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Funcinema

Máquina de muerte

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Este artículo contiene spoilers.

Bloodshot se estrenó una semana antes del inicio de la cuarentena en Argentina. Sin haber generado expectativas y con discreta promoción previa, alcanzó cifras aceptables en su breve paso por los cines. A pesar de haber insumido una inversión de 45 millones de dólares, se encuentra en el lote de las películas de superhéroes que no pueden ser considerados como tanques. A su vez, el personaje forma parte del catálogo de Valiant, por lo que el producto está fuera de la masividad que caracteriza a los de DC y Marvel. Dicho esto, posiblemente sea la película más intrascendente que entregará el género en este corto año.

A media hora de película, un giro despierta la atención del espectador ante lo que parecía ser otra historia de origen poco atractiva. Sin embargo, diez minutos después ya queda en claro que ese camino novedoso no estuvo en la consideración del director Dave Wilson ni de los guionistas. Como bien apunta Rodrigo Seijas en su crítica (leer acá), la alteración de la memoria de Bloodshot (Vin Diesel) para manipular sus acciones solo representa un medio para la película. En contraposición, el eje de la narración privilegia el (único) fin que persigue este personaje: acabar con las organizaciones que destruyeron su vida. Tanto es así que el protagonista acciona y ejecuta de la misma manera a pesar de que durante el relato sus enemigos se modifican constantemente.

En cuanto al resto del elenco, solo repiten los peores estereotipos del género: Guy Pearce es otro científico/empresario malvado; Sam Heughan recurre a la ira y al resentimiento para oponerse al protagonista; Lamorne Morris y Siddharth Dhananjay son los hackers que, al mismo tiempo, funcionan como comic relief; y Eiza González, extraordinariamente deslucida desde el guion, solo representa una rueda de auxilio para el héroe. Si bien está considerado como un superhéroe, lo cierto es Bloodshot actúa como si estuviera programado, sin ningún atisbo de consciencia. La película no pasa de lo lineal y lo superficial. No importa quién fue y cómo llegó a convertirse en una máquina de muerte. Quizás las circunstancias que rodearon al estreno del film sirvan de atenuante ante semejante fracaso artístico.

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