Acá están, estas son, las tradicionales mini-criticas de FANCINEMA. Un repaso por la programación del festival a través del punto de vista de nuestro staff (84 películas comentadas).
¡Qué extraño llamarse Federico! – Scola cuenta a Fellini
, de Ettore Scola / 9 puntos
Por fin una bocanada de aire fresco. Por fin alguien que siente frente a tanta abulia imperante. Ver esta película es de esos acontecimientos festivaleros que devuelven la confianza en el cine. Un acto de amor, un homenaje (sin pompas exageradas) y una original propuesta que trasciende el mero recorrido documental por los films del maestro Fellini. Acentúo la idea de originalidad para los críticos que, con los argumentos de evitar un cine “más académico” como lo llaman, están más preocupados por enaltecer una cámara arriba de un sapo que reivindicar a directores de la talla de Scola. Hay más osadía, creatividad y vida en este hombre de 82 años que en muchas de las óperas primas sobrevaloradas como caballito de batalla. Varios niveles de enunciación se complementan a la perfección. Scola logra desmontar con notable fluidez la filmografía de Fellini, ensamblar muchas de sus imágenes, recrearlas y hacer sentir los procedimientos del director todo el tiempo. Destaca el artificio por sobre la vida, incorpora un narrador y nos sumerge por los más variados paisajes de una Roma de ensueño. Al mismo tiempo, narra la relación con su amigo en los primeros años y la forma en que fue evolucionando. Es interesante cuando inserta archivos de audio para otorgarle la voz a ese personaje de Fellini adulto, de espaldas, interactuando con el mismo Scola recreado. El final es un montaje que emociona sanamente antes de devolvernos a la vida. Imperdible. Guillermo Colantonio
A estas alturas de la vida
, de Alex Cisneros y Manuel Calisto / 4 puntos
Dos amigos en la terraza de su edificio mirando el transcurrir de los otros y hablando de todo un poco, haciendo teorías sobre las personas, las relaciones, los gustos, la vida que fue y la que no. Uno es un workaholic, el otro es un mujeriego irredento al que se le dan bien las matemáticas. Hasta que llega una vecina buscando su perro perdido y el triángulo relacional se impone. Histeriqueos, más charlas de a parejas y algún que otro cambio o refuerzo de lo que se es. Esta historia se cruza con una voz en off que también aporta pensamientos cuasi criminales y justifica tomas de posiciones terminales. Filmada en blanco y negro y buscando un tono de comedia que no siempre consigue, hay cierta calculada búsqueda en su guión que denota alguna mirada misógina y una intencionalidad misantrópica a lo Fernando Vallejo pero sin su profundidad revulsiva. Poco más que algún apunte ingenioso. Javier Luzi
A Fuller life
, de Samantha Fuller / 8 puntos
A modo de prólogo, la hija del realizador nos cuenta quién era Samuel Fuller, basándose en su biografía varios amigos, directores y actores irán leyendo e interpretando algunos capítulos. Con material de archivo de los films como director, o en los que escribió sólo el guión más algunas imágenes de lo que filmó cuando estuvo en la Segunda Guerra con su propia cámara, nos contará su vida. Desde que comenzó como canillita a los 11 años en Nueva York, pasando por su etapa de cronista de policiales (gran momento en que el actor de color Bill Duke interpreta la historia en la que Fuller conoció algunos integrantes del Ku Klux Klan), pasarán los momentos en los que se alistó para combatir en la Segunda Guerra Mundial, en donde recrea muy bien varias situaciones que quedan plasmadas en la película The big red one (1980). Una divertida anécdota con Marlene Dietrich cuando la conoció en la guerra y la volvió a ver años después en Hollywood, el momento en que John Edgar Hoover le recriminó cosas de su película Pickup on South Street (1953) porque el personaje de Richard Widmark se negaba a compartir información sobre los comunistas con la policía en la época del macartismo. Su buena relación con parte de los directores de la nouvelle vague francesa, quienes siempre reconocieron el valor de su cine. Los conflictos que tuvo para estrenar en su propio país cuando se corrieron rumores de que su película White dog (1982) era racista. Fuller era una persona activa, inquieta, tan interesante por fuera del cine, que el documental se vuelve casi un recorrido histórico por algunos de los más importantes momentos del Siglo XX. Gabriel Piquet
A memória que me contam
, de Lúcia Murat / 8 puntos
Uno puede disentir con ciertos procedimientos de puesta en escena que hacen un poco de ruido pero no discutir la pertinencia, la sensibilidad e inteligencia de Murat para discutir la idea de militancia y de guerrilla en el presente. Independientemente de la postura ideológica de la directora, la riqueza discursiva de sus personajes, el cuidado con el que los trata, sus puntos de vista determinados por diferencias generacionales, ya hacen de este film algo necesario y por qué no, entrañable. Viejos amigos de la guerrilla vuelven a verse las caras a partir de la muerte de uno de ellos (que aparecerá materializado, tal vez, el en el recurso más discutible de la película). Confrontación de pareceres, de roles, de utopías pasadas, batallas perdidas o ganadas, son temas que se debaten y que invitan a debatirse a partir de lo que dejó la dictadura, en un mosaico fragmentario, de emociones cruzadas, pero que mantiene la idea de afecto, de amor, en un marco de revisión de ideas. Guillermo Colantonio
Algunos días sin música
, de Matías Rojo / 6 puntos
Hay algunas películas con las cuales uno se podría regodear en todos sus defectos, pero terminaría siendo injusto, porque lo que termina resaltando son las virtudes. Algo de esto pasa con este film, ópera prima de Matías Rojo, centrada en tres chicos que, luego de presenciar la súbita muerte de su maestra de música en el primer día de clases, aprovechan los días libres por duelo. Lo que empieza siendo un mero retrato de la rutina de estos pibes, se va convirtiendo en algo más profundo: un análisis de sus vínculos familiares, caracterizados en todos los casos por las presencias-ausencias de figuras paternas en crisis; una exploración del paisaje urbano mendocino; una puesta en forma de los problemáticos lazos entre los universos adultos e infantiles; un pequeño pero dulce retrato de iniciación, en el que los personajes arrancarán de una manera y terminarán de otra, parados en lugares distintos, con miradas diferentes. Se podrá cuestionar el nivel desparejo de las actuaciones, cierta impostación en algunos diálogos o el ritmo de la narración. Pero lo que queda en el balance es una película que se impone a sus imperfecciones, donde aparece una personalidad, un cineasta con una visión cálida, respetuosa hacia los protagonistas de lo que cuenta. No está nada mal para el comienzo de una carrera como realizador. Rodrigo Seijas
Amarga pesadilla
, de John Boorman / 9 puntos
La década del setenta será el contexto ideal para que el cine norteamericano resurja. Epoca de convulsiones, ideal para que los géneros se luzcan y proyecten una mirada crítica. La película de Boorman es una de las primeras en manifestar ese malestar y lo hace a partir de una historia que involucra una vieja idea (desarrollada por Lang, Hitchcock y más tarde por Lynch, entre otros): la cómoda vida del ciudadano se verá afectada por circunstancias extraordinarias, es decir, una manera de expresar los horrores de una sociedad tecnificada y desaforadamente encerrada en un consumismo atroz, que se pretende victoriosa por sus conquistas bélicas y mercantiles. Cuatro hombres (¿amigos?) resuelven emprender una especie de aventura a los Montes Apalaches, pero todo sale mal. De una violencia extrema, no se trata sólo de sujetos contra el medio ambiente (magistralmente mostrado por Boorman a partir de la tensión que generan sus sonidos y su misterio) sino de expresar los monstruos que origina un país enfocado en el afán de expansión territorial y económica. Los signos se detectan de antemano, incluso en la famosa y enfermiza escena de los duelos de banjo. Pero además, hay mucho cine. Me hizo acordar a otro film igualmente perturbador hecho un año antes y visto en una edición pasada de este mismo Festival, Wake in fright de Ted Kotcheff. Guillermo Colantonio
Art Berkeley,
de Frederick Wiseman / 8 puntos
Una vez más Wiseman demuestra su elegancia para introducirnos en las instituciones. Los planos iniciales recurrentemente en sus documentales son siempre iguales y van desde lo general (el cielo, un momento del día) para internarse delicadamente y sin preguntar en el espacio en cuestión. En este caso se trata de una universidad, de sus recovecos y con los diferentes actores que intervienen. Uno percibe un cierto afán de totalidad en esa mirada que observa, como si se tratara de un narrador omnisciente de la novela realista decimonónica. Hay un ideal de transparencia que se sostiene y que disimula el montaje como herramienta. Ahora bien, es este precisamente el que trasciende la mera observación y va creando discurso. Durante cuatro horas comprendemos el funcionamiento institucional, los conflictos de poder, las discusiones presupuestarias, los reclamos estudiantiles, a través de las imágenes y de los jugosos diálogos a los que Wiseman respeta casi en su totalidad a fin de no perder el hilo argumentativo. También hay un lindo contrapunto entre escenas de clases teñidas de un cierto delirio por lo que manifiestan sus gestores y planos generales de idílicos lugares, como para salir del academicismo rancio. La imagen de la universidad pública, consagrada a estudiantes de diversas nacionalidades y modelo liberal, aparece bajo la óptica de Wiseman en crisis, y uno lo palpa gracias a la maestría de su atenta mirada, incapaz de perturbar la cotidianeidad de los personajes. Guillermo Colantonio
Big Star: nothing can hurt me
, de Drew DeNicola y Olivia Mori / 5 puntos
La historia de la banda que no tuvo éxito en su momento, pero que inspiró a toda una generación de músicos que la reivindicaron después, es una de las constantes de este año en la sección musical. El esquema es calcado: sobrevivientes de esa época cuentan hablando a cámara cómo fue que se conocieron Alex Chilton y Chris Bell (la dupla principal del cuarteto de Memphis). La grabación del primer disco, la posterior salida del grupo de Chris Bell por sentirse eclipsado ante Chilton, una convención de periodistas de rock en 1973 realizada por su sello Ardent que los haría populares ante la prensa, la grabación de dos discos más por parte de la banda, los problemas con la distribución que tuvieron para que sus discos lograran el éxito o por lo menos ser más escuchados en las radios. Un viaje a Londres de Chris Bell intentando grabar un disco con sus temas sin tener éxito. La particular carrera de Alex Chilton, pasando por varias bandas, después volcándose a su trabajo solista. La muerte en un accidente de tránsito de Chris Bell. La reedición en Inglaterra de sus dos primeros trabajos juntos en un solo LP, dándole un status de banda importante en Europa.Todo esto es interesante, porque la banda es interesante, pero como varias veces he dicho, gana más escuchar sus discos que ver fragmentos en los que suenan sus temas y nunca se tiene una idea completa de cómo era su sonido. La extensión del documental tampoco ayuda, llega un momento en que se vuelve reiterativo. Gabriel Piquet
Blind detective
, de Johnny To / 7 puntos
Fallida y al mismo tiempo estimulante comedia detectivesca de Johnny To, con Andy Lau como un ex policía y hábil investigador tratando de resolver el enigma de una serie de asesinatos con la ayuda de una joven que, además de admirarlo profundamente, está totalmente enamorada de él, quien no nota esto porque está a su vez súper enamorado de otra mujer, a la que tiene absolutamente idealizada. Film demasiado estirado, con una media hora de más, al que asimismo le cuesta encontrar el tono adecuado durante toda la narración (va desde el humor absurdo hasta el policial violento, abusando en unas cuantas secuencias del griterío por parte de los protagonistas), tiene sin embargo algunas escenas memorables, repletas de ideas cinematográficas, como la de la recreación de un crimen por parte de la pareja protagónica. Como casi siempre, aún con sus lagunas, el cine de To ofrece desde el abordaje genérico múltiples variables de análisis, requiriendo del público un esfuerzo extra que se agradece. Rodrigo Seijas
Cazador de hombres
, de Michael Mann / 9 puntos
Antes de que llegara El silencio de los inocentes, con las legendarias interpretaciones de Hannibal Lecter y Clarice Starling por parte de Anthony Hopkins y Jodie Foster, estuvo este gran film de Mann, basado en la novela Dragón rojo, que en su momento fue ignorado por el público, y que tuvo una estupenda (aunque muy corta) actuación de Brian Cox como el asesino serial más famoso del cine. El realizador de Fuego contra fuego, El informante y Colateral entrega aquí un relato de suma inquietud y tensión, centrado en el detective Will Graham (excelente William Petersen), cuyo mayor don (identificarse a fondo con la mirada de los homicidas que persigue) es también su mayor maldición, y que deberá retornar a su oficio a regañadientes, para atrapar a un peligroso criminal, conocido como el Hada de los Dientes (gran performance de Tom Noonan). Una película con un notable trabajo de puesta en escena, en el que la violencia irrumpe de forma cortante y a la vez pausada, apostando mayormente a resaltar la oscuridad que invade a todos los personajes, sin dejar de lado el tema central de la filmografía de Mann: el profesionalismo. Rodrigo Seijas
Choele
, de Juan Sasiaín / 6 puntos
