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The house

Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: Andrew Jay Cohen
Guión: Andrew Jay Cohen, Brendan O’Brien
Intérpretes: Will Ferrell, Amy Poehler, Jason Mantzoukas, Ryan Simpkins, Nick Kroll, Allison Tolman, Rob Huebel, Jessie Ennis, Cedric Yarbrough, Jeremy Renner, Alexandra Daddario, Wayne Federman, Randall Park
Fotografía: Jas Shelton
Montaje: Evan Henke, Michael L. Sale
Música: Andrew Feltenstein, John Nau
Duración: 88 minutos
Año: 2017


7 puntos


BURNING DOWN THE HOUSE

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

La crítica norteamericana tiene un enorme problema cuando se trata de comentar las comedias de su país. El de The house es otro de esos ejemplos bochornosos en los que parece que no entienden nada de nada: la película de Andrew Jay Cohen tiene un 30% de aceptación en Metascore y un 16% en Rotten Tomatoes, y si bien hay que señalar que no se trata de ninguna genialidad y tiene sus fallas, lo cierto es que esta nueva producción de Gary Sánchez (la compañía de Will Ferrell y Adam McKay) es una muy salvaje y divertida mirada sobre esa Norteamérica de los suburbios que detrás de su fachada de amabilidad esconde una ambición desmedida.

Will Ferrell y Amy Poehler (¡radiantes!) son uno de esos matrimonios blancos y brillosos, que se enfrentan al éxodo de la hija hacia la universidad. Pero en el camino surge un inconveniente: no tienen el dinero que creían tener y no podrán bancarle los estudios a la niña. Claro, con el consejo de un amigo, inventarán la forma de salir adelante: en este caso, la puesta en marcha de un casino ilegal. El director Andrew Jay Cohen, también guionista junto a su socio Brendan O’Brien (Buenos vecinos, Mike y Dave. Los busca novias), tiene talento para explorar en ese imaginario de clase, que choca siempre contra un espacio amoral. Y, obviamente, le gusta mostrar cómo el lado “oscuro de la fuerza” termina seduciendo a los que creen estar en el lado correcto. Lo hacen con chistes notables, con referencias culturales perfectas (aquí la base es Casino, de Martin Scorsese) y con un salvajismo a toda prueba, que en esta ocasión incluye un gore de lo más delirante. El ridículo casino será primero el escenario donde los vecinos y amigos de esa suerte de barrio cerrado saquen a relucir toda su ambición, pero prontamente serán los propios Ferrell y Poehler los que sacarán a la luz lo que tenían encerrado en su interior. Si algo bueno hace The house es nunca ponerse seria, pesada o moralista. Todo lo contrario.

Porque si algo brilla en The house es su amoralidad. No una amoralidad indulgente, sino una totalmente consciente del funcionamiento cínico de la sociedad, lo que no necesariamente la convierte en una película cínica. Cuando uno cree que la película hará el giro hacia el sermón, sucede todo lo contrario. Porque allí cuando el matrimonio perfecto es descubierto, a nadie le importará, mucho menos al representante de hacer cumplir la ley, que los terminará encubriendo porque -básicamente- le caen mejor que el villano de la película. La desfachatez en The house es asombrosa, lo que se respalda hasta un último plano en el que los protagonistas salen felices y con el objetivo cumplido mientras se llevan todo por delante. The house clarifica la chantada emocional del cine estilo Campanella y nos revela nuestra propia esencia corrupta. Detrás de la carcajada desquiciada y constante que es la película, la mirada sobre ese universo de gente “buena” es decididamente incómoda y terrible.

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