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Funcinema

BAFICI 2013: mini-críticas de FANCINEMA

Lo más importante son las películas. Eso, en todos los festivales. Por eso, el staff de Fancinema le da espacio a las críticas de las películas que componen la programación. Algunas vistas en muestras anteriores y otras, durante estos días festivaleros. Una orientación para el cinéfilo en estado festivalero. (34 PELICULAS RESEÑADAS).


5 broken cameras, de Emad Burnat, Guy Davidi / 8 puntos


broken camerasCrónica intima en imagen, el film relata la lucha pacífica, repetida diariamente desde el 2005 -sin llegar a ser aburrida debido a una edición apretada- de los habitantes del pueblo palestino de Bil’in en Cisjordania contra la alambrada -ilegal según la ley israelí-, que los expropió de gran parte de sus tierras para facilitar el desarrollo de la colonia judía de Modi’in Illit. Las cinco cámaras de Emat Burnat, uno de los habitantes del pueblo, fueron testimonios de los actos de resistencia de sus amigos y familiares, de sus miedos y su ira frente a la injusticia, de las confrontaciones con los colonos judíos y de la represión del Ejercito Israelí, logrando a veces grandes momentos de cine, antes de ser destrozadas por golpes o balas. Si es notable -por lo que muestra- que este documental haya sido ayudado por el Fondo Israelí de Cinema y premiado en el Festival de Jerusalén, es también destacable que la acumulación de este tipo de imágenes desgarradoras no haya tenido al final ningún efecto sobre el proceso inexorable de colonización en Cisjordania, como lo muestra justamente la última panorámica del documental. O como, de la misma manera que las cámaras, las imágenes terminan fracasando (¿por ahora?) contra una pared. Nicolás Garcette


A story for the Modlins, de Sergio Oksman / 8 puntos


Vivimos y mientras tanto guardamos recuerdos, momentos, retazos de esa vida utilizando lo que tenemos a mano para aprisionarlos. Cartas, fotografías, videos. Representaciones de lo que vamos transitando. Cuando ya no estemos más, físicamente, se volverán lo que fuimos. La vida vivida da paso a la interpretación de la vida. Una especie de hermenéutica que ayude a comprender o, al menos, de encontrarle el sentido a lo que fue. Oksman muestra esta construcción en su corto A Story for the Modlins. Los Modlins dejan Hollywood para vivir en Madrid y es allí -muchos años después, y ya muertos los protagonistas-, en un contenedor de basura donde alguien halla un material descartado y descartable que permite (re)construir una historia de vida. Un actor de segunda, eterno figurante, que alcanzó sus quince minutos de fama en El bebé de Rosemary; su esposa, una escultora y pintora obsesionada con el Apocalipsis y el hijo de ambos agobiado por el peso familiar. Sobre tela blanca primero y sobre tela negra después se exponen los hallazgos formando pilas cronológicas que una voz en off relata procurando darle un sentido. ¿Qué es real? ¿Qué es ficción? ¿Es una cosa o la otra indefectiblemente? Como un rompecabezas la imagen formada al colocarse la última pieza da cuenta de una figura. Lo que no significa, obviamente, que sepamos algo más que lo que hemos hecho: armar un rompecabezas. Ni siquiera aunque todo se nos presente como en el cine clásico, transparente, (supuestamente) sin artificios. La vida, ese misterio. Javier Luzi


A world not ours, de Mahdi Fleifel / 7 puntos


world oursFleifel realiza un retrato íntimo y familiar de tres generaciones de exiliados en el campo de refugiados palestinos de Ein el-Helweh, en el sur del Líbano, que combina el humor, el sarcasmo, la tristeza y la melancolía en dosis iguales. Cámara en mano, va presentando algunos personajes memorables, de esos tan cinematográficos que cuesta creer que sean reales, como su abuelo, un viejo cascarrabias tan terco como adorable. Sin embargo, va finalmente concentrándose en la figura de su amigo Abu Eyad, quien a través de su historia de lucha y desilusión por la causa palestina es como el reverso de la moneda de su persona. Lo que va quedando es un relato documental sobre un grupo de gente que no tiene hogar y por ende anda a la pesca de una identidad, incluso tomando las ajenas, como en cada Mundial de Fútbol, donde se convierten en hinchas de otras naciones. Desde un lugar particular, que tuvo la oportunidad de mamar esa cultura pero que también ha quedado fuera luego de emigrar a Dinamarca, Fleifel observa el enigma de la problemática palestina, sin muchas certezas pero con una gran sinceridad. Rodrigo Seijas


