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Triple Frontera

Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: J.C. Chandor
Guión: J.C. Chandor, Mark Boal
Intérpretes: Ben Affleck, Oscar Isaac, Charlie Hunnam, Garrett Hedlund, Pedro Pascal, Adria Arjona, Sheila Vand, Reynaldo Gallegos, Christine Horn, Shawn McBride, Chellé Brooks, Pedro Lopez, Mohamed Hakeemshady, Juan Camilo Castillo, Jason Quinn
Fotografía: Roman Vasyanov
Montaje: Ron Patane
Música: Disasterpeace
Duración: 125 minutos
Año: 2019


6 puntos


PROFESIONALES AL LÍMITE

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

Recuerdo que cuando comenzó a hablarse de ese proyecto llamado Triple Frontera, allá por el 2010, cuando la dupla de Kathryn Bigelow y Mark Boal –que venían de ganar sendos Oscars por Vivir al límite– iba a estar a cargo de la dirección y el guión, surgieron voces indignadas desde diversos sectores del progresismo latinoamericano, porque ahí venía otra vez el imperialismo a construir imaginarios hirientes sobre lugares de la Patria Grande. De ahí es que, por ejemplo, naciera la necesidad de empezar a hablar de Tres Fronteras en vez de Triple Frontera, como si cambiar un nombre y darle una interpretación más “plural” o “diversa” contribuyera a anular la idea de que ese lugar donde confluyen los límites de Argentina, Paraguay y Brasil es un agujero negro en el que conviven entidades criminales vinculadas al contrabando, el narcotráfico y hasta el terrorismo. En fin, las delicias propias de sectores intelectuales que piensan que pueden cambiar las cosas solo desde la escritura y la palabra.

Pues bien, esa progresía no debería preocuparse tanto, porque si quizás Triple Frontera fue pensado inicialmente como un relato coral y geopolítico, el paso de los años –que incluyó múltiples entradas y salidas de actores, estudios y hasta el corrimiento de Bigelow al lugar de productora, en favor de J.C. Chandor- llevó a que nos encontráramos con otro tipo de historia. El film, que se concretó finalmente bajo el paraguas de Netflix, fue vendido a través de los trailers como un thriller de acción, y aunque hay bastante de eso, es más un drama moral, que apenas si toma como punto de partida la decisión de un grupo de ex miembros de las Fuerzas Especiales estadounidenses de robar una enorme cantidad de dinero propiedad de un narcotraficante.

A Triple Frontera no le interesa hacer foco sobre las miserias de ese territorio que para la mayoría de los estadounidenses es totalmente ajeno y lejano, ni indagar en cómo se configura el intervencionismo del país del Norte en Latinoamérica, por más que el arranque de la película sea con un operativo anti-drogas donde el personaje de Oscar Isaac participa como asesor. De hecho, nunca se menciona a la “Triple Frontera” –que es más que nada un paisaje- y el relato podría haber transcurrido tranquilamente en México, Colombia (donde tuvo lugar la mayoría del rodaje) o incluso alguna ciudad estadounidense aquejada por el narcotráfico. Al film le interesa primariamente explorar las mentalidades de esos soldados que, luego de haber hecho las peores cosas en nombre de la Patria, ya no creen en ese patriotismo que los formó, porque la nación les dio la espalda de diversas formas –económicas, laborales, psicológicas-, con lo que ya no tienen en qué referenciarse. Lo único que les queda es el ansia de progreso individual, por más que muchas veces eso vaya en contra del discurso del servicio desinteresado al país en el que nacieron. Ahí es donde la película establece una conexión con el mundo que vienen retratando últimamente Bigelow y Boal en Vivir al límite, La noche más oscura y Detroit: zona de conflicto, pero también Chandor en El precio de la codicia y El año más violento: uno plagado de seres desencantados o a la deriva, tratando de encontrar algo en qué creer.

Los amargados protagonistas de Triple Frontera solo se aferran a su avaricia, profesionalismo y compañerismo, y todo eso es puesto en crisis a medida que avanza el metraje. Ese abordaje funciona principalmente en la primera hora, porque los dilemas morales quedan más enmascarados detrás de la planificación y ejecución del robo, con la acción pautando el ritmo. La segunda mitad, marcada por la dificultosa huida con el dinero, es la más problemática, porque los personajes se enfrentan a conflictos éticos y morales que son subrayados en exceso, incluso llevando a que el film caiga en unas cuantas incoherencias. De hecho, el cierre alterna entre lo culposo y lo tramposo, restándole bastante al conjunto. Al fin y al cabo, Triple Frontera no llega a decir nada particularmente nuevo, aunque no deje de ser un thriller dramático con efectivos pasajes de acción.

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