Por Gabriel Piquet
Entre la amplia variedad de documentales que exhibió el 29° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se pudo ver La misión argentina, de Adrian Jaime, un trabajo que recupera milimétricamente la historia de un grupo de argentinos que triunfó en 1969 en el circuito alemán de Nürburgring con los fabulosos Torinos. El director charlón con FANCINEMA sobre los detalles técnicos y el trabajo de archivo de un film muy bien documentado y lleno de anécdotas jugosas.
–¿Cómo fue la génesis de La misión argentina?
Es un documental que nace hace una buena cantidad de años intentando revalorizar la experiencia que se tuvo en la construcción del Torino, y su posterior desarrollo en las competencias del TC donde llegó a ser uno de los grandes exponentes del automovilismo nacional, generando una bisagra histórica que terminó de conmocionar al país en las 84 horas de Nürburgring.
-¿Cómo llegaste a Nürburgring, que es uno de los ejes centrales del documental?
Nürburgring se dio al mismo tiempo que el “cordobazo”, ciudad donde yo viví gran cantidad de años y en esa comunión de situaciones que se daban en una misma fábrica, en un mismo momento histórico, se crean dos marcas históricas muy fuerte que al día de hoy conviven y conviven marginalmente en la historia oficial. Porque a pesar que el “cordobazo” transformó la realidad política argentina -que después en la década del 70 tuvo un viraje aún más fuerte-, la realidad de Nürburgring, la realidad del automovilismo argentino, también la del deporte argentino, se transformó con el Torino y en particular en Nürburgring donde el Torino ganó ante la experiencia de las empresas más importantes del mundo.
-¿Cómo lográs contar casi en su totalidad el documental con imágenes de archivo?
A mí siempre me resultó desafiante tratar de contar las historias sin narradores externos, sin que se note la mano del realizador, sin esa cosa más snob también: “te cuento la historia como yo la interpreto pero a viva voz”. Esa situación del realizador siempre me gusta más en otro plano y mis documentales trabajan con imágenes de archivo tratando de extraer de ellas aquello que los directores o las cámaras de aquellos años intentaron trasmitir. Es una suerte de reformulación, de relectura de las imágenes del pasado. Es una cosa que me interesa particularmente en las películas.
-¿Cómo llegaste a ese material de archivo?
El material es Súper 8, 16 mm y otra parte que es de registro actual de los pilotos y preparadores que al día de hoy están con vida. Porque gran parte de los pilotos de aquellos días han muerto, han muerto por diferentes causas: en general los pilotos argentinos del TC morían como moscas. Calculá que había dos muertos por carrera, más o menos como un promedio. Ha llegado a haber siete muertos, entonces yo creo que aquí el material de archivo es un intento por salvar este material. Y hay que decir que el material de archivo siempre es maleable, lo que es difícil es encontrarle el corazón. Y bueno, eso es mucho tiempo de trabajo, mucha honestidad con el trabajo que de alguna forma no es todo manipulable. Entonces tratamos de encontrar aquellas lecturas que nos parecían interesantes, las guardamos.
-¿Cómo se trabajo el sonido?
El sonido en general en Súper 8 ó 16 mm. Por entonces se grababa separado, se regrababa, con lo cual no sobrevivió casi nada y tampoco se grababa el sonido de las trasmisiones radiales. Lo que hicimos en la película fue reconstruir todo el universo sonoro, eso se lo debemos a la postproducción de sonido que le puso muchísimas fichas para poder reconstruir el sonido de los autos en competencia, con ruidos de la época también pero no de esos mismos registros. Entonces apelamos a las carreras donde el “flaco” Traverso hacía magia con el auto y ese es el sonido que se escucha en los Torinos de la película.