Un paso atrás respecto de La Tigra, Chaco, película codirigida con Federico Godfrid, Choele ofrece un engranaje reparador a partir del seguimiento de tres personajes, padre separado, un niño simpático y la inquilina novia que viene a interferir entre ellos. La cámara capta momentos y transmite una vitalidad luminosa cuando mira a sus criaturas con un cariño que no puede disimular nunca. Ahora bien, si las imágenes trasuntan humanidad, la innecesaria música omnipresente entorpece bastante ese acercamiento y se transforma en un mecanismo un tanto manipulador. El film es correcto pero parece muy calculado, como llevado de la mano por las necesidades de obedecer más a pautas industriales o manuales de escuela de cine que a riesgos personales. Todo aquello que funcionaba bien en el film anterior, por su espontaneidad, en este se diluye. La gracia y el humor pretenden ser naturales pero las pequeñas situaciones y líneas de diálogo que los promueven no logran ocultar su origen: puro cálculo. No está mal, es un buen antídoto frente a tanta historia argentina de “Palermo hollywood”, pero resta. Eso sí, la modulación de los personajes es casi ilegible y apenas se escucha, un signo llamativo dentro de un esquema cauteloso. Guillermo Colantonio
Club sándwich
, de Fernando Eimbcke / 8 puntos
Si La jaula de oro parece decirnos que el cine es una gran epopeya, un acto de fe de enormes proporciones, esta película, también procedente de México, da la impresión de aseverar que el arte cinematográfico es lo más fácil del mundo, algo simple y natural que no requiere de grandes esfuerzos. Igual ambas comparten algo: esa certeza de que, en el fondo, con mayor o menor empuje, siempre se necesita de talento. El film de Eimbcke tiene apenas tres personajes principales: una madre soltera, su hijo adolescente y una joven que aparece para desestabilizar el equilibrio materno-filial a través, obviamente, del amor. Con esa mínima premisa, el realizador va construyendo un conflicto presentado de forma sutil, que trabaja con todos los estereotipos posibles, pero resignificándolos con un gran respeto desde los diálogos y su puesta en escena. No hay una frase de más; la narración avanza de manera parsimoniosa pero firme; ningún personaje está excedido en sus actitudes; y los distintos encuadres (mayormente de conjunto, mostrando en muchas ocasiones las espaldas de los protagonistas y sólo en una decisiva escena recurriendo a los primeros planos) se ajustan al cuidado por lo que se está contando, tanto en lo temporal como lo espacial. Hay un enorme cariño por la historia, por el universo retratado -ese donde las perspectivas adultas y juveniles colisionan, para luego buscar una cierta armonía- y, en consecuencia, por el espectador. Club sándwich es, desde su humildad, su sutileza, su dulzura, una película que se agiganta durante y después de su proyección. Rodrigo Seijas
Costa dulce
, de Enrique Collar / 5 puntos
Un muchacho con ansias de cambiar su destino busca hallar el tesoro que las familias paraguayas enterraron durante la Guerra de la Triple Alianza. Un mito que se convertirá en una obsesión y una destrucción. David se encarga de cuidar y arreglar una casa y al recibir un paquete para su patrón inicia la búsqueda para tratar de cumplir su cometido, mientras su mujer debe lidiar con otras cuestiones que tienen que ver con sostenerse y sostener a su pequeña hijita. El director, que viene del ámbito de la plástica, construye una película donde lo pictórico se vuelve estructural (o al menos parte fundamental de la forma). Y como muchos de los actores no son profesionales sino parte del pueblo donde se filmó, se hace del defecto virtud, y la naturalidad fluye y se apuesta por el silencio y la imagen, más que por las palabras. El problema es que hay una cierta falta de potencia para concentrar la idea que empieza a girar en redondo y que el guión abre algunas puntas sin mayor profundidad que sólo estiran la duración del metraje. Mejores intenciones que concreciones. Javier Luzi
Drinking buddies
, de Joe Swanberg / 6 puntos
Swanberg presentó en una edición pasada del Festival un mamotreto pretencioso y narcisista llamado Art History. Ahora se puso el disfraz de indie mainstream americano para mostrar una película que repite las fórmulas archiconocidas del género (¿?) en cuestión: adultos que histeriquean como niños, retórica balbuceante (que varios críticos se empeñan en destacar como la búsqueda de un nuevo lenguaje) y banalidad como principio existencial. Cuando los personajes dejan de ser como figuras de plastilina en una plancha metálica y se proponen algunos climas de emoción contenida, el film mejora. De todos modos, Swanberg no puede con su narcisismo y a su omnipresente cámara en mano nerviosa le suma banda de sonido cool, mucha cerveza artesanal (que se consume, no se saborea) y una improvisación simulada en las actuaciones que no necesariamente funciona ni retoma (como pretende) cierta tradición del cine americano de los sesenta. Nunca se sabrá qué decir de una película cuyo mejor diálogo transcurre sin palabras, en base a un intercambio de papas fritas y una banana. Guillermo Colantonio
Drug war
, de Johnnie To / 8 puntos
Un conductor que maneja en estado de intoxicación es detectado por unas cámaras de seguridad vial e instantes después choca contra un comercio. En un peaje, un colectivo con varios pasajeros es detenido para una redada y varios ocupantes que ejercen de “mulas” escapan perseguidos por una brigada antidrogas. Unos minutos antes, en el mismo peaje, pasa un camión con dos ocupantes sospechosos seguidos de cerca por un auto con policías encubiertos. Todo esto que no parece tener conexión sucede en los primeros minutos de esta película del director hongkonés. Como nos tiene acostumbrados, de ahí en más irá armando la línea argumental que seguirá la relación entre un traficante, Timmy Choi (interpretado por Louis Koo), el ocupante del auto que choca contra un local, y el capitán de policía Zhang (Sun Honglei). Esa relación de camaradería que siempre hay entre policías y mafiosos en los filmes de To sigue presente, aunque la ambigüedad del personaje del mafioso hace dudar varias veces al policía y logra varios momentos de tensión entre ellos. Tenemos escenas de antología, como la del policía haciéndose pasar por un traficante al cual vio unos minutos antes y copió varios de sus modismos para poder engañar a otro intermediario que lo conectará con un gran jefe, o el tiroteo que sucede en la puerta de un colegio entre varios vehículos (colectivo escolar incluido), con grupos antagónicos disparándose a corta distancia. Hay dos personajes sordomudos (que podrían ser de una película de los hermanos Coen), que también son un hallazgo en la película. Sin develar nada, decir que en el final el director toma una posición con respecto a un tema que puede traer un largo debate, haciendo que se emparente mucho con esos finales secos y contundentes del cine policial de los 70. Gabriel Piquet
E agora? Lembra-me
, de Joaquim Pinto / 9 puntos
En algún balance sobre ediciones pasadas dije algo exagerado pero que tiene cierta resonancia: el futuro del cine está en Portugal. ¿Cómo filmar la agonía sin caer en sensiblerías? ¿Cómo demostrar vitalidad en medio de una enfermedad? ¿De qué forma se puede hacer arte en medio del dolor personal? Estas y otras preguntas se ensayan en este notable film donde el director, en compañía de Nuno, su pareja de toda la vida, registra en una especie de diario autobiográfico que jamás se resigna a ser encuadrado genéricamente. La enfermedad del cuerpo se traslada a la enfermedad contemporánea: un mundo que se derrumba en su egoísmo, en sus políticas corrosivas, en la velocidad del capital, en la pobreza, temas tratados con profundidad a partir de una encantadora voz en off que no teme en cuestionar posturas acomodaticias y tranquilizantes. A esa estrepitosa caída, Pinto le contrarresta su entorno cotidiano, la dedicación de su pareja, el amor hacia los animales y hacia la naturaleza, la conservación de la curiosidad, del asombro por seguir descubriendo libros (sí, libros, no citas de citas, como bien dice hacia el final del metraje) con las pocas fuerzas que le van quedando debido a que padece el VIH y la hepatitis C. Sin caer en lo peor del docudrama ni en el espectáculo narcisista, este film demuestra que se puede ser, sin concesiones, creativo, honesto, duro y bello al mismo tiempo. Guillermo Colantonio
El aire
, de Santiago Guidi / 3 puntos
Problemas de modulación, floja edición de sonido, personajes cuyo acto más profundo es contar papas fritas y que vuelven a la fórmula antigirondo: “no se tocan, no se miran, no se besan…”. Bueno, estos son sólo algunos de los problemas de esta película que nos muestra a dos jóvenes que se cruzan por azar en la noche de Buenos Aires y deambulan como zombies urbanos, con sus rostros inexpresivos (un homenaje tal vez a la tábula rasa del filósofo Locke que los espectadores deberán llenar). Los ruidos exteriores complican el audio de los diálogos (o tal vez sean el símbolo de algo) que son un atentado a cualquier ley dramática. Todo bien con rescatar personajes simples, alejados del caretaje pero de qué sirven si no tienen vida, para qué caminan tanto, qué hay de la ciudad, qué hay de sus vidas. Encima, hacia el final, llegan a un hotel, ponen una película condicionada y… ¡se duermen! “No se miran, no se tocan, no se desean…”. ¿Otra película sobre el hastío juvenil y la alienación urbana? ¿Otra fotocopia color mal sacada de Antonioni? Ni siquiera eso. Guillermo Colantonio
El blues de los plomos
, de Paulo Soria y Gabriel Patrono / 7 puntos
Es muy interesante que en una sección de música no sólo se hable o se escuche a los que están sobre el escenario: en este caso se escucha y se oye a los que están detrás del escenario. Más allá de las anécdotas que cuentan, lo que más atrapa del documental es la forma en la que Soria y Patrono van mostrando este universo, bastante desconocido para el público en general. Desde los primeros que cumplieron estas funciones (como dice el guitarrista Hector Starc “al principio eran los amigos que tocaban mal un instrumento, para no echarlos de las banda les dejábamos que cargaran las cosas”) hasta los que lograron que esto sea una profesión. Aníbal “El Negro” Forcada, plomo de León Gieco y posterior músico estable de la banda del cantante, “La vieja” Barrios el plomo que acompañó durante muchos años a Luis Alberto Spinetta, pasando por varios de los más conocidos del ambiente hasta las nuevas generaciones. Desde la puesta en escena hay dos segmentos de la película que se destacan sobre el resto, uno es la historia de “El Negro” Forcada, quie fue el creador del tema que da título al film y que sería inmortalizado por Gieco, además crearía una mítica banda formada por otros plomos llamada Oveja Negra. El otro momento que le da valor agregado es un día completo en la actividad de Jota, el Stage Management de Almafuerte. Es acá donde realmente se ve el trabajo que realizan y lo importante que son para los músicos, dentro de este equipo de trabajo cada parte es fundamental para el sonido de la banda, remarcando la idea de familia que tienen los integrantes para poder llevar a cabo esa tarea. Gabriel Piquet
El crítico
, de Hernán Guerschuny / 6 puntos
El film de Guerschuny utiliza la figura de un crítico, interpretado por Rafael Spregelburd, para explorar las reglas del género de la comedia romántica y su vínculo con el mundo “real”, poniendo a este personaje en la situación que menos espera o ansía: la de estar enamorado. Su visión sobre el cine y con todo el universo que lo rodea, a los que permanentemente contempla con un cómodo cinismo, se pondrá en crisis. Con esta premisa, la película construye una historia de amor que toma elementos ya vistos pero reelaborados gracias a la mirada cinéfila, sin perder sinceridad y cariño por lo que les pasa a los personajes, y sobreponiéndose a distintas fallas en los diálogos y el ritmo. Ayudan también la química entre Spregelburd y Dolores Fonzi, cada uno aportando desde su lugar a los roles que les tocan: él explicitando sus devaneos existenciales desde la palabra y también el cuerpo; ella desenvolviéndose con total naturalidad, como una mujer capaz de romper con las estructuras acostumbradas, sin resignar su propia fragilidad femenina. Eso sí: ya cansa un poco que el crítico cinematográfico argentino sólo pueda aparecer en la pantalla como un ser amargado e incapaz de disfrutar de nada, como si esa fuera la única manera en que puede ser. Que encima esa perspectiva sea avalada por una gran cantidad de críticos (Marcelo Panozzo, Quintín, Diego Papic, Leonardo D´Espósito, entre otros) cansa más todavía. Rodrigo Seijas
El desconocido del lago
, de Alain Guiraudie / 9 puntos
Excelente incursión del director francés en el mundo gay con trama policial incluida sin necesidad de condenar a los personajes ni potenciarlos con exaltación militante. El desconocido del lago es una película maravillosa, una exploración del deseo donde todos los hombres tienen ideas claras sobre cómo manifestarlo, más allá de las consecuencias. La historia transcurre en un mismo espacio dramático, bellamente filmado, con una luminosidad extraordinaria, en una playa nudista con un enorme lago, donde los personajes “van a ligar” o simplemente a mirar. Las escenas de sexo son lo que tienen que ser y la naturaleza se abre y se cierra cada día como un telón. Se respira libertad y se filman los cuerpos en fusión con el paisaje mismo. Nadie juzga, nadie reprime. Guirauide tiene la suficiente habilidad para no caer en la trampa innecesaria de los opuestos a fin de compensar a las mentes bien pensantes. Sexo, amistad, erotismo, deseo, sin tapujos y con la elegancia de los grandes. Creo que está destinada a ser una de las joyas del festival. Guillermo Colantonio
El extraño gatito
, de Ramon Zürcher / 5 puntos
