No estás en la home
Funcinema

Top 5 Pixar: 2ª – Ratatouille (2007)


ratatouille1


Brad Bird y una comida casera

Por Matías Gelpi

(@matiasjgelpi)

Si la cronología de films de Pixar es un menú, Ratatouille es el comienzo del plato principal. Pensemos que con ella se inaugura una seguidilla gloriosa de películas perfectas o casi –WALL-E (2008), Up! (2009), Toy story 3 (2010)-, con las cuales el estudio terminó por conseguir su reputación de “aquí trabajan artistas sensibles e infalibles”.

Ratatouille toma su nombre de un plato regional francés que consiste en el guisado de algunas hortalizas junto con hierbas aromáticas. Una comida familiar, sabrosa y de buen aroma que de alguna manera contiene en su simplicidad un orgullo casero y artesanal. Las raíces culinarias de la película están bien claras, porque lo primero que se nos trasmite es el amor que tiene la rata protagonista Remy por esa particular actividad de la cultura humana que es cocinar. A través de los ojos del pequeño roedor chef se nos muestra la fascinación por ese mundo creativo y estimulante que es explorar las sanaciones que se despiertan en la cocina, es decir, oler y saborear los alimentos elaborados por nuestras propias manos o las manos de alguien cercano. La calidez amistosa que siempre está presente en los films de Pixar, adquiere en esta película color y sabor hogareños, cuya máxima expresión es la mirada conmovida del crítico Anton Ego, cuando prueba el ratatouille que le prepara Remy.

El nombre clave de esta historia es Brad Bird, director de grandes películas como El gigante de hierro (1999), o Misión: Imposible – Protocolo fantasma (2011), quien ya había colaborado con Pixar dirigiendo Los increíbles (2004). Un realizador versátil con experiencia en animación, gran talento para filmar secuencias de acción y pericia para manejar el pulso dramático de una historia. Con Los increíbles había hecho un gran éxito de taquilla y de crítica, logrando, de pasada, una pequeña revolución en los modos de trabajar del estudio; pero con Ratatouille logra la película más personal (en un sentido universal) y arriesgada de todas las que Pixar ha logrado hacer hasta ahora.

Ratatouille es una película personal porque habla sobre uno de los principales temas de la vida, y quizás unos de los más íntimos: el fracaso, y también sobre la tensión que existe entre nuestras altas expectativas y la pequeña realidad. Remy sufre la tragedia de no poder hacer lo que más le gusta, no sólo porque el entorno no se lo permite, sino que también por su propia condición. Bird y Pixar arriesgan al intentar una película que inicialmente está orientada al público infantil, pero que trabaja constantemente con sensaciones adultas, complejas y amargas como la frustración, evitando la emoción primaria o el heroísmo intuitivo. Sumémosle el final que, a pesar de ser optimista y de redimir a los protagonistas, es también un final de resignación, del cual se desprende alguna conclusión durísima. En parte, la historia de Remy nos dice que podemos desear mucho algo, podemos prepararnos e incluso tener algún talento o predisposición, y aun así fallar y no conseguir nuestro objetivo. Por otra parte también nos dice que siempre tenemos la oportunidad de reinventarnos para seguir adelante. Un tipo de final que Pixar repetiría en la gran Monsters University (2013), y que confirma que Ratatouille es un dulce y encantador milagro.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.