“El proyecto siempre fue una película chiquita, simple y sin grandes pretensiones”

Por Rodrigo Seijas

(@mexfaliero)

La provincia de Córdoba sigue moviendo su industria audiovisual, trascendiendo sus propias fronteras con propuestas que construyen un discurso para nada localista y sí con muchas ambiciones de universalidad. En ese contexto, Rodrigo Guerrero es una de las voces que ha surgido con mayor intensidad. Hace unos años estrenó El invierno de los raros, y ahora con El tercero logra no sólo su segundo film, sino también una propuesta audaz y muy inteligente, que tiene a la sexualidad en primer plano, pero que en el subtexto esconde cuestiones de producción que son muy atractivas de conocer. Guerrero dialoga con FANCINEMA sobre cómo llegó a realizar este nuevo film, y cómo trabajó diversos aspectos de una historia pequeña pero grande en su mirada.

-¿Cómo nació la historia y se fue desarrollando el guión?
La idea surgió a partir de repensar mi rol como cineasta después del estreno de El invierno de los raros, que fue una propuesta mucho más intuitiva. Con esta nueva película tuve desde el principio mucho más claro hacia dónde quería ir y cómo quería filmarla. El guión se fue desarrollando más a modo de tratamiento y propuesta de recorrido situación para los actores, de modo tal que la improvisación en torno al esqueleto establecido fue decisiva.

-El film se construye casi en su totalidad a partir de un escenario único, que es un departamento, y sólo tres personajes. ¿Cuánto influyeron las limitaciones de presupuesto y cómo se adaptó el equipo durante el proceso de producción?
El proyecto siempre fue una película chiquita, simple y sin grandes pretensiones. Yo quería filmar y opté por desarrollar una idea que pudiéramos hacer con o sin apoyo del INCAA. En consecuencia la situación involucra sólo tres actores, muy pocas locaciones y un rodaje de poco más de una semana. Esto último posibilitado también por la definición de una película basada en la toma fija y el plano secuencia como recursos formales y narrativos. El equipo técnico fue realmente reducido pero fundamentalmente porque queríamos asegurar un clima de trabajo que propiciara la tranquilidad e intimidad que los actores necesitaban. Afortunadamente el proyecto recibió apoyo del instituto por tercera vía y en este esquema pequeño todos cobraron por su trabajo.

-Hay un trabajo muy particular de la sexualidad y el contacto de los cuerpos. ¿Cómo se fue pensando la puesta en escena y el trabajo con los actores?
La escena de la cama fue una de las más pautadas. Establecimos una coreografía de movimientos en función de los planos determinados y la ensayamos en frío, con ropa, bien técnicamente un par de veces. Después de esto la grabamos a dos cámaras en tiempo real y allí los actores se entregaron al devenir de la situación. Siempre digo que lo que genera esa escena es el reflejo de la entrega y la honestidad con la que Carlos, Nicolás y Emiliano asumieron el desafío de la película.

-¿Cuál fue el aporte de los tres actores a la hora de delinear los diálogos, configurar los personajes y las tensiones entre ellos?
Los actores aportaron muchísimo a los personajes y al devenir de la situación. Tenían mucha libertad para garantizar que la situación sucediera natural y desprejuiciadamente. Estaban definidos los recorridos de cada momento, las características y aspectos de la biografía de los personajes, pero ellos completaron ampliamente la propuesta poniendo al servicio de la ficción historias y relatos personales reales o inventadas.

-La película, en los momentos decisivos, se sostiene principalmente en las miradas, los silencios, el contacto entre los cuerpos. ¿Qué valor le asignas a estas formas discursivas y su relación con la palabra, con lo que se habla?
Creo que mayoritariamente ellos no hablan de lo que les pasa en cada momento y ese subtexto se cuenta en los gestos y en el desempeño corporal. Me pareció interesante que ellos no se cuestionaran lo que estaban haciendo para despojar la cuestión moral sobre la situación en sí. Evitamos siempre poner en palabras o hacer referencia directa a la situación que los une esa noche y buscar en los diálogos la manera de contar aspectos de la vida y la historia de los personajes que se están conociendo esa noche: una pareja y un tercero que se suma. Esto es así en la primera mitad de la película. Luego, cuando ya queda poco y nada que decir se hace carne el encuentro sexual y los gestos amatorios silencian la palabra casi totalmente. Sin embargo, creo que todo lo dicho está más que latente en toda la escena de la cama, y que la percepción de esa intimidad no sería la misma si no hubiéramos empatizado previamente con los personajes.

-¿Cómo ha sido la recepción de los espectadores en las distintas exhibiciones que ha tenido? ¿Cuáles son las expectativas con vistas al estreno comercial?
La recepción hasta el momento en general fue muy buena. La gente se divierte mucho en las escenas del chat y de la cena y conecta especialmente con el erotismo de la escena de la cama. También pudimos comprobar la universalidad de la historia en las repercusiones que la peli está teniendo en el exterior y,  personalmente, me alegra mucho que las lecturas que se hacen están bastante alineadas con las intensiones que tuvimos al hacerla.

-¿Tenés otros proyectos a futuro?
Como productor estoy acompañando a otros directores cordobeses en sus óperas primas junto a Lorena Quevedo. La casa de verano, ópera prima de Gabriela Trettel, estimamos rodarla en noviembre y estrenarla en el 2015. El año que viene esperamos grabar Vigilia en agosto, de Luis María Mercado. Como director guionista estoy escribiendo dos películas, una con dos amigos del ámbito teatral cordobés y otra basada en una historia real, que supone un nuevo desafío en mi carrera.

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