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De justos y jueces


Buena


Lo que no se puede evitar

Por Virginia Ceratto

(@fancinemamdq)

justos juecesA partir de un cliché (profesor y alumna), el autor y director Mario Carneglia dispara en esta puesta el significado estricto del término pasión, tanto en su acepción común o vulgar, en tanto relacionada con la atracción, como en su sentido etimológico: pasión, del verbo patior: “lo que no se puede evitar”.

Y lo que no se puede evitar es, sí, la atracción de un hombre casi maduro por una jovencita y la de la jovencita por aquel que conmueve sus ansias de juventud con la poesía y el desafío. Y pasión también, es lo que siente una madre, en el sentido etimológico, a la hora de defender la cría.

En estos juegos de la vida no se razona, se actúa. Precisamente, porque, como sabían los griegos… no se puede evitar. De ahí la pregunta que subyace en la obra de Homero y en la de Sófocles: “cuál es tu patior”, más o menos, ¿qué es lo que no podés evitar?

Los lectores son cultos, saben leer y eligen este sitio, así que las consecuencias serán obvias.

A partir de esta premisa de la pasión, y con la ventaja de que la pasión, precisamente, salva de cualquier postura maniquea, es decir, el bien y el mal quedan relegados a lo que se pudo hacer, la obra -textualmente con cabos que no atan del todo y con algunas profundidades que seguramente se pudieron explorar más-, permite el lucimiento -sí, lucimiento, que implica brillar, resplandecer- de dos actores a quienes hay que agradecerles tanto teatro: Lalo Alías y Laura Federico, como el profesor amante y la madre (sobre)protectora (que puede ser juez o podría haber sido ama de casa, es madre).

Impecables, impresionantes.

En el vértice de este triángulo que en la vida misma sería y ha sido y será motivo de conflicto, Natalia Elías hace un primer trabajo que se logra sostener junto a estos grandes, ayudada por la dirección y sin duda, por la juventud intrínseca al personaje.

Con un par de momentos oníricos que ilustran metafóricamente el interior y la singularidad de lo que se juega en los personajes, una escenografía etérea, minimalista, un vestuario impecable y sobrio, la obra trasciende el chiché y nos invita a preguntarnos: “¿hubiera actuado así?”. Y la respuesta es obvia… “sí, hubiera actuado así”.

Un buen augurio para Natalia que pivotea entre dos gigantes y un aplauso descarado y apasionado (lo recordamos, lo que no se puede -ni se debe- evitar) para Lalo Alías y Laura Federico.


Dramaturgia: Mario Carneglia. Dirección: Mario Carneglia. Intérpretes: Laura Federico, Lalo Alías, Natalia Elías. Vestuario: Beatriz Fariña. Asistencia de dirección: Lola LeguIzamón. Sala: El club del teatro (Rivadavia 3422, Mar del Plata), los sábados a las 22:00.

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