
Por Gabriel Piquet

Me gustaría hacer unas aclaraciones antes de contar mi experiencia en Argentina Comic-Con. Todo lo narrado a continuación está visto desde la mirada de una persona mayor de 40 que nunca pisó una convención de este tipo. Esto, para todo fan experimentado, puede levantar alguna mueca que se transforme en sonrisa hasta terminar en una carcajada tipo el Joker, ya que mis acotaciones o sorpresas ante ciertas cosas están más cercanas a un niño de la década del 80 que a los chicos de hoy. Volviendo a aquella década, en esa época sólo podríamos haber visto un evento de este tipo a través de fotos en alguna publicación o en imágenes de alguna película. Quizás entrados los 90’s se comenzaron hacer más visibles para el resto del mundo las convenciones, y en Argentina inclusive una marca de gaseosa sabor naranja apadrinó algo parecido. Básicamente esta introducción es para tener la impunidad de contar todo desde la sorpresa, como si no existieran las redes sociales y nadie supiera lo que va a ver cuando ingresa a la Comic-Con.
Dentro del complejo Costa Salguero (lugar complicado para acceder si no se tiene auto: los colectivos no te dejan cerca, el subte menos y llegar caminando es para unos pocos, entre los que me incluyo, a los que habitualmente no nos molesta hacer unos kilómetros diarios) nos encontramos con un espacio dividido en cinco pabellones. Ingresados a este mágico mundo, vemos a las majors del cine y la tv (pabellón 2 y 3) publicitando sus próximos lanzamientos. La mayoría opta por juegos interactivos en los que el público hace largas filas para acceder. Rescato los cascos de realidad virtual en los que se boxeaba, promocionando el estreno de Creed 2, y el más simple pero efectivo (la gente participaba mucho) micrófono con un indicador de volumen detrás, que cada vez que alguien subía y decía la palabra “Shazam!” mostraba el nivel de fuerza que tenía al pronunciarlo, la variación del viejo y tantas veces visto martillo de fuerza.
En los pabellones 1 y 4 se encontraban los stands con diferentes comiquerías o marcas que vendían sus productos de merchandising, provocación constante para el flaco bolsillo del que escribe. Remeras, muñecos a escala, blu-ray, réplicas de espadas, entre varias cosas más que hubieran sido imposibles de comprar aunque lo quisiera. Algunos productos a precios promocionales (teniendo en cuenta que muchos eran importados) estaban entre los que la gente más compraba. También estaban los imposibles o sólo para elegidos (o fanáticos que ahorraron todo el año) que bordeaban precios que asustarían a muchos de los superhéroes o personajes mitológicos que formaban parte de los stands.
Por último el pabellón 5 tenía el escenario principal en el que las figuras nacionales e internacionales hacían su aparición. Lo único que pude ver estaba colmado, con flashes de celulares y cámaras que hubieran dejado ciego al asesino de La ventana indiscreta: era la presentación de tres de los chicos de Stranger things. Dentro del pabellón 1 también estaba el auditorio en el que se presentaron varias charlas menos glamorosas y para mi gusto más interesantes. Se habló del nuevo proyecto de los hermanos Onetti, la remake de la serie y película El pulpo negro, de lo nuevo del tándem Daniel de la Vega – Ezio Mazza Alter Ego, y de Leemur chat story, interesante propuesta sobre la nueva forma de tentar a los jóvenes a leer. Estas historias que parecen una conversación de Whatsapp y, según auguraron los panelistas, es un nuevo género literario por sus características.
Para ir cerrando, un universo aparte es el de los cosplay, niñas, niños, mujeres y hombres que se disfrazan de su personaje favorito. Algunos con producción, otros con ingenio (estos últimos estaban entre lo mejor del evento), pululaban por toda la convención, acaparando las fotos de los presentes. Confieso que el primero de los dos días que estuve presente, el evento me agobié. Era demasiado para procesar y estaba fuera de timing con muchos de los personajes que descubría. Ya en el segundo día ingresé más en el juego, me relajé y disfruté.
Se me vino a la mente nuevamente la década del 80, cuando era niño y me imaginé un evento así pero de aquella época. Los stand habrían tenido muchos personajes animados que hoy no se conocen (Hanna-Barbera sería un éxito), el Auto Fantástico hubiera sido una atracción y los paneles tendrían de invitados a los integrantes de V – Invasión extraterrestre (Mark Singer estuvo en una de las Comic.Con) o Brigada A. Los autógrafos y las fotos serían con Mr. T, y como gran atracción estaría el elenco de Volver al futuro o ET. Me vuelvo caminando por la calle del mismo nombre del complejo con la nostalgia de no haber podido disfrutar de eso cuando era chico. Pero también la inmensa alegría de saber que la mayoría de estos niños contara anécdotas dentro de 20 años diciendo “qué buena la Comic.Con en la que trajeron a los de Stranger things”.