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La bella durmiente (1959)



EL ORIGEN DEL MAL

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

El regreso de Maléfica a los cines marca tal vez la cima de la era culposa de Disney, con una serie de películas en las que intentan, sin que nadie se los haya solicitado, pedir perdón por sus errores del pasado (esto sin entrar en detalles de las adaptaciones horrorosas de los clásicos animados en versiones de acción real, que no son más que nuevas versiones animadas pero ahora por la vía digital). Esto, si consideramos como errores determinados signos que no son más que la herencia de su tiempo (el error sigue siendo cuestionar el pasado con la vara del presente, aunque este es un debate que excede a este texto y a mis propias capacidades). Pero volvamos a la era culposa de Disney, la cual incluye la reedición de películas con escenas eliminadas, para no herir susceptibilidades, como así también la reinvención de personajes y conceptos. Una de las reinvenciones más llamativas es la de Maléfica, tal vez la villana más icónica que ha sido convertida en una anti-heroína a su pesar. Porque en el fondo, dicen en Disney a los niños del presente, no era tan mala.

Vayamos a los orígenes: Maléfica era la villana de La bella durmiente, una presencia maligna que no tenía mayores dimensiones, de la misma manera que Aurora, la princesa, carecía de otras profundidades más allá de representar la bondad más transparente. Si en aquellos tiempos de cuentos clásicos reinventados por Disney la bondad y la maldad eran conceptos firmes y definidos (porque también eran tiempos políticos en los que había que definirse ante el “peligro”: el nazismo, el comunismo), y los personajes representaban arquetipos identificables (pensemos en Cenicienta o en Blancanieves), lo cierto es que La bella durmiente despojaba de mayor sentido cada concepto hasta mostrarlo en su versión más simple. Y Maléfica era esa representante del Diablo en la Tierra, que maldecía a la protagonista y que como último esfuerzo, para sembrar la oscuridad, se convertía en un dragón gigantesco (y hermoso desde lo gráfico: la película es increíble visualmente). En la pelea final hay cruces y hay invocaciones divinas, por lo que no hay demasiado lugar para las sospechas: La bella durmiente es una película de 1959 y para esa época el concepto Disney comenzaba a ser discutido. Lo curioso es que vista hoy la película presenta algunas novedades que desvían del lugar común con el que se suelen observar las películas del Tío Walt.

Walt Disney es un personaje importante dentro de la industria del entretenimiento y del arte. No sólo porque era un talento creativo, algo que se veía a simple vista, sino porque esa invención significaba la invención de un lenguaje que no era más que un balbuceo hasta que él le dio una forma. La manera en que las películas de Disney integraron la música y el movimiento es una referencia que sigue hasta nuestro tiempo, sin entrar en detalles vinculados con las técnicas de animación, que apostaban por lo realista o lo caricaturesco según la ocasión, hasta integrarlo definitivamente creando un verosímil de lo más sólido. Pero como es un personaje importante, también es problemático: mucho de su imaginario ayudó a sostener un imaginario mayor, el del capitalismo norteamericano, el de un estilo de vida que propaga determinados valores. Eso que, en ocasiones, sirvió para la propaganda, como lo demuestran algunos cortos hechos en tiempos de guerra. Lo curioso es que si Disney parecía no hacer demasiado caso de esos cuestionamientos que se le hacían, en sus películas se observan algunos símbolos de modernidad para nada disimulados. La bella durmiente es un buen ejemplo de esto.

Con esta película Disney clausuraba una década y, también, su acercamiento al mundo de las princesas (al menos por ese entonces). Pero como decíamos más adelante, el film presenta algunas modificaciones más que interesantes. En primera instancia, sorprende descubrir que en verdad Aurora, la joven princesa que es protegida durante 16 años para no caer en la maldición de Maléfica, no es más que una distracción en la historia, casi una excusa. Su presencia es el eje sobre el que sobrevuelan los demás personajes y los temas de la película: el amor genuino, el poder, el Bien y el Mal. En La bella durmiente son más importantes Maléfica y el príncipe Felipe, pero fundamentalmente las tres hadas que protegen a la protagonista: Flora, Fauna y Primavera. Estos personajes son los que llevan adelante la narración y quienes aportan los elementos mágicos que hacen ganar a los héroes. Pero también son representaciones femeninas modernas en su tiempo, sostenidas claramente en su carácter fantástico. Dedicadas a celebrar el cumpleaños número 16 de Aurora, deben cumplir con algunas tareas tradicionales: hacer la torta, confeccionar un vestido y limpiar el hogar. Sin embargo estas hadas desconocen esas tareas y se empeñan en no recurrir a la magia, para terminar descubriendo que la repostería, la moda y la servidumbre no son lo suyo. Y hasta se da una divertida pelea mágica entre dos hadas por el color del vestido de Aurora: ¿rosa o azul? La representación de lo femenino y lo masculino entra también en debate, y se anticipa a los años 60’s donde estas discusiones se irían profundizando y ampliando. Y así Disney se mostraba más moderno en 1959 que con la autocensura amable con la que pretende ser actua hoy.

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