Otra película prolija, impecable, con elementos mínimos, pero sin vida. La obsesión por la prolijidad de los encuadres, los intervalos entre cada escena musicalizados para indicar teatralmente cambios de situación (expresión exagerada, por cierto) sobresalen en desmedro de los personajes, criaturas planas que integran una familia encerrada en un departamento, preocupadas por cumplir rituales cotidianos. Todo funciona como un relojito suizo acá: cada diez minutos un personaje cuenta una anécdota, enciende un lavarropas, una nenita pega un grito (candidata a la más insoportable del Festival), el gatito del título salta, y más. La banalidad de lo cotidiano a pleno. Claro, se supone que lo más importante está fuera de campo, en el exterior, en un mundo alienante, en la neurosis urbana y otras tantas cosas de las que debemos darnos cuenta porque últimamente los cineastas se juegan poco para mostrar lo que quieren decir, y la mayoría de las veces el escamoteo no necesariamente funciona. Este es un claro ejemplo, me parece. Demasiado cálculo. Se la presentó como una película coreográfica. Será coral en todo caso porque la cámara no deja de construir viñetas aisladas. Si quieren ver lo que es una verdadera coreografía, les recomiendo la retrospectiva de Jancsó. Guillermo Colantonio
El grillo
, de Matías Herrera Córdoba / 7 puntos
El joven director cordobés demostró en su documental Criada una particular sensibilidad para retratar a un personaje en un ambiente y al mismo tiempo hablar de lo privado como una forma de abrirse a lo social. Su primera incursión en la ficción (a pesar de que nunca son muy claros los límites con el otro registro en su cine) sigue de cerca a tres personajes en una casa (repitiendo un mecanismo vedette en este Festival), con una prolija obsesión a partir de variedad de encuadres y ángulos; se trata de una búsqueda en todo caso, de abrir aristas para no cerrarlas, de jugar con la idea de actuación. Cuando este mecanismo se torna frío, se contrarresta con la calidez de unos de los personajes, una especie de actriz en decadencia que cautiva con su gracia y su espontaneidad. Lo interesante (mucho más que lo que dicen los otros dos) es que sus intervenciones construyen paulatinamente un subtexto autorreferencial sobre el arte, el teatro, el cine, los festivales, los viajes. “Condensar en una o dos horas las emociones, ahí está la perversidad” dice en una oportunidad. Herrera Córdoba capta la dimensión existencial de sus criaturas, agobiadas por el calor, encerradas en ese lugar donde el tiempo parece detenerse. ¿Dónde estaría la perversidad entonces? En ese metadiscurso sobre el arte en relación con la vida. El entrañable personaje de Holanda se pregunta en el escenario “¿pa’ qué?” Es una buena pregunta para discutir respuestas. Guillermo Colantonio
El hombre detrás de la máscara
, de Gabriela Obregón / 5 puntos
La premisa de hacer un documental sobre un luchador de catch enmascarado como El Hijo del Santo, en teoría era más que interesante. Como no podía ser de otra manera, tenía que mostrarse parte de la vida del padre del entrevistado, que será eje central del documental. El Santo (Rodolfo Guzman Huerta) fue uno de los luchadores profesionales emblema de México: desde finales de los 50 hasta su muerte a mediados de los 80 participó en 52 películas en las que interpretó a este superhéroe, transformándose en un icono no sólo de la cultura mexicana, sino de la cultura popular. El menor de sus hijos continuó la dinastía como actor en algunas películas del padre, posteriormente en algunas películas propias y sobre todo en la lucha libre. La primera parte de este trabajo, en donde el entrevistado (Jorge Guzmán) cuenta la relación con su padre, cómo le fue enseñando diferentes disciplinas marciales, la negación de que fuera luchador profesional, que le diera prioridad a una carrera universitaria, que tuviera que engañarlo y pelear bajo el nombre de Korak para que no lo trataran mejor por ser el hijo de El Santo, hasta llegar a la muerte del padre, es lo mejor del documental. Después, si bien hay varios momentos claves para seguir contando la vida del entrevistado, parece demasiado condescendiente, hay pocos puntos negativos para hablar de él. La música está presente de forma muy reiterativa, dándole un aire épico a todo que en algunos pasajes parece exagerado. Gabriel Piquet
El peor Dios
, de Alejandro Montes, Daniel Arasanz y Nicolás Tarela / 6 puntos
Tere, Pei y Miguel fueron los creadores de una banda llamada, Los desechables, que tuvo una importante influencia dentro de la movida musical en la España de los 80. Era un trío de voz, guitarra y batería (en su último disco llegaron a ser siete músicos) que tomó prestados los sonidos del psychobilly de The cramps. Con entrevistas a los sobrevivientes de la banda y material de archivo de sus presentaciones en vivo, se arma la historia. El haber visto tantos documentales, hace que la fórmula utilizada me resulte muy reiterativa. Banda maldita en su época que careció del reconocimiento masivo, es redescubierta o revalorizada hoy. Búsqueda de sus integrantes para ver lo que hacen en la actualidad, más el plus de los que se fueron muriendo a lo largo del camino. La fuerza de la banda en vivo, más la trágica muerte de su primer guitarrista Miguel (lo mató el dueño de una joyería, luego de que el músico intentara robarle con una pistola de juguete), la belleza y carisma escénico de su cantante, el no poder concretar disco ni show por la repentina muerte de su guitarrista y juntar una serie de demos para sacarlos como su primer trabajo, son lo mejor del documental. Después, como la banda en su historia, empieza apagarse de a poco. Gabriel Piquet
El sol en mis ojos
, de Flora Dias y Juruna Mallon / 4 puntos
Interior. Plano fijo de una cocina. Un joven entra, apoya unas bolsas, avisa que llegó pero su mujer no le contesta. Va al cuarto y la encuentra en el piso, muerta. Se para, mira el cuerpo y no se mueve, no dice ni manifiesta signo alguno que denote una emoción (ya empiezan los problemas de verosimilitud). La mete en una valija, sube al auto y empieza un periplo sin rumbo certero. ¿Ideal para un corto? Claro, pero la película dura 68 minutos y no para de decirnos a través de sus imágenes de que es obediente con el manual del buen festivalero 2013: tema pesadito, no más de dos personajes, regodeo formal, espacios mínimos, algún paisaje de fondo para matizar y criaturas que no se arriesgan ni para subirse a un árbol. Cabe preguntarse a estas alturas: ¿algún personaje va a sentir algo? Da la sensación de que muchos films son la versión negativa del famoso poema de Girondo que dice: “se miran, se presienten, se desean…”. Antepongan un “no” a cada acción y obtendremos una descripción precisa del noventa por ciento de los protagonistas de las películas en competencia. Otro ejemplo más de historia (¿?) que dispara señales y nunca alcanza un destino. Guillermo Colantonio
El último de los injustos
, de Claude Lanzmann / 9 puntos
Monumental película del director de Shoah y no precisamente por su extensa duración. El material de base es una entrevista realizada en 1975 al único sobreviviente de los rabinos que lideraban los guetos judíos creados por los nazis como una transición para la llamada “solución final”. Las imágenes de la misma son intercaladas con la presencia de Lanzmann recorriendo “lugares muertos y lugares de muerte” para que cobren vida a partir de la lectura de textos y de las obras de arte que pudieron conservarse en medio del horror. Es clara la relación entre el tema y la concepción del documentalista que sostiene el realizador: hay que exprimir y sacarle el máximo jugo posible al entrevistado para sacar la verdad a la luz, aún a costa de interpelarlo, incomodarlo, refutarlo. En este sentido, uno puede discutir los procedimientos del hombre detrás de la cámara pero jamás dejar de reconocerle que el cine se transforma en una especie de cruzada obligatoria destinada a no perder nunca la memoria, y para ello hay que tomarse todo el tiempo que sea necesario. Los testimonios aportados por Benjamin Murmelstein en Roma, en su autoexilio, no tienen desperdicio por el nivel de argumentación, la capacidad para el relato y las contradicciones que se revelan, allí donde aparece la cárcel del lenguaje: hay un momento en el cual las palabras no logran aportar la claridad deseada y entonces surgen los mejores tramos discursivos: cómo entender y soportar la idea de ser un traidor y un héroe al mismo tiempo, cómo ser pragmático en beneficio propio con la excusa que se lo es para los demás, entre otras cuestiones. Si en algo están de acuerdo el director y su entrevistado es en refutar la postura de Arendt sobre la banalidad del mal, “una joya literaria” antes que un argumento convincente; “Eichmann era un demonio” nos dice Murmelstein, aunque a veces no quede tan claro en su discurso. Guillermo Colantonio
El vals de los inútiles
, de Edison Cájas / 7 puntos
Un joven estudiante del secundario en Chile y un hombre que es un sobreviviente de la dictadura pinochetista se cruzan en esta especie de docuficción que retrata las recientes luchas estudiantiles de los jóvenes chilenos por lograr una educación gratuita y pública. Movilización que aglutinó a amplios sectores de la sociedad y que pusieron en jaque al gobierno de Piñera. Aunque no consiguieron hacer realidad sus pedidos, los jóvenes recuperaron la calle y la idea de exigir que se escuchen todas las voces. Mientras se suceden las cotidianeidades coyunturales del curso lectivo y el testimonio de los tormentos de los detenidos de los ’70, miles de personas se pasan la posta del maratón de las 1800 horas exigiendo cambios en la educación. Filmada con la urgencia y la contundencia del hoy y demostrando sin recurrir a las explicitaciones cómo el pasado irresuelto continúa naturalmente en el presente, hay una emoción viva y latente que conmueve sin manipulaciones ni subrayados. Javier Luzi
El verano de los peces voladores
, de Marcela Said / 5 puntos
Me había gustado su documental El mocito, donde la directora seguía a un empleado de represores durante la dictadura chilena, a pesar de alguna que otra situación forzada para subrayar rasgos del personaje en cuestión. Pues bien, esta dificultad se pone más en evidencia en esta película a través del trazo que se utiliza para oponer clases y dibujar un esquemático microuniverso social. El punto de vista está focalizado en una joven hija de terratenientes, llamada Manena, quien parece cruzar de vez en cuando la frontera del cerco que delimita su padre para tomar contacto con los “otros” (integrantes de la comunidad mapuche). Y este es el problema de la película, pretende sostener una postura políticamente correcta y lo hace desde el conformismo y el confort de su protagonista. Said se encarga de mostrarnos lo desagradable que son los ricachones propietarios de esa casa en la montaña, rodeada de un lago hermoso y cuán injustos son con los pueblos originarios. Su cámara se regodea en la belleza de la bruma, de los paisajes, crea climas y hasta persuade con un tratamiento espacial interesante en cuanto a su inconmensurable existencia. Sin embargo, y pese a mantener una tensión a punto de estallar, todo se reduce a un planteo liviano, sin ningún cuestionamiento que sacuda de verdad, es decir un regreso a la cómoda conciencia burguesa y estética. Guillermo Colantonio
El Zurdo
, de Claudia Regina Martínez / 5 puntos
Miguel Angel “Zurdo” Martínez es un músico entrerriano, el eje de sus canciones es el río. Con imágenes de archivo de shows en vivo, entrevistas en programas de televisión, grabaciones caseras de reuniones con familiares y amigos, opiniones a cámara de diferentes músicos que lo conocieron, intercaladas con segmentos en los que la directora sigue las actividades de los pescadores en la costa del Río Paraná, se arma un poco el pensamiento y la obra de este intérprete. El documental nunca termina de interesar desde la forma cinematográfica, porque no aporta nada nuevo, la baja calidad de los VHS en los que se lo ve actuando perjudica en algunos momentos al compositor ya que no se puede apreciar el vivo. Algunos de los entrevistados no aportan más que comentarios básicos de la relación del autor con esa zona de Entre Ríos, aunque es sin dudas Juan Falú quien tira uno de los comentarios mas jugosos cuando habla de la “rockisacion” de la cultura, agregando después que es mucho más conservador si se quiere el rock, que la música folklórica que está más en movimiento. Gabriel Piquet
Esclavo de Dios
, de Joel Novoa Schneider / 4 puntos
Demasiado cotillón genérico gastado para una historia que hace ruido desde el título por su punto de vista tramposo y un peligroso objetivo, a saber, “humanizar” la figura del terrorista. Esta ficción con aires de thriller político basada en el contexto del atentado de la AMIA es engañosa por donde se la mire, aunque este no sea su principal defecto. Después de todo, buscar en el cine una corrección política para filmar un tema delicado siempre lleva a planteos que se pierden en laberintos ideológicos interminables. Acá, las principales objeciones son estéticas: se trata de un cine rancio, visto mil veces, teñido de sentimientos gratuitos y con un planteo narrativo que se agota en un marcado convencionalismo. Esquemática y maniquea, la historia centrada en Ahmed, un libanés terrorista, y David, un israelita justiciero (ya se imaginarán quiénes son los buenos y quiénes los malos a pesar de vanos intentos por disfrazarlo) sobrevivientes a dos atentados que marcaron sus vidas desde la infancia, no resiste el mínimo análisis desde el punto de vista escogido y su factura técnica de colores bien diferentes según la ocasión recuerda a las más comunes y retrógradas historias de acción. Guillermo Colantonio
Ese loco, loco deseo de amar
, de Pierre Etaix / 8 puntos