Acá adentro, de Mateo Bendesky / 7 puntos


aca dentroSe habla, y mucho, por momentos demasiado, en la película de Bendesky. Pero esto forma parte de una decisión estética y narrativa, porque todo sale de la cabeza del solitario protagonista, David, un típico porteño neurótico al extremo, que piensa todo lo que hace y dice, y hasta piensa lo que piensa. El film toma al personaje en un momento de su vida en particular, tratando de ver cómo recupera a su novia y llevar a cabo un trabajo que lo podría sacar de la medianía. Hay que agradecerle al realizador su apuesta directa a la comedia (aunque sea de medio tono, porque apunta más a la sonrisa que a la carcajada), con un monólogo muy bien elaborado, que va de un tópico a otro con absoluta fluidez, ayudado también por un acertado trabajo en la puesta en escena, el montaje y la actuación de Iair Said como David. Un relato que se percibe como un tanto estirado (podría haber dado más para un mediometraje) pero que aún así es bastante meritorio. Rodrigo Seijas


Closed curtain, de Jafar Panahi y Kamboziya Partovi / 5 puntos


Hay un par de realizadores emblemáticos que, sin dejar de lado su capacidad innata, lucen un poco agotados en sus recursos. Uno de ellos es Panahi. Uno podría decir que es más bien difícil pedirle grandes cosas, cuando está detenido en su propio domicilio, con apenas una cámara como herramienta, sin chance de desarrollar historias que trasciendan su hogar. Y también agradecerle que siga buscando explorar la realidad iraní, en este caso partiendo de la historia de un hombre que esconde a su perro (animal que se ha vuelto prohibido) y una pareja en fuga. Hay un intento de construcción de thriller, pero poco podría decirse sobre el film si uno no supiera que la dirigió Panahi, quien corre el riesgo de convertir el aislamiento forzoso y la producción en la clandestinidad en apenas un mero gesto. Sería una triste victoria de un régimen retrógrado como el iraní. Rodrigo Seijas


Conversation avec George Cukor y Busby Berkeley, de André Labarthe y Hubert Knapp / 6 puntos


berkeleyCineastas de nuestro tiempo es una serie de programas ideada por Labarthe y Bazin para la televisión francesa. Conversación con George Cukor muestra al director hollywoodense recordando algunas de sus películas, más llevado por el entrevistador a justificar el famoso mote de director de estrellas femeninas (así pasan Greta Garbo, Katharine Hepburn y Judy Garland, entre otras) que a pensar y reflexionar en su cine. Busby Berkeley es otra cosa. El director cuenta su formación en un colegio militar y aunque él no encuentre relación alguna, uno puede observar sus films (epitome de los musicales de los 30 y los 40) comprendiendo, ahora, la organización, las milimétricas figuras y la obsesión por hallar la manera de poner la cámara en lugares increíbles para mostrar las coreografías más intrincadas y bellas. Y extrañar aquel tiempo cuando Hollywood sabía filmar musicales. Javier Luzi


Doméstica, de Gabriel Mascaro / 5 puntos


domesticaCreo que hay un problema de base en este film, que termina llevando a que sus potenciales resultados queden en la nada. Es evidente que Mascaro busca exponer las relaciones de poder entre las empleadas domésticas y las familias de las casas donde trabajan, que en un punto pueden llegar a tratarlas como un miembro más del núcleo íntimo y a la vez como el ser más lejano de todos. Para eso, les da cámaras a siete adolescentes para que registren a las personas que trabajan en sus hogares durante una semana. Ahí es donde aparece una seria complicación: el punto de vista, a través del dispositivo cinematográfico, está del lado del patrón (o del hijo del patrón, que en muchos aspectos es lo mismo), que observa de forma limitada al trabajador/a. Pretender que la persona que trabaja ahí, quien siempre se encuentra en situación de desventaja, va a poder liberarse por completo y mostrarse tal cual es, es como pedirle peras al olmo. De ahí que el film apenas rasgue la superficie y termine limitándose a reproducir los desequilibrados vínculos de poder a través del cine. La voz, por más que parezca lo contrario, no la tienen los trabajadores, sino la patronal. Rodrigo Seijas


El estudiante, de Santiago Mitre / 7 puntos


elestudianteTodo lo que rodea al universo Llinás siempre me ha resultado muy grato -Balnearios, Historias extraordinarias, El amor (primera parte)-. Más allá que ha demostrado que se puede filmar bien y con poco dinero (si comparamos con los presupuestos del INCAA y de las productoras que pertenecen a los grupos dueños de canales de televisión), sus historias son entretenidas y su ritmo narrativo muy eficiente. Tranquilamente podrían ocupar carteleras en los cines comerciales durante el año. El estudiante no es la excepción. A priori el meterse en el terreno de la política puede ser aburrido para muchos, pero Mitre lleva con buen pulso esta trama de un joven del interior que intenta por tercera vez ingresar en el mundo universitario para completar una carrera, esta vez acercándose más a todos los manejes (palabra que mejor le calza a dicho ámbito) que un grupo de jóvenes que militan tienen que enfrentar para pasar de ser un pequeño partido de oposición a meter un candidato como rector de la universidad. En el medio, Roque (Esteban Lamothe, muy interesante) comenzará a lidiar con el mundo de la militancia, intentará meter algunos de los suyos en la fotocopiadora, tendrá que tranzar con la oposición para salvar a un amigo que robó dinero de lo ganado con las fotocopias, se olvidará por completo de la carrera para dedicarse a ser la mano derecha de un futuro candidato a rector. Tendrá romances varios -la troupe de Llinás vuelve a mostrar sexo creíble en el cine argentino como ya pasara en El amor (primera parte)- y vivirá en su propia persona los sinsabores que le puede traer esta actividad. Aunque no se tenga una ideología política, ella está constantemente en nuestras vidas (desde lo familiar a lo laboral, se saca y se quita de acuerdo a intereses de todas las partes involucradas). Mitre nos muestra su abanico y aunque en algún momento del film se muestra una hilacha ideológica, se trata de ver a todas las partes y sus jugadas. Sobre el final se toma una decisión con un personaje que a algunos les puede resultar idealista. En el resto, se muestra que no todo es tan blanco ni tan negro. Básicamente se muestra la política. Gabriel Piquet


