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Don Juan o las ratas


Buena


Animales de teatro

Por Gisele Cebrian

(@GiseleCebrian)

donjuan1El grupo marplatense Teatrantes estrenó esta temporada Don Juan o las ratas, un divertido juego dramático con las versiones del Don Juan. Intertextualidad, imaginación y recursos del teatro para hablar del teatro.

Desde su nacimiento, en 1988, con El país de la cebolla, los Teatrantes acostumbraron a sus fieles seguidores a ingresar, en cada obra, a un juego donde la historia contada se convierte en una excusa para que los personajes pongan en marcha distintas representaciones teatrales. Así lo demostraron, por ejemplo, en Marcopolo y las dos princesas chinas o en Titanic: una película de teatro, y ratifican hoy con Don Juan o las ratas que el metateatro, o teatro dentro del teatro, es una marca registrada de la compañía.

Se trata de una obra de una complejidad admirable, con un texto cargado de capas de sentido, compuesto por distintos niveles de representación simultánea. También es destacable la explotación creativa de los recursos escénicos, la escenografía, la utilería y el vestuario. En Don Juan o las ratas, además, se emplea dramáticamente tanto el escenario como la platea. El tablado, despojado de sus cortinados, deja al descubierto el detrás de bambalinas, literalmente expuesto, ya que el lugar donde sucede la historia son justamente las instalaciones de un viejo teatro Diagonal invadido por las ratas.

Este teatro, cuentan su encargado (Alejandro Comercci) y la señora de la limpieza (Mónica Arrech), tuvo sus años dorados, sus convocantes funciones de los clásicos, pero todo se terminó cuando ellas se adueñaron del lugar.

Don Juan o las ratas contiene pasajes que rozan el absurdo. En uno de ellos, a pesar de la advertencia del encargado (“acá Shakespeare no funciona”, repite), los exterminadores que llegan para poner fin a la plaga (Cecilia Martín y Leo Rizzi), jactándose de haber sido los más efectivos en importantes salas del país y munidos de un arsenal de artefactos, prueban la ineficacia del autor inglés con un monólogo de Ricardo III a cargo de Rizzi. El actor, que encarna aquí el donjuanismo contemporáneo, da muestra de una gran ductilidad, montando un desratizador canchero que acuña frases del acervo popular que nos recuerdan slogans de lo peor del liderazgo despótico. Pero detrás de esa fachada resuelta, esconde una tamaña cobardía.

La peculiaridad de la plaga es que apareció hace mucho tiempo con una puesta de Don Juan, aquel satánico personaje preferido por los románticos que desafió a Dios y llegó al límite de seducir a la muerte. El sevillano Don Juan Tenorio, seductor empedernido, figura arquetípica revisitada por tantos autores, desde Espronceda hasta Lord Byron, entre los que la obra de Teatrantes cita a Zorrilla, Tirso de Molina, Moliere y Marechal.

Parece ser la pieza, oscura pieza, predilecta de los roedores y es por eso que entre los cuatro deben encarar su representación. La actuación, con vestuario, utilería y todo, de fragmentos de los distintos Don Juan es el nudo que activa el conflicto entre los personajes y deja a la luz la verdad de las relaciones, sus sentimientos inconfesados, sus deseos y temores. Como si eliminar a las ratas fuese, de alguna manera, exorcizar un enemigo interno.

Como el exterminio en cuestión, el montaje de Don Juan o las ratas es un gran trabajo en equipo, como todos los que Teatrantes encara desde hace poco menos de treinta años.

La transgresión a los textos clásicos es otra de las marcas distintivas del grupo, como ya lo demostró hace unos años con una destacada versión de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Pero, para ello, el conocimiento somero del modelo parodiado por parte del espectador es mínimamente necesario. La intertextualidad presente en cada línea del texto es una de las particularidades de esta obra que oscila constantemente entre la exclusión y la inclusión del público mediante la referencia culta y el recurso del humor más directo. En este contraste irreverente radica uno de los más grandes atractivos de sus obras.

El aspecto lúdico de esta puesta hace que sus creadores la denominen “un infantil para adultos”, porque está claro que quien ingrese a la sala -por propia voluntad y no de la mano de un progenitor- debe estar dispuesto a participar del juego que los Teatrantes proponen, como producto de un extenso proceso de escritura y dirección conjunta que es posible imaginar como largas sesiones de lluvias de ideas y ensayos apasionados.


Dramaturgia y dirección: Teatrantes. Intérpretes: Cecilia Martín, Mónica Arrech, Leo Rizzi, Alejandro Comercci. Vestuario: Susana Chaparro. Realización de objetos: Pluma. Realización de estatua: Belén Rivero. Asistencia técnica: Claudia González. Sala: Teatro Diagonal (Diagonal Pueyrredon 3338, Mar del Plata). Próximas funciones en febrero: martes 16 a las 21:00 y martes 23 a las 20:00.

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