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Fin de Diciembre

Buena


TESTIGOS DE LA DEBACLE

Por Juan Cruz Bergondi

(@funcinemamdq)

Uno puede preguntarse en principio sobre la pertinencia de llevar a escena una obra escrita hace más de cincuenta años. Pero para muestra, sobra un botón: la distancia en el teatro siempre enriquece y es un procedimiento habitual rescatar un material que desde el pasado le habla a nuestros días. Por estas tierras, el autor, Ricardo Halac, es un clásico de las tablas, y supo modificar algunas fechas para que el tiempo en que transcurre la obra cobre un significado especial. Lo que se ve, entonces, no sólo es un clásico, sino también –y por eso mismo- un teatro hecho a contracorriente en el sentido en que no rueda –como hacen otros- por la cuesta que la tendencia del momento facilita. El teatro de Halac le pertenece a los personajes que, puestos a andar, tiran del piolín del drama. A fin de cuentas, como las costumbres no cambian, Fin de Diciembre sigue siendo también el momento de los balances, el tiempo de la perspectiva.

Un grupo de amigos esperan el nuevo año en la chacra del padre de uno de ellos, dueño de una fábrica. Como cada persona es un mundo, a cada uno el ajuste de cuentas consigo mismo le sale como puede. Hay quienes se arrepienten o viven frustrados, quienes contemplan con envidia la vida de los demás y quienes bajo la máscara de la satisfacción esconden la soledad amarga del cumpleañero al final de la fiesta. Estas seis personas cargan sus propias mochilas, lo que habrá motivado al director, Lizardo Laphitz, a despejar el espacio de accesorios y a que si algo queda por ahí es porque ellos mismos lo han dejado tirado. Con el correr de la obra, el sol de un nuevo día expondrá la basura con crudeza.

Es la apuesta por los actores lo que salta a la vista. Los personajes tienen la chance de entrecruzarse generando otras opciones en los vínculos, siendo el de Miguel (Federico Dayan) quien reparte la pelota y el de Edgardo (Gabriel De Coster) quien inyecta energía en el grupo justo cuando se venía la noche. Es ver cómo el veneno se apodera de cada uno –y no se salva ni el empresario ni el militante de izquierda- y sentir con la certeza de una iluminación la clave de por qué el país está como está. Quizá sea la intención de este tipo de teatro el funcionar a la manera de un espejo –y quizá por la poca confianza en esta función sea el motivo del por qué no abundan de este tipo de teatro ejemplos actuales. En todo caso, en el paralelismo entre fines de siglo pasado y el presente de la Argentina se puede leer el discurso político de la puesta.

Fin de Diciembre tiene momentos de indudable calidad ensombrecidos por algunos otros donde el trazo grueso se apodera del texto. La violencia institucionalizada ejercida por el hombre sobre la mujer a la vez que es explícita, tiene su correspondencia en la estructura general del drama. El material de Halac, en este sentido, ofrece a sus actores la posibilidad de jugar a su antojo un juego concebido con maestría, donde una reunión de amigos no es tan sólo una reunión y los amigos no pasan de ser el recuerdo de alguna feliz coincidencia en el pasado. La debacle del país, según la visión de la obra, se debe en parte a la poca solidaridad y la ausencia de dulzura en la mirada puesta sobre el otro. La fiesta –si la hubo o si la hay- es de uno con uno mismo. Y termina mal.


Dirección: Lizardo Laphitz Autor: Ricardo Halac Asistencia de dirección: Bruno Blasi Elenco: Gabriel de Coster, Nicolás Mizrahi, Federico Dayan, Santiago Giarini, Rocío Magalí Rivera, Rosario Jaimes Diseño Multimedia: Luli Alfie Diseño de Sonido: Bruno Blasi Diseño de Luces: Ricardo Sica Prensa y difusión: Duche&Zárate Sala: NoAvestruz (Humboldt 1857, CABA) – Viernes a las 20:00

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