Con Yoyo y esta alcanza para poner a Etaix en el olimpo de los mejores comediantes de la historia. Sin llegar a la cima de aquella, tal vez un poco lastrada por cierta indefinición en su tono y por algunas situaciones que se estiran un poco, Ese loco, loco deseo de amar es una reflexión sobre el inconformismo acerca del amor. Etaix vive un matrimonio insatisfactorio mientras se siente seducido por su joven secretaria. La infidelidad, la vida en pareja, las convenciones sociales son dinamitadas por el humor de este notable comediante que logra echar mano de una impresionante galería de recursos: del gag visual, al humor de clown, al chiste verbal, al humor negro, pasando también por lo onírico en una fabulosa secuencia con camas que transitan por una autopista. Plagado de ideas visuales, el film parece no pertenecer a la realidad sino estar inserto en la mente de su protagonista. La recuperación hecha por el Festival de la obra de Etaix es una de las mejores cosas que pasaron durante estos días. Mex Faliero
Fantasmas de la ruta
, de José Campusano / 8 puntos
Fiel a su estilo, José Campusano realiza una obra monumental que se estructura alrededor de El Vikingo, un personaje ya conocido por el público que ha visto sus películas, y una compleja trama sobre la trata de personas y un amplio espacio de ilegalidades toleradas. En la extensa pero siempre atractiva película, los personajes son muchos y sus historias se entrelazan a propósito de las relaciones cruzadas a partir del grupo de motoqueros y el barrio, uno de los tantos pauperizados y prácticamente olvidados en el conurbano bonaerense. Fantasmas de la ruta es una narración precisa, donde actores no profesionales y escenarios que son parte del propio barrio retratado, se combinan con una interesante madurez formal de su realizador, que logra contar la historia con innumerables subtramas sin que las diversas historias que comienzan a lo largo del film se pierdan o se confundan. Campusano da cuenta en la película de ser dueño de una ética inquebrantable de compromiso con las personas que cuentan su historia y que él cuenta en la historia. No hay ni dejo de paternalismo, ni condena. Tampoco prescripción de sus responsabilidades. Con esta película, el muchas veces discutido realizador de Vil romance y Fango se consolida como un gran narrador. Gustavo Penta
Flores raras
, de Bruno Barreto / 6 puntos
Película de retórica prolija y correcta, basada en una historia real que incluye un triángulo amoroso entre mujeres. Una de ellas es la poetisa Elizabeth Bishop, cuyo romance con la arquitecta Lota de Macedo Soares es la excusa para que Barreto se luzca con los típicos recursos del cine qualite: precisa y decorosa ambientación, música constante para forzar emociones y escenas poco arriesgadas que adoptan caminos conocidos y nada perturbadores para la platea. Así es como las escenas de sexo están paquetamente enmarcadas con lluvia de fondo o imágenes de la luna, sonorizadas delicadamente y con poses recalculadas de los cuerpos en cuestión. No obstante, este camino empalagoso tiene sus buenos momentos gracias a ciertas dosis de humor bien colocadas y la buena actuación de Gloria Pires. Su personaje recuerda (por la postura en torno al amor) al del protagonista de la genial película de Agnes Varda, La felicidad (1965): un cuerpo que aparece, un amor que surge imprevistamente, no tiene por qué restar si genera placer. Sin embargo, ni en esta película ni en la otra los personajes son capaces de sostener la utópica idea. Además, cabe aclarar, la riqueza formal de la directora francesa no se ve en Barreto, esclavo de un conformismo estético antes que de una postura personal reconocible. Los ojos de la poetisa ven lo que la cámara elige mostrar: neutralidad absoluta. Guillermo Colantonio
Gabor
, de Sebastián Alfie / 8 puntos
Sebastián Alfie, un director publicitario, tiene que hacer un corto por encargo para una clínica de ojos en Bolivia. Para ello debe alquilar unos equipos en España, en el que se encuentra con un reconocido director de fotografía húngaro (Gabor Bene) que ha quedado ciego, a causa de un glaucoma. Al encontrarse con este personaje y su historia tan particular, en una jugada de riesgo, decide además contratarlo como su DF para el proyecto, lo que da inicio al documental de Alfie. La premisa en sí misma resultaba muy interesante, pero al mismo tiempo generaba un poco de temor a que se tratase de un film aleccionador, sensiblero destinado a ver en Hallmark. Pero afortunadamente evita caer en esos lugares comunes, principalmente gracias al propio Gabor, su carácter, y el amor por su oficio. Alfie logra construir un film sincero, sobre la amistad, el profesionalismo y las relaciones de amor odio que se suceden dentro de un rodaje eludiendo el lado paternalista, condescendiente para con su personaje, incluso con algo de humor. David Pafundi
Gerontophillia
, de Bruce LaBruce / 9 puntos
LaBruce siempre busca provocar al espectador y producir ciertos quiebres con la sociedad conservadora. En esta oportunidad, abandona nuevamente la pornografía y nos presenta la historia de un joven muchacho al que le atraen los hombres ancianos. El film está cargado de situaciones de gran comicidad pero, más allá de esto, muestra de manera idealizada y de manera muy estética el amor entre nuestro protagonista y uno de los viejitos del geriátrico donde trabajaba. De hecho, creo que es la primera vez que la vejez se muestra en la pantalla grande de una manera tan erótica y logra, sin dudas, romper con los estándares habituales de belleza. A las imágenes cargadas de gran romanticismo se suma una banda sonora deliciosa, que incluye la fabulosa canción de Pulp “Helptheaged” como cerecita del postre. Julieta Paladino
Guía de ideología del pervertido
, de Sophie Fiennes / 7 puntos
La continuación de La guía perversa del cine tiene el encanto de una buena clase universitaria: está bien preparada, el estilo es cautivante y convincente, los materiales se encuentran bien seleccionados y el profesor es nada menos que el controvertido y verborrágico Slavoj Zizek. Con un discurso básico y entendible, el foco está puesto en indagar cómo circula y convive la ideología entre nosotros a partir de ejemplos cinematográficos, archivos televisivos y publicidades. Esta especie de secuela repite procedimientos simpáticos tales como ver al robusto filósofo inmiscuido en los sets de rodaje para reforzar la verosimilitud de lo dicho y un destacado montaje de escenas elegidas, que hacen honor a películas obviadas en su momento (el hecho de reivindicar They Live de John Carpenter ya provocará el justo encanto de muchos cinéfilos). No obstante, la desmesurada extensión atenta contra los resultados finales ya que el recurso se agota y es allí donde empezamos a notar las imperfecciones de esta clase magistral (las ambientaciones no pueden disimular que se lee lo que se está diciendo, por ejemplo, o en varias oportunidades la palabra se come a la imagen). Guillermo Colantonio
Halley
, de Sebastian Hofmann / 7 puntos
La primera escena ya nos genera esa sensación que va a producir el film en toda su duración, malestar. Unas moscas sobre un vidrio, con el zumbido que producen, a un volumen más alto de lo que habitualmente podemos escuchar. El insecto que merodea la descomposición, el insecto que ronda la muerte. Beto trabaja como vigilancia en un gimnasio, un día le presenta la renuncia a su jefa por problemas de salud, pero esta le pide que se quede un tiempo más trabajando. Poco a poco el hombre se enferma, todo a su alrededor es molesto, los ruidos cotidianos están más presentes (lavarropas, aire acondicionados, heladeras), parecen tener una frecuencia más molesta que lo habitual. Beto pierde la piel, su cuerpo tiene marcas por todos lados, se le caen las uñas. Esto se irá acrecentando paulatinamente hasta llegar a niveles insoportables para el protagonista. La sobreexposición fotográfica, los fuera de foco, algunos elementos o partes del cuerpo filmadas con lentes macro, más lo antes mencionado del sonido hacen que se genere un clima que trasmite perfectamente lo que siente el personaje de Beto. Se le puede objetar una escena cerca del final de fuerte impacto visual que está más cercana al universo provocador de Carlos Reygadas y hace un poco de ruido con respecto al resto del film. Si bien se la puede considerar una película de zombies, para mí esta más cercana a lo que propone en alguno de sus films, David Cronenberg. Gabriel Piquet
Heureux anniversaire
, de Pierre Etaix / 8 puntos
El corto demuestra la genialidad del director francés para consumar en poco tiempo una comedia donde el uso del espacio y el sonido como leitmotiv es impecable, a partir de una pequeña anécdota que muestra un infierno urbano y mecánico donde aparece una incisiva crítica social, pero también una habilidad impecable para concatenar situaciones que llevan a la genial construcción del gag. Cristian Ariel Mangini
Historia de la meva mort
, de Albert Serra / 8 puntos
Serra es un esteta y de los buenos. El cine que hace revela una búsqueda que remite a parámetros totalmente alejados del frenesí actual en tanto y en cuanto se trata de respetar la idea del tiempo propio de la época que recrea, de materializarlo para que sea palpable. Claro está, esto incomoda a más de uno, incapaz de sumergirse en ese misterio. Serra es un tipo difícil y hay algo de pose en su formalismo, pero también un discurso subyacente sobre la noción de adaptación. Lo demostró en Honor de cavallería, desmontando la historia y el personaje del Quijote para rescatar la desazón de un período que se derrumbaba. Procedimiento similar aparece con su mirada hacia Casanova. Lejos de la reconstrucción industrial que se ha hecho de su figura a base de explotar la faceta sexual, acá son las palabras, los gestos y leves movimientos los que construyen un personaje sensitivo que ve desmoronarse el mundo (y el venidero también) en compañía de su sirviente Pompeu. La película contiene escenas maravillosas, de un valor plástico notable y como si fuera poco (o tal vez se trate de un lindo exceso) aparece Drácula, aunque como dijo un amigo “le falta algún diente”. ¿A Serra le preocupa el presente? Sí. Además de que los actores hablan catalán como para marcar territorio, sus películas se plantan frente a la vacuidad del conformismo y a la recurrencia de las imágenes que circulan como mercancías sobre las figuras o los mitos que rescata y saca de la historia oficial. En este sentido, es un noble continuador del gran Rossellini cuando realizó su ciclo televisivo sobre personajes históricos, si es posible establecer algún linaje. Guillermo Colantonio
Historia negativa del cine húngaro
, de Gyula Nemes / 5 puntos
El punto de partida es interesante: relevar aquellas películas que no se terminaron de filmar o quedaron relegadas a bocetos debido a la presión ejercida por la censura oficial o a las dificultades económicas. Sin embargo, son apenas 45 minutos de un recurso que se repite y que combina testimonios con encuadres experimentales, retazos de escenas y tomas descartadas. Dentro de esta masa de signos recurrentes, se destacan la anécdota de la gran directora Márta Mészáros y la confesión de Miklós Jancsó: “en esta profesión lo mejor es olvidar”, toda una declaración de principios y un lógico antídoto cuando no se puede filmar lo que uno quiere. Más allá de esto, es poco lo que se rescata de este modesto documental puesto de relleno en la interesante retrospectiva ofrecida al director húngaro. Guillermo Colantonio
I Am Mad
, de Baltazar Tokman / 7 puntos
El personaje central de esta historia es Miguel Angel Danna, quien nos contará su historia: su vida desde chico con padres separados; sus recorridos por el país con un ómnibus/casa rodante que compró el padre; un hecho trágico cuando era un niño que marcó su entorno familiar; su posterior ingreso a una secta, y su relación con el gurú que la lideraba; su mujer e hijos; y el vínculo con su padre. Baltazar Tokman crea con pocos elementos visuales (imágenes de Miguel nadando con fondos que parecen proyecciones de un happening de los 60) más el material promocional de la secta, crear una ruptura, transportándonos a un estado onírico en algunos pasajes del documental. El carismático personaje central y su entorno familiar (padre, novia) van aportando datos e interactuando, con lo que a medida que avanza conocemos puntos de vista distintos sobre algunos temas que se van presentando. Un trabajo interesante, que no es pretensioso y nos acerca a uno o varios temas que no son moneda corriente entre los documentales nacionales. Gabriel Piquet
It´s me, It´s me
, de Satoshi Miki / 6 puntos
Hitoshi Nagano trabaja en una tienda de electrodomésticos, un día mientras está comiendo en un local de fast food, le roba el celular a otra persona. Haciéndose pasar por el dueño del teléfono consigue que le depositen dinero en un cajero, logrando su cometido: estafar a los parientes del titular del número. A partir de ahí una serie de pequeños hechos extraños lo harán ocupar la vida del verdadero dueño del teléfono, y se dará cuenta que hay otros dobles de él. En la primera parte de la película hay una similitud al film Multiplicity (1996): Hitoshi, Daiki y Nao (los tres primeros dobles o clones, nunca lo sabemos) comienzan a interactuar ocupando los lugares y actividades de los otros, jugando con el género de la comedia. Después la historia toma otro camino y termina yendo hacia el thriller fantástico. Como sucede en muchos de los films del cine oriental, la interacción de géneros no es forzada, aunque la duración es un tanto excesiva y hace que la película caiga un poco. Gabriel Piquet
La corrupción de Cris Miller
, de Juan Antonio Bardem / 6 puntos
