Título original: Darling Companion
Origen: EE.UU.
Dirección: Lawrence Kasdan
Guión: Meg Kasdan, Lawrence Kasdan
Intérpretes: Diane Keaton, Kevin Kline, Dianne Wiest, Richard Jenkins, Elisabeth Moss, Mark Duplass, Ayelet Zurer, Sam Shepard, Lindsay Sloane, Jay Ali, Robert Bear
Fotografía: Michael McDonough
Montaje: Carol Littleton
Música: James Newton Howard
Duración: 103 minutos
Año: 2012
Compañía editora: Blushine
5 puntos
¡Más perros y menos humanos, Kasdan!
Por Rodrigo Seijas
Hubo un tiempo en el que Lawrence Kasdan era un director y guionista a seguir. Fue un tramo bastante extenso, desde principios de los ochenta hasta finales de los noventa, con films bastante diferentes entre sí, como El imperio contraataca, Los cazadores del arca perdida, El regreso del Jedi, Reencuentro, Un tropiezo llamado amor y Mumford. Pero eso se acabó súbitamente en el 2003, luego del fracaso de público y crítica de El cazador de sueños, que afectó severamente su carrera hasta el punto de impedirle producir dos nuevos proyectos. Y cuando parecía que estaba fuera del mapa, aparece coescribiendo y produciendo Star Wars: Episode VII – The force awakens, aunque en el 2012 había vuelto también a la dirección con Darling companion, que acá llega al DVD con el inapropiado y hasta de mal gusto título de ¡Por fin solos!
Y a pesar de que para su retorno cuenta con un elencazo -Kevin Kline, Diane Keaton, Mark Duplass, Sam Shepard, Elizabeth Moss, Richard Jenkins, Dianne Wiest, Ayelet Zurer- más un perro (los perros son verdaderas criaturas cinematográficas, siempre tienen algo para aportar a la imagen, ver sino Festín), Kasdan intenta ir construyendo un pequeño drama familiar, sin grandes lecciones de vida, con una anécdota muy pequeña como disparador: mientras van por la autopista con su auto, Beth (Keaton) y su hija Grace (Moss) encuentran a un can abandonado al borde del camino. Lo llevan al veterinario -que empieza inmediatamente un romance con Grace-, lo curan y lo adoptan, frente a la débil oposición del marido, Joseph (Kline). Un tiempo más tarde, luego de la boda de Grace, Joseph deja escapar durante un paseo al pobre perro, lo cual hará estallar una crisis matrimonial, liberando de paso unas cuantas tensiones e intercambios -ninguno particularmente muy grave- entre otros miembros de la familia a medida que se va desarrollando la búsqueda del animal.
Es extraño, porque el medio tono, casi amable, que sostiene Kasdan en todo momento le termina jugando en contra: tanto el drama como la comedia nunca levantan vuelo, ninguno de los personajes genera real empatía, los diálogos caen con frecuencia en la redundancia y todo el ensamblaje del relato termina dependiendo demasiado del carisma de los actores. Encima, lo último termina siendo un arma de doble filo, porque si bien es cierto que intérpretes como Kline, Duplass o Jenkins siempre saben amoldar sus presencias a lo que requiere la trama en cuestión, el realizador le da rienda suelta a Keaton, que en esas condiciones suele ser como la versión femenina de Dustin Hoffman, cayendo en excesos melodramáticos varios. Además, el perro -ay, que lindos son los perros- está ausente durante el noventa por ciento del metraje, lo cual es otro punto en contra.
Lo cierto es que ¡Por fin solos!, a pesar de no ser un desastre -algo de la sabiduría y equilibrio para la puesta en escena de Kasdan se imponen a lo que podía ser una catarata de golpes bajos y manipulaciones-, no deja de ser una ligera decepción. La sensación es que el paso del tiempo lo ha dejado a este valioso realizador un tanto oxidado. Ese factor genera dudas respecto a su aporte al Episodio VII, aunque sería cuando menos arbitrario sacar conclusiones antes de tiempo. En el caso de ¡Por fin solos! en particular, el razonamiento era simple: hay demasiados humanos y muy pocos perros.