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Sword of trust

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Lynn Shelton
Guión: Lynn Shelton, Michael Patrick O’Brien
Intérpretes: Marc Maron, Jon Bass, Michaela Watkins, Jillian Bell, Whitmer Thomas, Toby Huss, Dan Bakkedahl, Lynn Shelton
Fotografía: Jason Oldak
Montaje: Tyler L. Cook
Diseño de producción: John Lavin
Duración: 88 minutos
Año: 2019


7 puntos


EL FILO DE LA ESPADA, Y DE LA HISTORIA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hace unos días conocimos la sorpresiva noticia del fallecimiento de la directora Lynn Shelton, de apenas 54 años y quien deja atrás una carrera con lucimiento tanto en cine como en televisión: en cine fue una de las grandes referentes de ese movimiento del cine independiente norteamericano conocido como mumblecore, con films como Humpday, mientras que en televisión dirigió capítulos de series tan reputadas como Master of none, Mad Men o GLOW. Y si como decíamos, Shelton es una de las referentes del mumblecore, también es cierto que sus películas lucen mucho más libres y ligeras que otras enmarcadas en ese subgénero. Si la apelación a diálogos improvisados y una apuesta por el naturalismo caen ocasionalmente en cierta deriva y en una autoindulgencia narrativa, Shelton tenía la inteligencia como para convertir las carencias en virtud a partir de ajustar aquello que puede resultar endeble. En su cine se observa que para ella el mumblecore no es un sistema que se vale por sí mismo, sino que representa un tono que gobierna la estética pero que no resulta definitivo. Los diálogos se ajustan lo más posible, hay naturalismo pero también cierta consciencia de aspectos genéricos a seguir.

Su último largometraje, Sword of trust, es una muestra de sus virtudes como narradora y de la forma en que entra y sale del mumblecore sin mayores inconvenientes. El protagonista es Mel (Marc Maron), el dueño de una casa de empeños que parece, como los objetos que allí se negocian, anclado al pasado. Pero la llegada al negocio de dos mujeres, Mary y Cynthia (Michaela Watkins y Jillian Bell), es una noticia que para Mel ofrece la posibilidad de mirar por primera vez, y en mucho tiempo, al futuro. Mary y Cynthia llegan al lugar con una vieja espada que heredaron, la cual parece haber sido propiedad de un coronel de la Guerra Civil norteamericana; al menos, algunos certificados lo demostrarían. La búsqueda de compradores da con un grupo de fanáticos sureños, empeñados en demostrar que en verdad el Sur ganó aquella contienda y el mundo ha vivido equivocado. Precisamente sobre esas intermitencias entre la Historia oficial y la no oficial, y sobre cómo construimos nuestras vidas a partir de nociones de hierro, es que Sword of trust avanza sin dejar nunca atrás el espíritu de comedia un poco absurda que la comanda.

Una de las claves de Sword of trust es el propio Maron, pareja en la vida real de la directora y dueño de la idea original sobre la que se construyó el guion. Maron, quien se hizo conocido para un público más masivo a partir de la serie GLOW, es un comediante muy interesante. El actor suele construir un prototipo de personaje dueño de un carácter irascible, un poco marginal, con una impronta amarga y desencantada de la vida. Si el relato se divide en cuatro personajes (a los mencionados se suma el muy divertido Jon Bass), el eje está puesto en Mel, que es quien hace el arco fundamental y quien parece encontrarle un sentido a la aventura que vivirán los protagonistas. Sword of trust avanza como una comedia que se burla de los imaginarios sociales, del conservadurismo y de la ridiculez que rodea en ocasiones a los fanáticos coleccionistas de objetos. Obviamente que Shelton nunca imaginó que esta sería su última película, pero se trata de un film que transmite felicidad y que sintetiza su cine de modo inmejorable. Un perfecto canto de cisne.

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