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Funcinema

El muñeco diabólico

Título original: Child´s play
Origen: Francia / Canadá / EE.UU.
Dirección: Lars Klevberg 
Guión: Tyler Burton Smith, basado en personajes creados por Don Mancini 
Intérpretes: Aubrey Plaza, Mark Hamill, Brian Tyree Henry, Tim Matheson, Gabriel Bateman, David Lewis, Trent Redekop, Beatrice Kitsos, Ty Consiglio, Carlease Burke, Marlon Kazadi 
Fotografía: Brendan Uegama 
Montaje: Tom Elkins, Julia Wong
Música: Bear McCreary 
Duración: 90 minutos
Año: 2019


3 puntos


ACTUALIZADO PERO NO MEJORADO

Por Melody San Luis

(@SanLuisMelisa)

En la ola de las remakes aparece la nueva versión de Chucky: el muñeco diabólico. En este caso, se moderniza para estar en consonancia con los tiempos actuales, pero no agrega nada llamativo. Chucky mantiene su esencia, ser un muñeco que sorpresivamente pasa de adorable a temible.

El muñeco diabólico esta vez viene de la mano de la tecnología. No será la primera vez que los miedos ante lo que pueda llegar a crear el hombre se manifiesten en el cine. Aquí aparece una serie de muñecos que con la capacidad de la inteligencia artificial ayudan a sus niños-amos en su vida cotidiana. La capacidad de adaptación a la persona con la que conviven les otorga un estilo propio y único a cada muñeco. Pero como todo elemento para la infancia, se supone que estos objetos mantienen ciertos resguardos de seguridad, lo que los hace inocentes y correctos. Es justamente producto de la violación de los protocolos que surge este muñeco maldito. Un empleado enojado por el maltrato que recibe de la empresa y por el aviso de su despido decide romper con las disposiciones en cuanto a la seguridad de los muñecos. Ante esto aparece un muñeco defectuoso que, tras ser devuelto, será tomado por una empleada de una tienda para regalárselo a su hijo.

Si había algo que elevaba a la versión original de Chucky: el muñeco diabólico, era el humor que surgía ante la chance de asustarse de un muñeco que en apariencia resultaba poco aterrador. Miedo que, a su vez, se apoyaba en desconocer todo lo que en un hogar puede resultar confiable. Acá el humor vuelve pero de otra manera. Es la inocencia del juguete y su literalidad ante los hechos lo que mantiene las risas, pero ese humor nunca se capitaliza para el lado del terror. No hay momentos de tensión en esta nueva versión, salvo alguna aparición repentina.

Chucky es un amigo fiel y ante esto no parece inocente que el nombre de su dueño sea Andy, en una clara referencia a Toy Story. Pero su razonamiento no es tan avanzado, así que se alimenta de la realidad de un modo literal. Su dueño lo aprecia a pesar de saber que está defectuoso, pero empieza a tenerle miedo cuando ve que sus acciones se tornan aterradoras. En sintonía con esto, aparece una escena de Masacre en Texas en la que el muñeco detecta que a Andy y a sus amigos les divierte lo que hacen allí y luego quiere imitar esas acciones.

No hay puntos fuertes en esta nueva versión. La tecnología es un eje importante, pero no deja de ser un elemento de adaptación a la actualidad. No hay una crítica rebuscada como sí podríamos ver en la dispareja pero efectiva serie Black mirror. Aquí el planteo es bastante básico: la tecnología mal utilizada puede traer serios problemas. Tampoco le agrega a lo que fue la saga algo novedoso. Parece ser otras de las remake que en este año solo nos muestran que hay que volver a ver las originales.

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