Película que formó parte de una época en que la coproducción internacional en el cine de género tuvo un apogeo en Europa. Los éxitos de los peplum, western, giallo, hicieron que no sólo en Italia se pudiera filmar con cierta continuidad, uno de los países que más recibieron estos beneficios fue España. Juan Antonio Barden no estaba en el mejor momento de su carrera y aceptó hacer este trabajo por encargo, mientras esperaba filmar un guión de su autoría. El thriller a la italiana (mundialmente conocido como giallo) sería una de las influencias que tendría el guionista Santiago Moncada a la hora de crear esta historia, que realmente se puede ver por la pericia de Bardem en la puesta en escena, ya que la trama no es para nada original y sobreexplica muchas situaciones (diálogos con doble sentido remarcando la relación lésbica entre madrastra e hijastra) y una subtrama policial que pierde peso antes de la conclusión del film. Chris Miller (Marisol, una actriz y cantante que fue estrella infantil en la década del 60) vive en una mansión junto a su madrastra (Jean Seberg). Traumatizada por una violación que sufrió, espera la carta de su padre que se fue y del cual no ha tenido noticias. La llegada de un extraño joven a la casa, servirá como excusa para crear un círculo de tensiones entre las dos mujeres y el hombre. En paralelo un asesino comienza a matar por la zona cercana a la casa. Como dije antes, Barden salva la película por su experiencia como realizador, creando un inicio muy prometedor con un asesino disfrazado como el personaje del vagabundo de Charly Chaplin.Luego la película pierde por un guión flojo con demasiados cliché. Volviendo a lograr un clima interesante en una escena cerca del final hecha en cámara lenta que vuelve a dejar bien parado al director. Gabriel Piquet
Las analfabetas
, de Moisés Sepúlveda / 6 puntos
Film chileno dirigido por Sepúlveda, basado en una obra teatral de Pablo Paredes, centrado en una analfabeta de cincuenta años que comienza a tomar clases particulares con una joven maestra que le enseña a leer y escribir. La película es mínima y elemental en casi todos sus aspectos, no sólo en la anécdota (resuelta además en poco más de 70 minutos) sino también en su puesta en escena, que sólo en contadas ocasiones sale de interiores, aunque la fluidez de los movimientos de la cámara y el trabajo con los tiempos le permiten no estancarse en el lenguaje teatral. Algunos diálogos y monólogos terminan empantanando lo que podría haberse contado a través de los silencios y/o miradas, explicitando en exceso la mirada política en un tema muy sensible en la actualidad de nuestro país vecino. Aún así, la película arriba al final de su relato cimentándose más que nada en las dos protagonistas, con sus visiones sesgadas a partir de los estamentos que integran, a las que nunca juzga. La perspectiva paternalista está, por suerte, ausente, y eso potencia el resultado final. Rodrigo Seijas
La bataille de Solférino
, de Justine Triet / Rodrigo Seijas
Asfixiante y tenso film sobre la disputa entre una periodista y su ex marido por la custodia de sus hijas, con el día de las elecciones presidenciales del 2012 en Francia, donde se enfrentaron Sarkozy y Hollande, como marco de fondo. En todo el relato la metáfora política es clara (incluso se diría que poco sutil), pero lo que importa más, por suerte, son los protagonistas: sus deseos, sus miserias, sus intentos por ser mejores, sus odios mutuos. Si en la primera mitad de la película hay unas cuantas situaciones donde se fuerza la nota, en la segunda mitad la narración va progresando y llevando a los personajes al lugar adecuado, ese donde los rencores estallan, sirviendo también para descomprimir. Ahí la cámara se dedica a observar, sin juzgar pero tampoco absolviendo a nadie, ampliando el impacto final. Rodrigo Seijas
La herida
, de Fernando Franco / 5 puntos
Al igual que con Pelo malo, acá tenemos también a un film de esos que parecen construidos desde un país para confirmar un punto de vista extranjero. En este caso, lo que tenemos es una película española que desde su puesta en escena avala lo que se puede intuir sin mucho análisis sobre la nación ibérica: la destrucción, a partir de la crisis socio-económica, de todos los lazos afectivos y la autoestima individual. El relato se centra exclusivamente en una mujer con tendencias autodestructivas, cuyo aislamiento e incomunicación con el mundo avanza cada vez más. Si la intención era generar algún tipo de empatía con la protagonista, el objetivo no es cumplido, ya que el director Fernando Franco no puede trascender el virtuosismo formal y se queda apenas con el tour de force de Marian Alvarez, sin explorar sus motivaciones, su pasado, presente y futuro. El film referencia de modo obvio a cintas como Las horas del día y el cine de los Herrmanos Dardenne, pero está lejos del impacto emocional de esas obras. Rodrigo Seijas
La jalousie
, de Philippe Garrel / 6 puntos
Ya hace por lo menos tres películas que da la sensación de que hace falta “una horneada”. Lo digo con todo respeto por el continuador más radical que ha tenido la Nouvelle Vague y cuyo talento no pienso discutir. Sin embargo, su último film mantiene una fórmula reiterativa en cuanto a personajes y situaciones que dejan un sabor de incompletitud. Uno admira la fotografía, la forma en que se capta la ciudad, los recorridos que hacen los personajes, pero también hay una línea delgada hasta caer en los histeriqueos de “quiero pero no quiero”, “me quiere, no me quiere” que, por más que venga de Francia, es un problema universal. La historia incluye un trío de personajes principalmente a los que les cuesta sentar cabeza, asociados al arte (se sabe, los artistas son más propensos a estos descuidos), que van y vienen. Louis Garrel es un joven actor que se separa de su mujer, con la que tiene una hija de unos diez años, y comienza a vivir con una actriz, angustiada por la situación de escasez de medios en la que tienen que vivir. Si bien es interesante la posibilidad de focalizar en la mujer el deseo de cambiar y, por ende, de desestructurar cualquier tipo de relación convencional, la falta de intensidad (en el buen sentido) hace que el mérito de la película quede relegado al plano visual únicamente, con la fotografía expresionista de sus imágenes. Guillermo Colantonio
Las niñas Quispe
, de Sebastián Sepúlveda / 6 puntos
Las tres hermanas del título viven en el norte chileno, en un paraje inhóspito, cuidando sus cabras y vendiendo el queso que fabrican, mientras sus vecinos van desprendiéndose de lo poco que tienen empujados por una ley dictada por la dictadura pinochetista que los despoja y los echa de sus tierras. Basado en un hecho real ocurrido en 1974 y filmado en el lugar original, el paisaje se vuelve protagonista y constructor de los personajes: estas mujeres que la vida ha curtido y que apenas cruzan palabras entre ellas y arrastran historias de dominación y dolor. Cada una con sus penas a cuestas en un momento de silencios impuestos y represión social. A pesar del buen manejo de los tiempos y los espacios quizá hay un exceso de situaciones que en su repetición más que potenciar las identidades y personalidades acaban por alargar innecesariamente el metraje. Pero aún así no consiguen debilitar un final abrupto y contundente. Una ópera prima de destacada personalidad. Javier Luzi
Los hermanos caradura
, de John Landis / 9 puntos
La unión entre John Landis, John Belushi y Dan Aykroyd, más el aporte de Aretha Franklin, Ray Charles y James Brown en la música, da como resultado un cóctel de creatividad explosivo, donde el blues y un relato de huidas y persecuciones es la excusa perfecta para tirar la casa por la ventana, estrellando un montón de patrullas de la policía en el medio del proceso. Una de esas películas que muestran que la comedia y la acción pueden ser vehículos de transgresión y ruptura, toda una apología de la diversión sin motivos específicos, por puro carácter lúdico. A más de treinta años de su estreno, sigue destacándose como un film de enorme vitalidad, que parece hecho por pibes en el mejor sentido, para ir en contra de todas las reglas adultas del universo entero. El mundo es un parque de diversiones, nos dicen Landis, Belushi y Aykroyd. No estaría mal hacerles caso a estos muchachos, ir a ver este gran film y entregarse con sana libertad a este bello disparate. Rodrigo Seijas
Los insólitos peces gato
, de Claudia Sainte-Luce / 6 puntos
Los primeros minutos de la película son una buena señal y marcan la pericia técnica de la directora para crear ambientes. Sin palabras y con una destacada edición de sonido, tenemos el universo cotidiano de Claudia, la joven protagonista, un tanto ominoso, oscuro y opresivo, producto de una rutina que la consume. Un ataque de apendicitis la lleva al hospital y allí entabla relación con Martha, quien padece una enfermedad irreversible, y sus hijos. Hay que decir que el encuentro es un poco forzado y que los resortes dramáticos que hacen avanzar la historia no están muy aceitados que digamos. A favor: pese al tema delicado, no hay estallidos emocionales ni golpes bajos (más allá de una secuencia final un poco alargada). En contra: no puede obviar la previsibilidad de las situaciones ni la floja evolución de los personajes. No obstante, el buen manejo de cámara para marcar la entrada y salida de los espacios asfixiantes, una buena puesta en escena más precisas pinceladas sobre lo privado como enlace hacia lo social, justifican la visión de esta ópera prima mexicana. Guillermo Colantonio
Los olvidados
, de Luis Buñuel / 10 puntos
Sería interesante ver qué impacto genera en los espectadores que no la vieron esta obra maestra sobre la marginalidad en las grandes ciudades, luego de que corriera tanta imagen televisiva en torno a la miseria. Se trata ni más ni menos que de una de las mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos y está filmada por un aragonés, quien pudo captar como pocos el espíritu profundo y contradictorio de la realidad mexicana. Lejos del optimismo humanista del ciertos directores neorrealistas, la visión de Buñuel es naturalista: no hay salida mientras sigamos construyendo una sociedad que excluye y sostiene instituciones tan monstruosas (cárceles y asilos) como los dramas que pretende remediar. En este sentido, el personaje del Jaibo es paradigmático: se escapa del correccional y vuelve a los suyos; se ha sacado la niñez de encima, trae la sabiduría de la cárcel, el deseo de venganza y la voluntad de poderío. De todos modos, la inteligencia para evitar el maniqueísmo es evidente. El mal reside en todos lados y quienes lo generan pueden ser hombres de buena estampa, como en la escena en la que un “buen señor” intenta abusar de Pedro, uno de los niños, a plena luz del día en la gran ciudad. Los olvidados es un film visionario; como toda obra maestra se adelanta a su tiempo. Anticipó grandes esfuerzos de corrientes latinoamericanas por no utilizar un lenguaje impostado desde la industria y logró que sus personajes sean creíbles. Un ciego, víctima de los incesantes robos, dice en un momento “uno menos, ojalá los mataran a todos” ¿Les suena? Guillermo Colantonio
La jaula de oro
, de Diego Quemada-Diez / 8 puntos
Y al final llegó el cine, con todas las letras, a la Competencia Internacional. Este film mexicano sigue el trayecto casi épico de tres jóvenes -dos guatemaltecos, el restante un indígena de la región de Chiapas- a lo largo de todo México, con el objetivo de llegar a los Estados Unidos y lo que se supone es la chance de una vida mejor. La película de Quemada-Diez posee una ambición temática y formal llamativa para una opera prima: aborda no sólo la cuestión más obvia de la migración ilegal, sino también cómo entran en el entramado las organizaciones vinculadas a la trata y el narcotráfico, haciendo a la vez un retrato en el que la puesta en escena funciona como vehículo para explorar un país, su gente y, principalmente, sus responsabilidades. Y esto lo puede hacer porque en primera instancia están los protagonistas: tres jóvenes con sus virtudes y miserias, sus ambiciones, sus deseos, sus tensiones de diversos tipos, sus idiomas, sus historias previas, a los que la cámara sigue incansablemente, consciente de sus fortalezas y debilidades. La jaula de oro es un film de cuerpos frágiles y anónimos, de cuerpos mercancía, que aquí adquieren una identidad, rostros que interpelan al espectador y le exigen hacerse cargo. Rodrigo Seijas
La laguna
, de Gastón Bottaro y Luciano Juncos / 5 puntos
El festival ha generado algunas preguntas incómodas en cuanto a su programación. Entre ellos, cómo se puede presentar a una película como esta dentro de la Competencia Internacional de un festival Clase A. Es que este film cordobés es muy pero muy pequeño, apenas destacándose por sus logros técnicos (en especial la fotografía, que es impecable). La historia del periplo de un hombre y su guía en busca de una laguna se agota muy rápido y la sensación es que, a pesar de contar con apenas 77 minutos de duración, debería haber tenido unos cuantos menos y que lo cierto es que el formato de mediometraje se ajustaba muchísimo más. Se pueden entender las dificultades de financiamiento, tiempo o logística a la hora de filmar, pero no es excusa suficiente para estos relatos cada vez más rutinarios y repetitivos en los que cae todo un sector cinematográfico, que trasciende las fronteras de la Argentina. Ya es un lugar común, un cliché, del mismo estilo que los de Hollywood, y los críticos tenemos buena parte de la culpa por seguir sosteniendo, ya de forma automática, estas modalidades. Rodrigo Seijas
L’etrangecouleur des larmes de ton corps,
de Helene Cattet – Bruno Forzani / 9 puntos
Sangre, colores saturados, estética psicodélica y setentosa íntegramente rodada en el interior de un alucinante edificio art noveau. Buscando todo el tiempo provocar sensaciones en el espectador, tanto a través de las imágenes, las texturas, las repeticiones de secuencias, el efecto de caja china de historias dentro de historias, personajes literalmente dentro de otros y una música alucinante que sorprende todo el tiempo el espectador. De hecho, la banda sonora es alucinante y cuenta con temas del genio Morricone, entre otros. Como ya se ha dicho, se trata de un magnífico homenaje al giallo italiano, cargado de erotismo y suspenso que prioriza el efecto sobre el guión, pero que logra su cometido. Julieta Paladino
Les salauds
, de Claire Denis / 8 puntos
