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Game over, man!

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Kyle Newacheck
Guión: Anders Holm, Kyle Newacheck, Adam Devine, Blake Anderson
Intérpretes: Adam Devine, Anders Holm, Blake Anderson, Chloe Bridges, Andrew Bachelor, Aya Cash, Daniel Stern, Jamie Demetriou, William B. Davis, Neal McDonough, Rhona Mitra, Sam Richardson, Brad Kelly
Fotografía: Grant Smith
Montaje: Evan Henke
Música: Steve Jablonsky
Duración: 101 minutos
Año: 2018


4 puntos


NI ACCIÓN NI COMEDIA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

En su texto sobre Cuando nos conocimos, Mex Faliero ya había señalado los peligros de la comicidad que maneja Adam Devine, un actor con unos cuantos recursos pero que suele desbordarse hasta caer en gestualidades y muecas exageradas. Ese diagnóstico hay que extenderlo a Anders Holm y Blake Anderson, sus compañeros en la sitcom Workaholics (serie que los lanzó a la fama) y con los cuales comparte el protagónico de Game over, man!, comedia de acción que se puede ver por Netflix.

El film de Kyle Newacheck (quien dirigió la mayoría de los episodios de Workaholics y también algunos capítulos de Community y Happy endings) toma un molde básico, que es el relato al estilo Duro de matar, introduciendo una variante grupal y cómica: acá tenemos a tres amigos que son los típicos perdedores pero que se ven ante la chance de mostrar lo que realmente valen cuando un grupo de terroristas monta una toma de rehenes en el hotel en el que trabajan. Obviamente, todo irá para el lado de la sátira y la parodia, con el trío protagónico cometiendo toda clase de torpezas y aún así sobreviviendo a una multitud de situaciones insólitas. El planteo puede sonar repetido pero aún así tiene potencial, si es que la ejecución es la apropiada.

El problema es que la concreción argumental es como mínimo deficiente, porque el relato casi nunca encuentra rasgos de originalidad en la construcción del humor. El inconveniente no pasa por la recurrencia a la escatología -es un recurso tan válido como cualquiera si está bien utilizado- sino porque esa es la única herramienta que utiliza la película. En Game over, man! todo transcurre por carriles extremadamente previsibles y básicos, como si el guión y la puesta hubieran sido pensados a las apuradas, sin un cuidado pertinente en el diseño de la historia.

De ahí que el film sólo descanse en algunos hallazgos de comicidad aislados y en los shows personales que montan Holm, Anderson y especialmente Devine (por lejos el más descontrolado), porque encima le da poca entidad a los protagonistas y los conflictos que arrastran, quedando todo en función del chiste fácil. Casi no hay pasajes donde se aprecie una comicidad grupal y colaborativa, los antagonistas son de cartón corrugado y la acción carece de impacto. La parodia que intenta Game over, man! falla por completo, su sátira no sale de lo vacuo y lo que queda es un producto totalmente olvidable.

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