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Recapitulación de Homeland: The man in the basement

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS
Lo más sustancioso y atractivo de este episodio de Homeland pasó por lo político en su interacción con lo personal. Todavía la serie sigue delineando los conflictos de espionaje que van a marcar esta temporada, aunque se pueden ir intuyendo ciertas líneas narrativas poderosas.

El mejor momento de The man in the basement es esa pequeña conversación/encuentro entre Carrie y Saul. Él llega a la oficina de ella y lo que empieza como un diálogo casual sobre qué es lo que está haciendo de su vida, pronto va decantando en un interrogatorio: Saul quiere saber si Carrie está asesorando a la Presidente electa Keane y no se conforma con una respuesta casual, quiere saber la posta. Allí se produce un sutil pero potente duelo de voluntades donde la clave, más que por las palabras, pasa por las miradas y gestualidades. Lo de Mandy Patinkin es brillante, porque detrás de su abundante barba, los que hablan son sus ojos y posturas, y su personaje casi no tiene que decir nada, porque se puede intuir de forma cabal qué es lo que quiere, qué es lo que piensa, cuál es su agenda, pero que también hay algo que oculta y que no está dispuesto a revelar.

El otro juego de poder político se da entre Dar Adal y Rob Hemmis, el asesor principal de Keane: Adal cuenta una anécdota referida a una supuesta experiencia suya durante el 11 de septiembre, la cual le sirve como puente para ir a lo que verdaderamente le interesa, que es el obtener la autorización para incluir a la CIA dentro de una operación del Mossad destinada a investigar si los iraníes siguen adelante pero a escondidas con su programa nuclear. Adal es un viejo zorro e intuye que el camino para conseguir esa ansiada aprobación no es fácil.Y tiene razón, porque a pesar de aseverar estoicamente ante Saul que nunca ha asesorado a Keane, en realidad sí lo hace, y desde hace un rato largo. Su sugerencia a Keane de enviar a Saul como observador de parte de la CIA a la operación del Mossad es una triple confirmación: de que sabe cómo seguir desempeñándose en los típicos juegos manipuladores de la política y la inteligencia; que en cierto modo continúa siendo una integrante de la agencia, por más que despotrique contra ella; y que a su manera sigue siendo fiel y leal a Saul.

Lo menos relevante de The man in the basement fue todo el aspecto dramático referido al joven musulmán que continúa prisionero y con su situación judicial cada vez más complicada, a pesar de evidenciarse que el FBI manipuló todo el asunto a través de la labor de un informante que les armó el caso a su medida; y la subtrama de Quinn, quien permanece en su ya habitual pésimo estado. Que el episodio termine con esa conversación entre Quinn y Carrie, donde queda flotando la pregunta de por qué ella lo salvó cuando estuvo al borde de la muerte, indica claramente que esa línea narrativa aún conserva importancia dentro de la estructura mayor de la serie. Esperemos que empiece a acoplarse de forma más armoniosa con los otros ejes de conflicto.

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