar los límites del movimiento de los personajes, al mismo tiempo que da velocidad y vértigo. Por otro lado, nos permite tener una referencia del Japón de comienzos de Siglo XX, que en la era Taisho (1912 – 1926) atravesaba los cambios revolucionarios y aperturas de la era Meiji (1868 – 1912). Pero también da una impresión de episodio ampliado del anime y puente hacia otra temporada, en particular al desdibujar el primer clímax para hacer del desenlace una suma de batallas que tienen otro clímax. En la narración hay personajes que se pierden (Zenitsu es un buen ejemplo) y el intenso melodrama de los últimos 10 minutos no encuentran un balance con el resto de la película, pero inevitablemente se lo piensa como un puente a lo que vendrá.

A quien vio la serie le resultará una propuesta indispensable que permite explorar los confines del personaje de Tanjiro y conocer al carismático Kyojuro, además de entregar algunas secuencias de acción memorables que hacen un buen uso de la animación digital sin alienar el estilo tradicional del anime (algo que se ve ocasionalmente en la entrega de 26 episodios). Sin embargo, no hay aquí una propuesta que invite nuevas miradas o explore de otra forma las virtudes del material original. Es lo que es y quizá, a pesar de sus puntos positivos, es un poco amarrete.

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