Por Rodrigo Seijas
Recientemente recibido de profesor de cine en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA) de General Roca, Matías Tondato es un joven realizador neuquino que llegó hasta Mar del Plata para presentar Ego trip, un cortometraje que se vio en la primera edición de nuestra Funcinema. Allí, dos personajes atraviesan la ciudad mientras piensan -bastante mal- en el otro. Es un choque virulento e interior, que se da a partir de un muy expresivo uso de la voz en off y del montaje, y que se resuelve de una forma muy irónica. Tondato llegó al cine gracias a la referencia de su padre, también director de cine, y por supuesto a partir del fanatismo que le produjo desde chico todo el mundo audiovisual: “era un consumidor fervoroso de dibujos animados y películas, llegando a verlas tres veces por día o más. Me sabía de memoria los cortes de montaje, sin saber lo que eran cortes de montaje, y tarareaba las bandas sonoras”.
-¿Qué realizadores y películas han influido en tu formación cinematográfica?
Cuando empecé a estudiar, revisando un poco, me topé con Tarkovski, Gaspar Noé, Stanley Kubrick (aunque ya lo conocía). En lo referido a las películas, Eraserhead y Ladrón de bicicletas, que resultan ser clásicos pero indispensables.
-¿Cómo nació la idea para Ego trip?
La idea nació con este concepto de mostrar la cotidianidad de dos tipos y sus monólogos internos, nada más que invertidos: se ve a uno y se escucha al otro y viceversa. Fue durante una clase, se me ocurrió y la anoté en un papelito. La pensé desde el principio como un corto.
-¿Cómo fue el proceso de elección de locaciones y el casting?
Filmamos las escenas urbanas dentro del microcentro de Neuquén, por lo que teníamos varias posibilidades de locación sin tener que trasladarnos demasiado. Las locaciones de la naturaleza las había visto en el paraje China Muerta, Plottier, lugar que frecuento por familiares y amigos que viven ahí. Quería que los personajes tengan una especie de presencia colosal, expresiva y, al mismo tiempo, sutil. Claudio Ferretto y Mario Tondato encajaban justo. No me gusta hacer casting, es muy frío. Me gusta verlos actuar en otras ocasiones y darme cuenta ahí.
-En el film se nota un trabajo muy ajustado en lo referido al montaje de los distintos espacios y la voz en off. ¿Cómo fue esa labor? ¿Qué dificultades enfrentaste?
Fue un proceso muy artesanal y divertido, sin guión de hierro, sólo una estructura mínima en la que tenía claro el primer y último plano. Fue como editar un documental, en el que tenés que crear ritmo pero también climas, las curvas y todo eso, en base a los recursos que posees. Me encantó poder encontrar similitudes “estéticas” y, si se quiere, “poéticas” entre los planos y los diálogos. Fue tedioso, lento y minucioso, pero a la vez muy gratificante. Pensé el proyecto de esta manera desde el principio.
-El final presentaba varias posibilidades, distintos giros que se podían dar. ¿Por qué elegiste terminarlo de esa manera? ¿Evaluaste otros posibles finales? ¿Cuáles?
El corto podría haber terminado como un relato salvaje, sorprendente, pero no sé, lo pensamos bastante. Me parece que decidí ese final por el tipo de contraste que genera, medio desconcertante y reflexivo. Lo más realista posible, ya que era una historia “realista” en este caso.
-¿Cómo es el panorama de la producción cinematográfica en Neuquén? ¿Qué escuelas o institutos para estudiar cine hay? ¿Se desarrollan festivales en las cercanías?
En cuanto a lo federal, se hacen proyectos para la Televisión Digital Abierta. El panorama independiente creció bastante, en parte gracias a las nuevas tecnologías. En General Roca (Río Negro), está el IUPA, institución importantísima para la zona. También hay una carrera de cine en El Bolsón y Bariloche. Ahora, del 24 al 28 de septiembre se realiza la segunda edición del Festival Audiovisual Bariloche (FAB), en el que voy a acompañar a mi papá por la selección de El curador, largometraje de ficción que dirigió y produjo.
-¿Cómo es el vínculo de las películas neuquinas con los habitantes de esa zona?
Siempre hubo un prejuicio por lo “regional”, más allá del contenido de las películas, pero creo que esto no sucede solo acá. Poco a poco va cambiando (deseo).
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