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Recapitulación de The walking dead: The damned

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Al menos por lo que indica este segundo episodio, la octava temporada de The walking dead parece tener la intención de mantener alta la tensión y no trabarse en grandes transiciones. The damned es un capítulo vibrante, donde pasa de todo y en el que hay que reconocer la gran labor de la directora Rosemary Rodriguez, quien ya tiene una larga trayectoria en series como The good wife y Rescue me, y que acá demuestra una gran soltura en el manejo de la puesta en escena y las herramientas narrativas.

Lo cierto es que The walking dead vuelve a apelar a momentos de desestabilización, esta vez deteniéndose en los rostros de los diferentes personajes en instancias que son difíciles de descifrar. Sin embargo, en The damned, a diferencia de Mercy, no hay un regodeo meramente formal e improductivo, sino que está en función de acrecentar la tensión que se va acumulando a medida que se suceden las acciones, que estallan desde el mismo comienzo. El episodio rápidamente delinea cuatro subtramas grupales separadas, pero que dependen la una de la otra, porque forman parte del plan conjunto para atacar a los Salvadores: un ataque a una estación donde intervienen Carol y el Rey Ezequiel, que rápidamente deriva en la persecución de un Salvador que podría dar la alerta a los demás; otra batalla en la que actúan Tara, Jesus y Morgan, entre otros; un largo tiroteo donde Aaron y su novio Eric juegan roles decisivos; y un asalto encabezado por Rick y Daryl a una casa donde debería haber un depósito de armas.

Hay en The damned un estupendo trabajo con el montaje paralelo, que permite mantener una gran fluidez en el metraje, pasando de momentos de tensa espera a instancias de plena acción. Y lo que se va viendo es cómo las fuerzas conjuntas de Hilltop, Alexandria y El Reino parecen avanzar con gran ímpetu pero también que ese gran plan está sujeto a que muchas, demasiadas cosas salgan bien. Eso en un punto se explicita en los diálogos entre Carol y el Rey Ezequiel, quien por suerte recobra algo de autoconsciencia de la épica impostada en su discurso, y cómo su liderazgo se sostiene en la capacidad para transmitir seguridad y fe a la gente que lo sigue.

En la guerra que Rick y los suyos han emprendido contra Negan y los Salvadores, el triunfo y la derrota están atados con hilos y The damned es un capítulo donde hay permanentes vuelcos en las situaciones. Asimismo, es un episodio que, aún en el medio de un ritmo frenético, vuelve a estar atravesado por dilemas morales: Rick asesinando sin piedad, para luego encontrarse con un bebé y un espejo que lo interpelan; Jesus y Tara debatiendo sobre la vida o muerte de los enemigos; Morgan llevado al extremo y dejando todo manto de misericordia atrás; Carol y Ezequiel dilucidando sobre avanzar o retroceder, aún sabiendo que los esperan.

El cierre de The damned vuelve a introducir una gran inestabilidad, con Aaron arrastrando a un herido Eric, la situación de Daryl en un limbo y Morales, un antiguo conocido de Rick, apuntándole con un arma e informándole que ya dio el alerta, y que por lo tanto el resto de los Salvadores están en camino. Seguramente en el episodio que viene empiecen a conocerse las consecuencias de esta ofensiva y su potencial contraofensiva, buenas o malas.

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