Por Jesica Berman
Eduardo Pinto se está presentando en esta 19º edición de BAFICI con su nueva película, Corralón, protagonizada por Luciano Cáceres y Pablo Pinto. La amistad, la injusticia social, la discriminación, las diferencias entre las clases sociales, son las temáticas más relevantes en esta historia. Fusionando la ficción, el documental y el videoclip dan como resultado un drama que resulta imprescindible ver para comprender nuestra sociedad. En charla con Funcinema, el director contó sobre sus primeros pasos en el cine, su estética como realizador y su búsqueda como cineasta, haciendo referencia a las expectativas vinculadas a su nuevo film y sobre el conflicto actual en el cine nacional.
-Contános por favor de qué trata Corralón y cuáles son tus expectativas de cara al estreno en el BAFICI.
Corralón es una película que habla de la amistad, de la discriminación, se centra en dos amigos que trabajan juntos en un corralón de materiales que reparten hacia distintas zonas del Gran Buenos Aires, hasta que un día se encuentran con un cliente que humilla a uno de ellos. Ahí la película empieza a bucear en la discriminación; la diferencia de clases sociales; la idea del tener y del ser (¿qué es más importante: tener o ser?); esa pelea que sucede en la Argentina y en otras partes de Latinoamérica entre los negros y los blancos; la relación de amistad entre los protagonistas extendida hacia el vínculo con los animales…No hubo un guión tradicional de noventa páginas, sino una escaleta de veinte páginas, se filmó en nueve días, es un retrato documental, se filmó en pleno invierno, en la ciudad de Moreno en el Gran Buenos Aires, así que es una búsqueda, es algo nuevo.
-Vos incluís a tus películas dentro de lo que denominás “cine negro suburbano” justamente por los personajes marginales y estar situada en el Gran Buenos Aires. ¿Qué recursos estéticos buscás o qué te gusta transmitir dentro de tus películas?
Yo trabajo mucho con la composición del cuadro, con el lenguaje cinematográfico, con la utilización del color –en este caso, el blanco y negro-, con la utilización de la música…Trato de que la palabra exista pero no tanto, que la imagen y el sonido puedan narrar, recurriendo a estos personajes complicados, complejos.
-También utilizás una estética muy vinculada al videoclip, ¿no?
Puede ser, puede ser. Yo trabajo mucho con la música. Tal vez en este caso no tanto como en otras películas.
-Sabemos que también sos fotógrafo. ¿Cómo llegás al cine y cuál es tu recorrido dentro de él?
Mi recorrido arranca a los 16, 17 años. Mi papá tenía una cámara de video, la agarré, empecé a filmar. Fue algo inicialmente de entrecasa. Después me compré fascículos de fotografía, más tarde entré a la escuela de fotografía, estudié algo de cine, trabajé en la industria del cine. Dirigí muchos videoclips, publicidades y a partir de ahí ya no paré.
-Siendo fotógrafo, ¿qué diferencias notás en vos respecto a otros realizadores que son más guionistas?
Fijate que en todas mis películas yo pongo “encuadre y dirección”, que es un rótulo antiguo, pero para mí el encuadre es muy importante, es mi mirada, yo voy caminando por la calle encuadrando. Esa creo que es la mayor diferencia con un dramaturgo, con un guionista, con un actor que dirige. Yo trabajo mucho con el encuadre: cada cuadro para mí tiene que ser narrativo.
-¿Cómo sigue el recorrido de la película? ¿La vas a pasar en otros festivales? ¿Se va a estrenar comercialmente?
La idea es que siga por festivales (este es el primero), que haga su recorrido, y después estrenarla. Seguramente la estrenemos durante el segundo semestre del año.
-Es inevitable preguntarte cómo te afecta el conflicto del INCAA. ¿Estuviste presente el miércoles 19?
Sí, estuve ahí afuera. Yo lo que vengo es que es muy difícil que puedan voltear al INCAA, todos tenemos que reaccionar y defenderlo: actores, directores, críticos, el público también. No hay forma de que el INCAA o el ENERC desaparezcan. Es imposible.