Claire Denis sigue filmando los ámbitos y hechos más sórdidos con una elegancia que fascina y aterra a la vez. En este caso, con la historia de Marco, un marinero que retorna a París luego del misterioso suicidio de su cuñado, apuntando a un multimillonario como el culpable absoluto del hecho, aunque luego las investigaciones que realiza van exponiendo responsabilidades mucho más cercanas y terribles de lo que pensaba inicialmente. A pesar de las fallas narrativas que posee el relato (no siempre ajustado en sus formas y resoluciones), la cineasta vuelve a demostrar lo ecléctica e interesante que es: puede pasar de la belleza y fluidez de films como Bella tarea, Vendredi soir o 35 rhums, a la oscuridad de Trouble every day o Les salauds, donde lo sexual cobra un valor horroroso, sin caer en una bajada de línea puritana. Y esto sucede porque lo que le interesa a Denis es en realidad las relaciones de fuerza, cómo los débiles no tienen chance de defenderse y los poderosos siempre permanecen impunes. La escena final es demoledora. Rodrigo Seijas
Little feet
, de Alexandre Rockwell / 5 puntos
Así como con otras películas me ha pasado que podría centrarme en los defectos pero las virtudes terminan pisando más fuerte, acá me sucede lo contrario: podría referirme sólo a los logros del film de Alexandre Rockwell, aunque en el balance final lo que se terminan imponiendo son los defectos. No puedo dejar de destacar el cariño que el film demuestra por sus personajes -tres niños, totalmente solos, en busca del río en Los Angeles-, su voluntad de seguirlos todo el tiempo, el aceitado trabajo con el montaje y un final bastante emotivo, que resignifica lo anteriormente visto. Encima no puede eludirse la simpatía del propio Rockwell y su hija, protagonista del film. Sin embargo, lo cierto es que el relato es demasiado disperso y estirado, su narración no fluye al ritmo requerido y sus 62 minutos dan la impresión de estar forzados para calificar como largometraje. Podría haber estado incluido en un programa junto a un corto en una sección paralela, porque la Competencia Internacional le quedaba grande. Una pena. Rodrigo Seijas
Los rojos y los blancos
, de Miklós Jancsó / 9 puntos
Dentro de la pequeña retrospectiva dedicada al legendario director húngaro se presenta esta joya cinematográfica. Encargada para celebrar el 50º aniversario de la Revolución Rusa, como toda gran obra, se vuelve contra sus demandas oficiales. El resultado: su alegato antibélico fue prohibido por el gobierno. Jancsó filma magistralmente, con oficio (palabra a la que parecen temerle demasiado en este Festival), a base de planos secuencia, de larga duración, capaz de lograr algo que a priori no tiene lógica: sentir asfixia en un espacio totalmente abierto, sin límites precisos. Su estilo coreográfico con cámara en movimiento en forma permanente, va de un lado hacia a otro con soltura, siguiendo a un personaje colectivo, hombres que se separan y se matan entre sí todo el tiempo. No da respiro; no hay épica bélica aquí sino un continuo devenir de cuerpos en medio de un sanguinario enfrentamiento civil que no encuentra nunca un centro y que, en todo caso, expresa (con cierta ambigüedad) el desastre de la guerra. Imperdible para ver en el cine por el manejo del espacio fílmico que jamás podrá apreciarse en otro lugar que no sea ése. El plano final abre varias lecturas. Guillermo Colantonio
Mambo cool
, de Chris Gude / 5 puntos
En muchos de los festivales a los que concurrí, me sucede lo que me pasó con esta película: salgo de la sala confundido. ¿Es un gran film o sólo un ejercicio experimental que no llega a concretarse? Desde la puesta en escena, hay una búsqueda interesante. La película no logra empatía porque, como me pregunté antes, no termina de decidirse hacia dónde va. El mundo de los excluidos, marginales o adictos que retrata, tiene algunos personajes interesantes (alguien que habla de un gorila, en referencia a un sillón), algunos momentos en los que aparece la música o cuando muestran el armado de pipas caseras. Más allá de eso no pude conectar con el film. Gabriel Piquet
Margarita no es una flor
, de Cecilia Fiel / 7 puntos
Más allá de procedimientos formales cuestionables, uno no puede negar el exhaustivo trabajo de investigación que subyace detrás de este documental de Cecilia Fiel. Tomando como referencia a la Masacre de Margarita Belén, ocurrida el 13 de diciembre de 1976 en el pueblo del mismo nombre en la provincia de Chaco, el documental se torna derivativo en algunas búsquedas expresivas (en particular el montaje paralelo y la apelación a un correlato subjetivo de la realizadora) pero gana por la fuerza de los testimonios y las elecciones formales acertadas, en particular el dominio del encuadre y la atención a detalles visuales que ilustran desde la reconstrucción de testimonios los últimos minutos de los 22 militantes de distintas agrupaciones peronistas que fueron fusilados por fuerzas del ejército chaqueño. Lo que sucedió con Ema Cabral es el núcleo de este documental que encuentra en su estructura y los catárticos juicios donde finalmente se hizo justicia, algunas de las secuencias más valiosas. Cristian Ariel Mangini
Materia de composicao
, de Pedro Aspaham / 7 puntos
A partir de una filmación en la que vemos cómo se va derrumbando una casa, tres compositores trabajan sobre el mismo material obteniendo diferentes resultados. En el primero el proceso es el de ver las imágenes con la música ya interpretada, para después descubrir este ensamble de dos percusionistas, chelo y saxo tocando en vivo lo mismo que antes vimos sobre las imágenes en un auditorio ante el público. El segundo de los compositores, el más interesante en mi opinión (también el más carismático) habla sobre lo que le generaron las imágenes y cómo llega a los sonidos que quiere lograr. Con una guitarra colgada que irá moviendo como si fuera un péndulo en el estudio de grabación, crea sonidos disidentes que transforman las imágenes en una película de terror. Este artista es a su vez el más logrado desde la puesta en escena, ya que la guitarra gira sin parar y el compositor toca con diferentes elementos sobre ella para sacar climas sonoros extraños. El tercero es un compositor que trabaja desde el piano, gestando luego en su versión sinfónica (cuando graba en un estudio con más músicos, entre ellos un vibráfono, marimba, flautas traversas) una banda de sonido mas clásica si se quiere, entendiendo esto desde el punto de vista cinematográfico. Documental ideal para aquellos músicos que deseen aprender y poner en práctica diferentes formas de composición teniendo como eje las imágenes. Gabriel Piquet
Michael H. Profession: Director
, de Yves Montmayeur / 6 puntos
El comienzo del documental muestra una cruel pero significativa escena de Benny’s Video como para que quede claro cuál es el polémico universo de Michael Haneke. Esta delimitación de territorio es apenas el inicio de otros momentos intensos de su filmografía, mostrados también en situaciones de rodaje y complementados con las palabras del director y de los actores. Se podría decir que representa el costado más interesante del film: la forma en que Montmayeur contrapone lo que dice el austríaco con sus propios métodos de dirección. En un pasaje lo escuchamos declarar que su cine intenta “buscar la verdad y respeta al espectador”; en otro, alguien lo califica como “un genio en crear distancia”, y a continuación vemos la escena más terrible de su último trabajo, Amour, o el castigo aplicado a un niño en La cinta blanca, lo cual genera un espíritu ambiguo por la manera en que opera en el espectador. Tal vez, lo menos interesante es la falta de puntos de vista contrarios o el peligro de que la figura en cuestión termine imponiéndose sobre quien registra. Esto queda en evidencia cuando en una entrevista es el propio Haneke quien decide qué se pregunta y cómo. La megalomanía del artista, dirían muchos. De todos modos, se rebate una idea tosca perpetrada por gran parte de la crítica que quiere explorar la mente del director a partir de sus películas, de calificarlo como cruel por lo que ofrece con su cine. Guillermo Colantonio
Mika, mi guerra de España
, de Fito Pochat y Javier Olivera / 8 puntos
Un hermoso documental sobre Mika, una mujer argentina que optó por abandonar las comodidades de un hogar y decidió luchar por una revolución, por sus ideales. Tomó las armas en la Guerra Civil Española junto a su amado Hipólito y llegó a capitanear ella sola 150 hombres. Fito Pochat y Javier Olivera reconstruyen su historia a través de las palabras de la propia Mika, publicadas en su libro autobiográfico que pronto será editado en Argentina, y recorren los paisajes que ella misma pisó a lo largo de su vida. Una historia con una fuerza única que cuenta, para el relato, con la magnífica voz de Cristina Banegas. Julieta Paladino
Mujer conejo
, de Verónica Chen / 6 puntos
Un tono incierto y alguna que otra laguna narrativa son signos que determinan el hecho de dudar sobre si tomarse en serio o no este ejercicio genérico de Verónica Chen que rompe con cierta tendencia de la Competencia Argentina. La historia se centra en una joven funcionaria municipal de rasgos orientales que se sumerge poco a poco en la entraña de un grupo mafioso vinculado a la mutación de conejos. Parece al principio, más allá de la fachada genérica, insertar una mirada social sobre la explotación laboral que luego pierde en función de mantener la tensión. Esta pérdida implica, además, recuperar una mitología urbana que ve a los chinos como gente que molesta, que obtiene permisos de cualquier tipo y nos alimentan con porquerías (de ahí a representarlos como conejos amenazantes hay un paso finito y peligroso). La película funciona por momentos pero incluye animación con un propósito, por lo menos discutible. Se anticipan dosis de esta técnica un poco arbitrariamente hasta la secuencia final; allí se devela el verdadero fin de su inclusión: no jugarse por filmar escenas crudas sin perder de vista el verosímil que proponía el film. A pesar de la factura técnica destacada (que no es sinónimo de estar bien aprovechada) y la importante producción, los resultados son desparejos. Guillermo Colantonio
No abras nunca esa puerta
, de Carlos Hugo Christensen / 8 puntos
Qué bueno que se pueda disfrutar de los clásicos del cine argentino en copias restauradas, poder apreciar y escuchar películas que salvo alguna retrospectiva en festivales sólo se podían ver por alguna señal de cable, no siempre en buena calidad. Tomando dos relatos cortos de Cornell Woolrich (quien utilizaba el seudónimo de William Irish), Somebody on the phone y Humming bird comes home, el director logra dos pequeñas joyas del cine noir realizadas en nuestras tierras. En la primera Angel Magaña y Renée Dumas son dos hermanos de una familia adinerada, ella contrae una deuda de juego, se suicida y el personaje de él emprenderá una venganza. El teléfono tendrá una participación fundamental en este relato. Si bien hay elementos policiales, la trama gira más hacia el suspenso. La segunda adaptación (la mejor de las dos para mí) nos cuenta la historia de una madre ciega (Ilde Pirovano) que espera la vuelta de su hijo, mientras vive con su joven sobrina. Escuchando la radio, descubren la noticia que unos delincuentes asaltaron una casa de antigüedades, matando al dueño. La característica principal del asesino es que silba el tango Uno. El hijo finalmente regresa a su casa acompañado de dos personas más, la madre comenzará a notar que está cambiado. Desde la puesta en escena la película es excelente, tiene una secuencia en la que la madre ciega sube unas escaleras e ingresa a los cuartos en donde duermen dos delincuentes y les quita sus armas tratando de no hacer ruido guiándose por el tacto, realmente antológica. Como no la había visto nunca, fue realmente interesante poder disfrutarla en cine, con una fotografía de Pablo Tabernero que nada tiene que envidiarle a los grandes de la época en Hollywood y un sonido claro que por la calidad en que se ven muchas veces nuestros clásicos es de agradecer. Gabriel Piquet
No more your
, de Daniel Gómez y Fermín Muguruza / 6 puntos
El cantante vasco más internacional o por lo menos el que más se conoce por estos lugares, nos muestra su gira por varios países del mundo. Intercalando entrevistas de los integrantes de la banda en la gira, imágenes de los lugares en donde tocan y los shows en vivo, pasa ciudades y países de todo el mundo (Argentina incluida). El documental cumple con lo que nos propone, mostrarnos lo que fue esa gira, pero nada más que eso. Desde lo estrictamente cinematográfico, no aporta nada nuevo. Lo que sí queda clara es la convicción de Muguruza con sus ideales, su activismo por los derechos de los vascos, cómo desde hace más de 30 años viene peleando a través del arte, el rebote que ha tenido su música en otras culturas que comparten la misma lucha (kurdos, palestinos), y sobre todo la energía que trasmite este hombre no sólo al público en sus recitales, sino a su propia banda. Gabriel Piquet
O sol nos meus olhos,
Flora Dias y Juruna Mallon / 4 puntos
Un hombre llega a su casa, pronuncia el nombre de una mujer, llamándola, mientras ordena unas compras y cuando se acerca al cuarto la encuentra tirada en el piso, muerta. Toma una valija, la mete dentro y sale en su auto a la ruta. En poco menos de 70 minutos eso es lo único que ocurre. Una huida sin destino para no vivir la ausencia. La apuesta por el silencio y la imagen de los directores no resulta más que puro vacío de superficie. La cámara apenas se detiene en la maleta que más que acompañar en el asiento trasero del coche es apenas un detalle, mientras muestra por las ventanillas lugares que nunca sabremos si se ven distintos porque falta quien ya no está y arrastran la tristeza y la melancolía con que ahora se tiñen o han sido siempre así, porque no existen imágenes previas con las que comparar. Para avanzar en el relato se recurre a la palabra y la voz en off que explican lo que ni la puesta puede ni la actuación quiere. No hay lágrimas, no hay angustia, no hay gritos, no hay desesperación. Los sentimientos se evitan como si todo fuera un artificio. Y tampoco es distanciamiento. Clisés festivaleros. Javier Luzi
