No estás en la home
Funcinema

No estoy loca

Título original: Idem
Origen: Chile
Dirección: Nicolás López
Guión: Guillermo Amoedo, Nicolás López
Intérpretes: Paz Bascuñan, Ignacia Allamand, Ariel Levy, Ramón Llao, Fernanda Urrejola, Antonia Zegers, Loreto Aravena, Gabriela Hernández, Carolina Paulsen, Marcial Tagle, Alison Mandel, Luis Pablo Román
Fotografía: Antonio Quercia
Montaje: Diego Macho Gómez
Música: Manuel Riveiro
Duración: 116 minutos
Año: 2018


4 puntos


CURSILERÍAS QUE CURAN

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Con películas como Promedio rojo, la trilogía de Qué pena… o Sin filtro, el chileno Nicolás López se convirtió en un director de comedias bastante exitoso en su país, incluso atravesando las fronteras e instalando un concepto como el de la mencionada Sin filtro, que tuvo versiones por todos lados (aquí por ejemplo tuvimos una exitosa remake con Natalia Oreiro, Re loca). Digamos que no hay nada demasiado elaborado en sus películas, pero al menos tiene cierto oído para los diálogos veloces y una mirada que intenta desempolvar un poco el conservadurismo que lleva encima buena parte de la sociedad chilena. No estoy loca, film de 2018 que llega ahora al VOD en nuestro país, es una mezcla de algunos de los caminos explorados por López anteriormente, y hasta parece una película para aprovechar el suceso que significó aquella Sin filtro: otra vez en el centro una mujer que tendrá que aprender a vivir desoyendo el qué dirán (Paz Bascuñan, protagonista de aquella y habitual del director), y que se encontrará tironeada entre los mandatos y el deseo personal. El problema aquí es que no hay un elemento mágico que justifique los desatinos de un guion imposible.

A Carolina (Bascuñan) su marido la deja el mismo día en que se entera que no podrá tener hijos. Pero no solo eso, el tipo se va con una de sus mejores amigas y le anuncia además que serán padres, lo que potencia ese cruce de estímulos negativos que sufre hasta el estallido. La escena en la que la pareja rompe es un ejemplo de cómo López sabe escribir diálogos de comedia y cómo encontrar lo patético en sus criaturas, algo que alimentará los mejores pasajes de la película (algunos tiene): la madre de Carolina es otro de esos personajes ridículos y risueños en su violencia amable para con la pobre mujer. Sin embargo el director y guionista se olvida de ir por las posibilidades cómicas de su historia y, por el contrario, se dedica a construir una suerte de comedia dramática con la protagonista internada inexplicablemente en una clínica psiquiátrica. Ahí tenemos un primer problema: el balance entre el humor y el drama con lo que sucede ahí dentro es imperfecto, y en ocasiones algunas escenas que deberían apuntar a la risa llevan al llanto; o directamente el humor luce incómodo y forzado.

Obviamente la protagonista hará su camino sanador, aunque uno no entienda muy bien qué es lo que debe sanar. Y por más que López intente acumular personajes lunáticos sacados de la galera para generar alguna risa (y no falta la loca sensible con giro trágico), lo cierto es que su película no puede superar aquello que resulta estructural de su relato. En primer lugar una mirada romántica de la locura que es ya bastante vieja y torpe, y en segundo lugar un acercamiento a la psiquiatría como si se tratara de la sumatoria de aforismos y metáforas baratas. Hija de la generación que volvió exitosa la autoayuda, No estoy loca incluso se anima a jugar algún chistecito autoconsciente sobre Arjona y las metáforas que se le vuelven absolutamente en contra: no te podés reír de lo cursi y lo subrayado, desde lo cursi y lo subrayado. Y es tanta la insistencia de la película en ir por al camino sanador, que el amague con la comedia queda lejano y las casi dos horas se sienten un chicle interminable.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.