Muy buena
Una sombra ya pronto serás
Por Daniel Cholakian
Las nereidas fueron las 50 hijas de Nereo y Doris, que en la mitología griega eran divinidades que ayudaban a los marineros ante los peligros que enfrentaban en los mares. Ellas eran símbolo de belleza y erotismo entre aquellos que entonces se aventuraban en viajes de ultramar.
Ya no son nada, apenas un recuerdo.
Dos de ellas han salido del mar. Enamorada la una de un marinero, esperando la trasmutación, deseando convertirse en humana, negando su propia inexistencia, mientras la otra consciente de su naturaleza mítica se enfrenta con el deseo de la primera, con su inútil apropiación de los sueños humanos.
La obra de Norman Briski es un diálogo entre dos, que en este caso es una: Eliana Wassermann. La actriz, en un notable trabajo actoral, recrea esta suerte de discurso imaginario o no, de aquella que se niega a perderse en la historia de la imaginería humana y la que se resigna como voz racional de la Historia a reconocerse en la sombra del sueño que fueron. Wassermann logra dotar de registros variados a sus personajes en medio de una escenografía simple. Por momentos clown, mujer deseada, anguila, la actriz se encuentra con la palabra libérrima de Briski y se la apropia, la conduce, la dramatiza, la despliega con un trabajo vocal preciso, que deslumbra.
La puesta en escena es sencilla y apunta a sostener el trabajo actoral, a permitir el desarrollo de la palabra, a acompañar con luz sencilla el registro de la tensión dramática, para concluir en un final bellísimo en el que luz, voz, palabra y tiempo logran acercar al espectador al sentido final de aquella historia.
“Aquí está mi cuerpo sin sustancia, sin historia, soy sólo un relato en la belleza de la orfandad. De la locura de hacerles la guerra a todos los que antes de nacer ya nos meten la enciclopedia. Devenir de la suerte de ser páginas libidinosas que escapan de sus tapas de biología libertaria”.
El texto de Norman Briski es un texto poético, libre, que apunta a pensar cierta parte de la historia universal de la infamia humana, de los miles de relatos inventados sólo aprontados para dominar, de los innúmeros dioses cautivos de las pesadillas de la muerte, y del deseo simple del amor. Del deseo humano, demasiado humano, de que en el momento de ser reconocido por el ser amado, podamos adquirir identidad. Dejar de ser la sombra de una imaginación y convertirnos en Uno. Tener voz propia.
Dramaturgia: Norman Briski. Dirección: Juan Washington Felice Astorga. Intérprete: Eliana Wassermann. Vestuario: María Claudia Curetti. Iluminación: Norman Briski. Escenografía y arte: Norman Briski. Sala: Teatro Calibán – México 1428 PB 5, Ciudad de Buenos Aires (www.teatrocaliban.blogspot.com). Viernes a las 22:00.
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