Pays de cocagne
, de Pierre Etaix / 8 puntos
Tarea complicada la que se propuso Pierre Etaix, tratar de hacer una comedia sin gags o por lo menos sin gags en los que él interviniera. Si bien el preámbulo de la película tiene un chiste (muy bueno sobre la cantidad de metraje de celuloide que utilizó para realizar el film), después todo será manipulado desde la edición, siguiendo las estructuras del documental. Entrevistas a cámara, voces en off, imágenes de eventos musicales en los que la gente muestra sus talentos cantando, juegos tradicionales como el palo enjabonado que le sirven de excusa para un muy buen chiste con respecto a los bomberos. Todos los temas del momento serán retratados con agudeza, jugando siempre con el contrapunto entre lo que vemos y escuchamos. El erotismo, la homosexualidad, la policía, la violencia, la fama, la publicidad, el hombre en la Luna, los políticos, la contaminación, Etaix no dejará pasar ningún tema sin lograr una mirada critica volviendo a demostrar que el humor es y será el vehículo más corrosivo para atacar todo eso. Le quedará también un momento para la autocrítica en donde se escuchará y verá lo que piensan de él. Retrato de una época y un país, que no pierde actualidad, al contrario refuerza la idea de que no cambiaron mucho las cosas, no sólo en Francia, sino en el mundo entero. Gabriel Piquet
Pelo malo
, de Mariana Rondón / 4 puntos
Da para preguntarse cómo puede ser que este film venezolano haya sido el gran ganador de la edición de este año del Festival de San Sebastián. Quizás tenga que ver con que el cine latinoamericano ha ido desarrollando vertientes estéticas y narrativas que parecieran mostrar exactamente lo que los habitantes de otras latitudes quieren pensar sobre determinados sectores de Latinoamérica. En este caso, a través de la conflictiva relación entre un chico en pleno despertar sexual y su madre, quien está con permanentes vaivenes laborales, y por ende económicos, en una asfixiante Caracas. Es evidente que el film tiene muchas cosas para decir sobre la realidad de las clases bajas, los vínculos materno-filiales y las distintas visiones acerca de la homosexualidad, pero la verdad es que nada queda muy claro. Y cuando lo que se presenta incluye decisiones éticas bastante deplorables, la verdad es que lo ideológico no tiene chances de sostenerse. Rodrigo Seijas
Sacrificial youth
, de Joe Losurdo / 6 puntos
T.J es el líder de un grupo punk/hardcore, Sacrificial youht, que suena como la vieja escuela del género (en la línea de bandas como Blag flag, T.S.O.L, Dead Kenedys): siguiendo con los manifiestos que su música les dejó, están totalmente en contra del sistema. Sus compañeros de banda si bien comparten sus ideales, muchas veces lo ven demasiado obsesivo con lo que piensa. El grupo del momento, los Hellbound boy (divertida parodia a las bandas más comerciales o televisivas de la movida actual del punk/hardcore), comparte un recital con ellos, en realidad la banda de T.J les hará de soporte. El inescrupuloso manager de los Hellbound tratará de seducirlos para que sean patrocinados por la bebida energizante Bluud: detrás de esta marca hay un personaje bastante mefistofélico que en realidad quiere apoderarse de la juventud y sobre todo del rebelde e idealista T.J. Jugando con la idea de la ópera (los personajes cantan cada vez que tienen que contar cómo se sienten), esta historia de adolescentes punk y sus conflictos comienza bien arriba para ir cayendo después de la mitad perdiendo lo que nos venía proponiendo. La música es excelente y logra ensamblarse perfectamente con lo que los personajes cantan. Uno de los mejores momentos en ese aspecto es la discusión entre el padre y la madre de T.J., que prácticamente pasa de una base punk más tranquila a un caos sonoro que te dan ganas de empezar hacer pogo en la sala. Gabriel Piquet
Sonno profundo
, de Luciano Onetti / 6 puntos
La premisa era desde el arranque algo que invitaba a concurrir a la sala. Lo que sucedió es que me quedó un sinsabor que me sucede a menudo con la utilización del giallo, este subgénero que tanto le dio al cine desde la forma. Filmando con una cámara subjetiva, en la que la mirada está puesta en los ojos del asesino, que era una de las constantes de este tipo de Films, Onetti hace un trabajo muy logrado: se le nota que vio y conoce lo que está contando (es de agradecer ya que en nombre de este subgénero, se han hecho varios bodrios, también hay que decirlo). Unos títulos y la textura que remite al fílmico de los 70 nos introducen de lleno en una película de la época. Lo que sucede es que abusa mucho de todos los tópicos, la trama es tan simple que se vuelve muy chica para un largometraje porque no tiene desarrollados más personajes que puedan crear un misterio (los argumentos de los giallos en su mayoría eran excusas de tinte policial, chantajes, secuestros, turbio pasado, para mostrar todo tipo de muertes realizadas por el asesino) pero se extrañan esas historias absurdas con detectives algo toscos que eran ayudados por fotógrafos, periodistas o simples colaboradores casuales de una escena del crimen. La banda de sonido es muy buena, aunque está demasiado presente en toda la película y tiene algunas arbitrariedades en cuanto a pasar de lo musical al sonido ambiente, lo que llevan a la confusión. Ya me pasó con Amer (2009), también con Masks (2011): los realizadores se quedan con lo estético, en donde realmente cumplen con lo que proponen, pero se sigue extrañando algo. ¿Serán los actores y actrices de aquella época? Todavía no logro saberlo. Espero que Onetti vuelva a reincidir en el giallo, sería bueno si pudiera agiornarlo a esta época, filma bien y es bueno que estos intentos de cine de género tengan continuidad. Gabriel Piquet
The bright day
, de Hassein Shahabi / 4 puntos
Seamos claros: si esta película hubiera sido hecha en Hollywood, los críticos estarían unánimemente escribiendo y/o hablando sobre lo esquemática, repetitiva y superficial que es. Sin embargo, como proviene de Irán, pareciera que no nos queda otra que ponernos a pensar y elaborar argumentos condescendientes sobre cómo el film muestra las miserias del sistema judicial o cómo los poderosos siempre terminan saliéndose con la suya, a través del recorrido de una maestra jardinera, que intenta encontrar a algún testigo que con su testimonio pueda salvar la vida del padre de una de sus alumnas. Todo esto en compañía de un remisero que, en apenas unas horas y sin razones que lo justifiquen, abraza su causa de forma totalmente inverosímil, convirtiéndose en una especie de Capitán América que en realidad es Capitán Irán. El cine iraní ha entregado grandes exponentes que piensan y exploran los distintos balances de poder, pero acá lo que tenemos son bajadas de líneas terriblemente obvias, personajes poco creíbles y una notable falta de riesgo narrativo y formal. Rodrigo Seijas
The dirties
, de Matthew Johnson / 6 puntos
Matt y Owen están filmando una película llamada The Dirties para una clase en su secundaria. Los “Sucios” del título son en realidad el grupo de estudiantes que abusan de ellos golpeándolos en los pasillos. La película utiliza la técnica de found footage, Matt es un cinéfilo que utiliza frases de films e imita a los actores creando una sensación de continua actuación, es más extrovertido; Owen es quien lo sigue en esta aventura, más introvertido, también el más golpeado y molestado por Los Sucios. Matt comenzará un plan para vengar a su amigo. Las citas a películas es una constante en la primera mitad del film, mientras los dos amigos registran su película: ahí es en donde aparecen los momentos de humor que hacen que la diferencien de otras como Elephant (Gust Van Sant), ya que en ambas está presente la masacre de Columbine como trasfondo.También hay momentos en los que se juega a comparar el mundo del cine profesional con situaciones que se viven en la escuela (la muy buena escena en la que discuten con su profesor, como si este fuera un productor de cine real, con respecto a los cortes que deben realizar en su trabajo estudiantil). Si bien la película todo el tiempo juega con la idea del falso documental registrando todas las acciones de los protagonistas, sobre el final el recurso pierde lógica y hace que el film en algunas secuencias te saque de clima. Gabriel Piquet
-Después de padecer The Dirties y de revisar la entrada en el catálogo, caben algunas anotaciones ante la imposibilidad de esbozar algún tipo de análisis sobre la nada misma: hay una diferencia muy grande entre hacer una película reaccionaria o políticamente incorrecta y este ejercicio escolar protagonizado por dos gansos que juegan a ser piolas y enfrentan a unos chicos malos del colegio; existe un abismo entre una película con referencias cinéfilas o signos autorreferenciales y este engendro consagrado a la estupidez; no es lo mismo un tono ligero y la presencia de humor negro que la insufrible insistencia de dos nenes vivos riéndose insoportablemente. Si esto constituye una ópera prima destinada a la polémica capaz de ridiculizar con el trazo más grueso la violencia escolar, qué queda entonces para el futuro del cine. Programada en la sección Busco mi destino, sería bueno aconsejarle a este muchacho que busque otra profesión. Guillermo Colantonio / 1 punto
The eternal return of Antonis Paraskevas
, de Elina Psykou / 7 puntos
Nada mal lo de este film griego, que arranca con un hombre refugiándose en un hotel cerrado por estar fuera de temporada. Pronto nos vamos enterando que es un presentador y periodista televisivo en decadencia que, luego de estar veinte años en la cima de la fama, de ser un emblema dentro del medio, ha caído en la decadencia. Y no hay mejor manera de recuperar la fama, de reposicionarse, por él y por los fanáticos (como bien lo dice el mismo solitario protagonista), que un autosecuestro. La película de Psykou descansa en muchos momentos en esas típicas secuencias donde tenemos al hombre no haciendo nada, esperando el momento oportuno del retorno, pero a la vez se permite romper con las expectativas e introducir, por ejemplo, un número musical tan desopilante como triste. Relato de máscaras caídas, no sólo del personaje, sino también de ese medio eternamente hipócrita que es la televisión, The eternal return of Antonis Paraskevas busca, en última instancia, sacarle la máscara a esa Grecia que creía poder incorporarse a Europa y luego al mundo, y que ahora está más sola que nunca. Tanto como Antonis, interpretado estupendamente por Christos Stergioglou. Rodrigo Seijas
The Kentucky fried movie
, de John Landis / 7 puntos
Como bien dice el catálogo del festival, Landis tomó muchas influencias de Monty Python, más que nada en esa sucesión de sketchs delirantes que propuso. Quizás sin saberlo ellos mismos (me refiero a los guionistas Jerry Zucker, Jim Abrahams, David Zucker) también comenzarían una escuela que tendría seguidores en las nuevas generaciones. La película es un pequeño muestrario de lo que unos años después pulirían con films como ¿Y dónde está el piloto? o la saga de La pistola desnuda. Gags que juegan con la complicidad del espectador, parodiando géneros cinematográficos (A fistful of yens, que ridiculiza los tópicos del cine de acción oriental en la línea Enter the dragon), comerciales institucionales que juegan con el humor negro (el niño muerto), programas en vivo en los que el boom del sonido toma una preponderancia demasiado importante, recomendaciones que da una voz grabada en un vinilo de cómo tener sexo, la presentación del sistema Sensorama (homenaje al gran William Castle). Todo esto que parece anárquico, es llevado de una forma ordenada. Los ZAZ (Zucker, Abrahams, Zucker) transformarían este estilo en su caballito de batalla por casi dos décadas, John Landis seguiría en la comedia (Animal house, The Blues brothers) y recién volvería a tomar este camino en otra divertida película de la cual filma algunos segmentos, Amazon women on the moon (1987). Una película irregular por algunos segmentos fallidos (el del juicio), pero que en su conjunto sale muy bien parada. Gabriel Piquet
The lodger
, de Alfred Hitchcock / 8 puntos
Proyección de la película silente The Lodger del maestro Hitchcock a sala llena y musicalizada con excelente gusto. Sí, esto ocurrió en el festival. Alguna vez tendremos que replantear las políticas culturales y revisar los mecanismos de distribución, difusión y circulación de películas, evaluar los marcos, para recuperar experiencias como las de hoy. Cabe aclarar que Fancinema realizó un proyecto similar con este film en Mar del Plata, antes y sin más apoyo que el del sitio. Basada en una novela que narra los crímenes de Jack, el destripador, el maestro empieza a develar sus trucos y su poética sobre el suspenso, además de lidiar con las presiones de los productores. Jamás le dejaron hacer el final que deseaba, con la ambigüedad en torno a la inocencia o culpabilidad del huésped ya que nadie se tragaría la idea de ver a Ivor Novello como asesino. No obstante, y pese a las inevitables concesiones, la película se destaca por la atmósfera que crea, los diseños meticulosamente ejecutados y la tenebrosa iluminación. Desde lo narrativo, incorpora el gusto inglés por la ficción criminal; desde lo estético parece influenciarse por los alemanes. Ya uno puede ver temas recurrentes en la filmografía de Hitchcock: la culpa, la inocencia, la redención, el mal cotidiano; también el manejo de la cámara como un fluctuante deseo de ver y no ver, de introducirse en la intimidad de los personajes, para espiar y salir. Un verdadero lujo en excelente copia. Guillermo Colantonio
The sure thing
, de Rob Reiner / 7 puntos
Hay muchas comedias de los 80 que merecen ser revalorizadas, esta es una de ellas.
