-PAUL HAGGIS. El controvertido director canadiense Paul Haggis ha regresado a Toronto con su última película, Third person, un drama con múltiples personajes, esta vez explorando el tema del amor, la confianza y la culpa. «Es una historia increíblemente personal, del modo que Vidas cruzadas fue una historia increíblemente personal», dijo Haggis a los periodistas tras el estreno de la película. «Me planteé varias preguntas en el proceso y todas trataban sobre estar enamorado de alguien imposible». Mientras el público de Toronto respondió bien a una película muy compleja estructuralmente, que cuenta tres historias diferentes que se producen en Roma, París y Nueva York, la crítica está muy dividida. Variety la calificó de «la más completa hasta la fecha» mientras que The Guardian la describió como «una obra asombrosa de basura». La película supone su primer gran presencia mediática desde que el director rompiera con la Iglesia de la Cienciología en 2009, una rara deserción entre famosos de un culto del que son miembros Tom Cruise y John Travolta, entre otros. En el centro de Third Person está Michael, interpretado por Liam Neeson, un autor ganador de un Pulitzer perseguido por las expectativas mientras le cuesta acabar su último libro.
-SOULLAM ILA DIMASHQ. La dramática realidad siria ha estado presente en las funciones del Festival. La producción de Soullam ila Dimashq, que el realizador sirio Mohamad Malas presentó, comenzó antes de desencadenarse en 2011 la implacable escalada de violencia que enfrenta a la dictadura de Bashar al Asad con grupos rebeldes, pero el contexto histórico influyó ciertamente en el desarrollo del proyecto. El director Malas no pudo ignorar en la ficción que fuera de ella había una guerra civil. La película arranca como una historia de amor entre una muchacha que acaba de instalarse en Damasco y un joven aspirante a director de cine, pero pronto se convierte, según uno de los organizadores del festival, en «una ventana fascinante a la mente de los sirios ordinarios que se ven de repente tomados por un levantamiento histórico». En la película una decena de jóvenes sirios, trabajadores o estudiantes, viven juntos en una misma pensión de una casa centenaria en el corazón de la capital, cuando la violencia se desata. Hay personajes de religiones diversas con historias personales diferentes, pero para cada uno el resultado final está dictado por los combates. La película tiende de forma alegórica a mostrar «el papel del cine en un período de crisis política», explicó Malas.
(Fuentes: Reuters / El universal)