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“Hay algo que me fascina de cómo el ser humano enfrenta trabajos casi repetitivos”

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

francaSe estrenaron juntos, aunque no parezcan compartir más que el nombre de su directora: Franca González. Pero si se acerca la mirada un poco más, se podrá ver cómo en los documentales Tótem y Al fin del mundo -de ellos se trata- el relato trabaja sobre tareas específicas, que se realizan con sumo placer y que tienen mucho de giro interminable. Precisamente esos trabajos repetitivos, asegura la realizadora, son los que le “fascinan” capturar con su cámara. González dialogó con FANCINEMA sobre el proceso creativo de sus documentales y sobre esos asuntos comunes que logra encontrar en todas sus obras.

-¿Cómo nacen ambos proyectos?
Los proyectos tuvieron sus respectivas gestaciones en momentos diferentes. Al fin del mundo lo empecé a pensar en el 2009. Iba a ser un proyecto totalmente diferente, una experiencia cruzada con otra directora canadiense sobre los inviernos en dos pueblitos de los extremos del continente americano. Sin embargo, eso no prosperó aunque terminó permitiendo algo que en el cine argentino es muy difícil, que es la posibilidad de realizar un buen desarrollo e investigación, conviviendo durante varios inviernos con la gente del lugar que yo buscaba retratar. Desde el 2009 hasta el 2012, que fue el año en que se hizo el rodaje principal, fui a estar con la gente, a conocerlos, a convivir con ellos, inclusive a registrar cosas que después no quedaron en la película. En cambio, con Tótem la temática se gesta antes pero yo comienzo a involucrarme con el tema a comienzos del 2011 -el tótem original había sido cortado en el 2008, pero recién ahí encargaron el nuevo-, con una propuesta concreta por parte de gente de Canadá que conocía al tallador de poder viajar a la isla de Vancouver a registrar el proceso de corte, los primeros trabajos de levantar corteza y darle forma a lo que iba a ser el próximo tótem. Con el cine de Canadá tengo un vínculo bastante fluido desde lo que fue la producción de Liniers, el trazo simple de las cosas. El registro que teníamos intención de hacer queda totalmente trunco, porque estando allá, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió que no se iba a hacer ningún tótem, lo cual termina dando origen al conflicto de la película. Lo que se había planificado inicialmente podía haber sido muy interesante pero no pudo ser, con lo que el film termina virando hacia otro lado.

-¿Cómo es que llegan a estrenarse juntos? ¿El plan era ese o se dieron las circunstancias?
Para que quede claro: Tótem es del 2013 y Al fin del mundo es del 2014, aunque recién ahora llegan a estrenarse juntos. Te diría que es por una cuestión de ahorro de energía por parte de mi persona, que soy la directora, productora y distribuidora de las películas, y el esfuerzo que se requería era tanto, que consideré que era mejor estrenar ambas películas juntas. También porque habían puntos de unión entre ambas, como el estar situadas en los extremos del continente americano.

-¿Qué puntos de unión ves entre estos dos films y tus anteriores obras?
Cuando filmaba Al fin del mundo, sentía que tenía mucho que ver con mi primera película en solitario, Atrás de la vía, que también es de algún modo un pequeño retrato de un pueblo, aunque con un tono mucho más intimista, porque era mi pueblo y la casa de mi abuela. Allí había cierta aproximación desde la observación aunque quizás mucho más ligada a los sentimientos, mientras que acá empieza a haber una mirada que escapa a los sentimentalismos, jugándose a favor de que el espectador haga su propio proceso. Creo además que tanto Tótem como Al fin del mundo ponen al relato sobre la acción de sus personajes, sobre sus trabajos, sobre esa persistencia en lograr lo que buscan, lo que remite a Liniers, el trazo simple de las cosas y por qué no a Atrás de las vías.

-En tus películas -y en esto Tótem y Al fin del mundo no son la excepción- se nota un puntilloso trabajo en la observación y el registro. ¿Cómo fue ese proceso en estas dos últimas películas? ¿Cuáles fueron las diferencias en este aspecto con tus anteriores films?
Hay algo que me fascina de cómo el ser humano enfrenta trabajos casi repetitivos, reiterativos, que se da tanto en Tótem con Stan, como en Al fin del mundo, con Sandra y su familia, quienes cortan árboles para poder calefaccionar a la gente, quienes a su vez consumen la madera muy rápido, con lo que se vuelve a necesitar, por lo que hay todo un ciclo de reiteración. Evidentemente, quien realiza ese tipo de trabajo, genera una especie de amor por lo que hace. Me impresiona mucho cómo la gente puede apasionarse con lo que hace, por más sencillo que sea. Cuando vivía en Montreal con Liniers, me generaba una envidia terrible ver como él se despertaba y se ponía a trabajar como un loco, haciendo dibujitos casi desesperadamente. Esto que te cuento se puede comparar con Stan, que en un momento de Tótem afirma “cualquiera es maestro si se la pasa treinta y cinco años haciendo lo que sabe hacer”. Eso también se puede ver en ese amor, esa dedicación por el trabajo que tiene Sandra, y Dorita con la escuela, o Roberto al intentar que la gente no se vaya en Al fin del mundo. Hay cierta fascinación por ese trabajo diario, cotidiano, que pocas veces es apreciado o tenido en cuenta.

-¿Cómo te sentís hasta ahora con la recepción para ambas películas?
La verdad que uno siempre tiene un poco de miedo a cómo va a impactar tu obra en los otros, pero en este caso, las películas han sido muy bien recibidas por la crítica, por lo que estoy muy impresionada y conmovida, aunque la crítica sea una mirada muy subjetiva de una tercera persona. Pero lo que más me satisfizo fue la respuesta del público. De los estrenos del 31 de julio, Al fin del mundo y Tótem fueron las películas que más caudal de público llevaron a las salas, mucho más inclusive que los dos films de ficción, lo que demuestra que la gente está queriendo ir al cine a ver documentales. Eso creo que es un triunfo de todos. Estoy realmente muy feliz.

-¿Tenés proyectos a futuro?
En principio, dentro de muy poquito voy a hacer la cámara y la fotografía de la próxima película de María Victoria Menis, lo cual me llena de orgullo. También acabo de hacer la cámara y la fotografía de Los adioses, de la realizadora canadiense Carole Laganière, que se va a ver próximamente en algunos festivales. Además, estoy trabajando en el desarrollo de un nuevo proyecto, que todavía está en pañales, pero esta vez no va a ser en la nieve y sí un poco más cerca de Buenos Aires.

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