El gran Rob Reiner (otro que junto a su padre merecerían dicha revalorización) nos mete de lleno en una comedia romántico juvenil, con muchos tópicos del género que son transformados por la buena utilización de diálogos y grandes actuaciones con John Cusack a la cabeza. Tratando de adaptarse en la universidad el protagonista (Cusack) conoce a una chica en su clase (Daphne Zuniga) muy conservadora, trata de seducirla pero fracasa. Convencido por un amigo (Anthony Edwards) que lo espera en California con una chica que será algo seguro, emprenderá un viaje a Los Ángeles para conocer a la mujer. Por determinadas circunstancias compartirá viaje con su compañera de clase que lo rechazó, ahí empezará la verdadera relación de estos personajes. La película se transforma en una road movie, en la que de a poco conoceremos a la pareja protagónica. Gran escena en la que Cusack le enseña a tomar de una cerveza agujereada a Zuniga o la salva de un acosador que la levantó en la ruta luego de hacer autostop, delirándolo con un discurso que lo hace parecer demente. Otro acierto en la sección, Generación VHS, que tiene Deliverance y Manhunter entre otras, esta última comentada por mi compañero Rodrigo Seijas. Gabriel Piquet
Todo modo
, de Elio Petri / 6 puntos
Al contrario de lo que decía su sinopsis, ciertamente no se trata de una comedia y no es una película que logre desatar la risa del público, eso es seguro. Lo que sí hace Petri en este film es una crítica fuertísima a la Iglesia católica y a los grandes empresarios y poderosos que se alinean a favor de esta en Italia y que pertenecen al partido de la Democrazia Cristiana. Es una película difícil para quienes desconocen dicho contexto político y sumerge el espectador en un lento y exacerbado mundo de pecados y bajezas cometidas por quienes predican lo contrario. Se destacan el trabajo de arte y las locaciones utilizadas, así como las estatuas que decoran simbólicamente los espacios, burlándose de las imágenes religiosas. Julieta Paladino
Tom à la ferme
, de Xavier Dolan / 7 puntos
Dolan continúa confirmando su talento para filmar, ahora un poco más sórdido y alejado del estilo manierista de sus obras precedentes. Tom (interpretado por el joven director) asiste al velorio de su novio, a su casa familiar donde conviven una madre bipolar (un tanto exagerada en los rasgos) y un lunático hermano reprimido que manifiesta su violencia por los lugares circundantes de la granja. El mismo se encargará de torturar física y psicológicamente a Tom, quien cae preso de sus deseos. Al contrario de las otras películas con temática gay del festival cuyos personajes experimentan su condición sin tapujos ni prejuicios, Dolan elige un camino distinto, más anclado en la fobia social pueblerina y en la condición del goce a pesar del dolor físico y el cansancio mental. Utiliza algunos tópicos genéricos, una atmósfera policial en varios tramos y si bien los resultados son desparejos (la narración nunca fue su fuerte), la belleza de muchos planos ya es una buena causa para seguir su futuro, siempre y cuando no sea víctima del endiosamiento de sus incondicionales seguidores. Guillermo Colantonio
Una banda llamada Death
, de Jeff Howlett y Mark Covino / 5 puntos
Documental sobre la banda Death, precursora del punk o del rock garage conformada por los hermanos Hackney de Detroit. Independientemente del grado de empatía que se pueda tener con el estilo o con el grupo, la película carece de recursos, se vuelve monótona en la exposición de cabezas parlantes, no tiene material de archivo visual y sonoro interesante y comete el peor de los pecados: la música casi brilla por su ausencia. Palabras, travellings sobre fotos y una gran cuota de lamento reiterativo por la pérdida de uno de los músicos, hacen un poco insufrible el visionado a base de insistir con tales manías. La falta de puntos de vista (se queda sólo en un espíritu laudatorio) y de los directores para trabajar creativamente con los materiales que disponen, entorpecen un trabajo que encima se jacta de contar con un minuto de Alice Cooper hablando (¡!). Apenas algunos minutos finales logran levantar un poco la puntería cuando las nuevas generaciones familiares evocan la música y la pasión que sienten por ella. Si existe algún logro, se halla en la intención de revisar un cierto canon o al menos a invitarnos a ello, a pesar de que los resultados no estén a la altura de tal propósito. Guillermo Colantonio
Videoclub
, de Pablo Illanes / 6 puntos
En el verano de 1992, en un videoclub (antiguo lugar hoy quizás un poco olvidado, en donde todos los cinéfilos de una generación aprendíamos a ver cine), trabaja Miguel. El joven apasionado del cine pasa sus días viendo todo tipo de películas (bíblicas, de terror, dramas), todo esto mientras vemos imágenes de afiches y carátulas. Un muestrario de personajes van llegando al lugar, el director nos hace un repaso de características de cada uno de ellos (imposible no sentirse identificado en algunos de los estereotipos). De a poco diferentes situaciones harán que los tradicionales clientes comiencen a contagiarse de un virus e infectados ataquen a todos los del barrio. Con claras referencias a films de fines de los 70 y principios de los 80 (Dawn of the dead) y todas las películas de zombies que hicieron los italianos con Lucio Fulci a la cabeza, la historia nos irá mostrando los tópicos de un grupo de personajes que quedan atrapados en el local tratando de defenderse de los que están afuera. Una historia ya muchas veces contada, pero que tiene a su favor no ser pretenciosa. Excelente banda de sonido, actores de buen nivel, destacar la pareja protagonista (Pedro Campos, Luciana Echeverría) que harán divertir al espectador homenajeando a esos clásicos Clase B que buscábamos en ese lugar que tantas alegrías nos dio llamado, videoclub. Gabriel Piquet
Why don´t you play in hell?
, de Sion Sono / 7 puntos
Una publicidad en donde una niña canta sobre un dentífrico servirá para arrancar esta película que homenajea y parodia a varios géneros del cine oriental (yakuzas, chambara). Por un lado los Fuck Bombers un grupo de amigos que filman películas de acción, el protagonista es el Bruce Lee japonés (con el traje amarillo que utiliza en Game of death), por otro dos bandos yakuzas que se enfrentan: la madre de la niña del comercial matará a varios de los integrantes de uno de los clanes e irá a la cárcel. El padre de la niña es el jefe de otro clan. Esto sería un preámbulo para presentar los personajes. Diez años después, unos días antes que la madre de la niña (ahora una mujer) salga de la cárcel, el padre de la chica visita a su esposa y esta le pregunta por la carrera cinematográfica de su hija, una ilusión que la madre tenía a partir del comercial que hizo de pequeña. Este será el detonante para que el jefe yakuza consiga un equipo de cineastas y filmen una película con su hija como protagonista principal. En plena guerra entre bandos, el otro jefe yakuza (enamorado desde hace años de la chica) aceptará por parte de los cineastas contratados por su enemigo filmar un enfrentamiento. Los cineastas son los Fuck Bombers. Todo esto es una excusa para ver una película de acción, con trama romántica, que contiene homenajes al cine, delante y detrás de cámara. Gabriel Piquet
Workers
, de José Luis Valle / 5 puntos
La película está ambientada en la ciudad fronteriza de Tijuana, en México. Sigue dos historias paralelas que no tienen puntos en común. La primera es la de Rafael Heredia, un empleado de limpieza de una multinacional, la otra es la de Lidia, una de las dos mucamas que tiene una millonaria que está en estado terminal. Ella (Lidia) es la encargada de cuidar y mantener lo mas cómoda posible a Princesa (una perra de raza galgo). Ambas historias nos muestran el día a día de los personajes, el de Rafael con algunas situaciones externas a lo laboral (un joven que le enseña a escribir, una chica que lo tatúa), el de Lidia si bien tiene situaciones fuera de la casa, está más centrado en el microcosmos en el que vive cuidando al animal, más las interrelaciones con otros de los empleados domésticos que tiene la mansión. La película se toma su tiempo en llegar a contarnos cómo son los personajes, cuando la trama llega al clímax (situaciones laborales que harán cambiar sus actitudes) ya vimos una hora y pareciera que todo eso se podría haber contado en menos tiempo. De las dos historias, la de Lidia tiene mejores momentos ya que tiene humor relacionado con la vida que lleva el personaje canino y todo lo que el entorno hace para complacerla a pedido de su dueña. Algunos diálogos sobreexplicados no ayudan a engancharse con la historia de Rafael, personaje de por si es bastante parco. En el resultado general, la película cae en algunos lugares comunes y su extensión -como dije antes- le hace perder fuerza narrativa. Gabriel Piquet
Yoyo
, de Pierre Etaix / 9 puntos
Algunas películas llevan el rótulo de obra maestra y el tiempo no les juega a favor; este no es el caso. En 1925 vemos en un inmenso palacio a un millonario (interpretado por Etaix) que trata de ser divertido y atendido por un séquito de servidumbre, músicos y bailarinas sin lograr que este no se aburra y deje de pensar en un amor que se fue. Un circo que pasa por el palacio será contratado para que el millonario salga de su tedio/rutina, y para su alegría descubrirá que su amor es parte del staff y además conocerá a su hijo Yoyo. Luego de que una voz en off nos cuenta sobre el crack del 29, vemos que Yoyo y sus padres deben dejar el palacio y seguir con el circo itinerante. Mientras Yoyo crece hasta ser adulto, vemos pasar importantes hitos de la historia (Segunda Guerra Mundial, invención de la TV). Etaix fue asistente de otro grande como Tati (y se nota en la puesta en escena de algunos gags), pero además trabaja algunos chistes con el sonoro, manteniendo su espíritu del cine mudo (en la oficina con el vendedor de gags, mientras lo llaman por teléfono y entra en la secuencia un guionista y un hombre con una maqueta circo que se transforma en estacionamiento). Realmente es grato saber que todavía se pueden descubrir películas como esta. Gabriel Piquet
Yvy maraey-Tierra sin mal
, de Juan Carlos Valdivia / 4 puntos
A esta película boliviana la mata la ambición: quiere contar demasiadas cosas, convertirse en una especie de retrato-alegato de las diferencias y/o puntos de encuentro entre los karai (o sea, los blancos) y los pueblos indígenas, y al final termina aportando poco y nada. Y esto también sucede porque el director Juan Carlos Valdivia (el mismo de la intragable Jonás y la ballena rosada) tiene evidentemente un ego enorme, que le permite además interpretar al protagonista, un cineasta muy rico y popular (hasta tiene una casa con dieciséis cuartos, como se menciona un par de veces en el film), que hasta tiene monólogos en extremo pretenciosos, y que quiere preparar una obra sobre el mundo guaraní. En el medio, para un relato que pedía a gritos una cámara a la altura de los personajes y los acontecimientos, Valdivia utiliza planos con grúa para secuencias como la de una simple llegada de una camioneta o filma un simple diálogo entre dos tipos con la cámara girando alrededor de ellos, hasta marear al espectador. Con pretensiones similares al cine de Terrence Malick, este film se queda en eso: en las pretensiones. Rodrigo Seijas
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