
Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Josh C. Waller
Guión: Daniel Noah
Intérpretes: David Morse, Cory Monteith, Mike Vogel, Rachel Nichols, Ciarán Hinds, Tracie Thoms, Trevor Morgan, Aaron Yoo, Mark Anthony Ashton, Kia Nguyen, Kevin Daniels
Fotografía: Martin Ahlgren
Montaje: Brett W. Bachman
Música: Jóhann Jóhannsson
Duración: 96 minutos
Año: 2013
Compañía editora: SBP
5 puntos
Otro maldito policía
Por Mex Faliero
David Morse es un buen actor, hasta diría que muy bueno, pero lo mejor de todo es que es muy correcto y nunca desentona. Habitual secundario en películas de acción y policiales, también tiene una fuerte presencia en dramas, pero más allá del género o del registro que trabaje, lo suyo es el sufrimiento. Los personajes conflictuados son su especialidad. Digamos entonces que McCanik era una película que le caía como anillo al dedo, especialmente por ser el protagónico de uno de esos films indies que dos por tres asaltan el interés de la crítica norteamericana y las instituciones que dan premios. Pero este film -editado en Argentina al dvd por SBP- que tiene una premisa interesante, se desbarranca hacia el final con una serie de giros que evidencia un gran absurdo que se quiere pasar por importante.
Dirigida por Josh C. Waller, McCanik se inscribe en la línea de esos policiales urbanos y sucios, donde la raya entre el bien y el mal ha sido borroneada y lo que queda es una ambigüedad moral que no hace más que revelar la imposibilidad de la justicia. McCanik es el nombre del film y del protagonista, el oficial que interpreta Morse, un tipo con un pasado oscuro, un presente solitario y sórdido, al que su familia no quiere ver y que tiene un vínculo conflictivo con sus compañeros de trabajo. Su situación se tensará, pues, cuando se entere que un joven que él detuvo ha cumplido su condena, y se lance a buscarlo para tratar de atar algunos cabos sueltos.
Esa línea del policial crudo, un poco en la del setentismo autoconsciente del Antoine Fuqua de Día de entrenamiento, funciona durante un rato, pero velozmente se comienzan a develar algunas decisiones del guión que son bastante arbitrarias y poco rigurosas. McCanik actúa con un nivel de desidia que es raro que no haya terminado baleado mucho tiempo antes, y es poco digno para un oficial del prestigio -profesional- que parece tener. Uno de los inconvenientes del film de Waller es que quiere decir cosas, muchas de la cuales se conocerán en el tercer y flojo acto del film, y no se priva de quebrar cualquier verosímil con tal de arribar a determinadas conclusiones. Por ahí aparecen el joven Cory Monteith, en su último film antes de su muerte, y un desperdiciado Ciarán Hinds como un jefe de policía gritón y discontinuado como personaje. Lo mejor termina siendo Morse, quien con su aplomo le da complejidad a su personaje y sostiene un desenlace poco feliz, donde se revela como exagerado todo el accionar previo del protagonista.