Gebo y la sombra, de Manoel de Oliveira / 9 puntos


Oliveira sigue filmando a contrapelo de todo y traza aquí una película sobre la dignidad humana a través de un hombre que mantiene a su familia en el plano económico como puede y sostiene emocionalmente (o al menos lo intenta) a su mujer y a su nuera, ya que el hijo está ausente. El problema se desata cuando el hijo vuelve. El oficio del veterano director se advierte en este film de cámara, con planos fijos de carácter pictórico, que fluye como una breve respiración. Con un mínimo espacio dramático y actores formidables, el relato cobra intensidad hacia el final, cuando la armonía familiar finalmente se vea perturbada por causas materiales. Como muchas expresiones contemporáneas, Gebo y la sombra también es una película sobre el dinero y sobre el poder del capital, que pone en crisis valores nobles. Pero allí donde otros colocan gritos y velocidad, el maestro portugués introduce un tiempo de percepción y de escucha de la palabra que permite al espectador introducirse una vez más en los temas tan caros al director: la angustia, el desasosiego, el deber, entre otros. Algún desprevenido a la salida de la función hablaba de “un abuso de puesta en escena teatral”. Nada más lejos de la realidad: el tiempo de la película, la iluminación, las atmósferas y la poesía de los decorados no son los de una obra de teatro. Guillermo Colantonio


Hawaii, de Marco Berger / 8 puntos


Hubo un tiempo en que Hawaii era el paraíso. Hubo un tiempo en que Eugenio y Martín se conocían y tenían cotidianeidad. Ahora es otro tiempo y las cosas parecieran haber cambiado, pero sólo en superficie. En verdad se acentuaron. Martín vuelve al pueblo en que nació buscando una familia que ya no está más. Eugenio escribe una novela en la que fue su casa familiar de veraneo (que ahora es propiedad de sus tíos). Martín anda pidiendo trabajo y llega a la puerta de Eugenio. Se reconocen y entonces este le ofrece alguna changa. Hay secretos y mentiras que se irán desenredando. Entre charlas y convivencia no sólo va pasando el verano sino que la relación avanza entre silencios, sutilezas, medias sonrisas y deseos que afloran trayendo sorpresas. Berger vuelve a construir una historia de sentimientos y descubrimientos con mano precisa y ojo atento. La cámara filma los cuerpos masculinos (desnudos, en ropa interior) menos buscando la sensualidad que convocando a la corporalidad, la fisicidad, la presentificación del cuerpo. Inteligentemente el género se cruza con la clase social provocando el choque y abriendo preguntas. ¿Es posible el encuentro entre el cuerpo del trabajo y el cuerpo del intelecto? ¿Tiene futuro? ¿Es donación desinteresada o intercambio intencional lo que mueve al que tiene a entregar algo a quien le falta? ¿Qué es el amor: uno o el otro? ¿O es uno y el otro? Del cuerpo del exceso (en un universo donde lo gay también puede calificarse de consumista acérrimo y alienado) al cuerpo de la falta. Aquello que va del gay de Palermo al puto de La Matanza. Actuaciones y rubros técnicos impecables, un guión que sabe contar y una cámara que sabe cómo convertir esas palabras en imágenes, hacen de Hawaii una película que excede el gueto, donde la diferencia sexual es un detalle más, casi accesorio (o por el contrario se vuelve imprescindible si se la piensa como resistencia, lucha y reflexión sobre lo minoritario y la exclusión) y de Berger un director ya imprescindible. Javier Luzi


Jelly T, de Michael Hegner / 7 puntos


jerrylBuena parte de las cintas infantiles animadas que llegan a la Argentina (a través del estreno comercial o en el BAFICITO, como esta) que no son hollywoodenses, dan la impresión de querer recuperar la noción del cuento para chicos puro, sin referencias ni construcciones narrativas vinculadas al universo adulto. Este film danés es un ejemplo: con herramientas simples pero nobles, presenta el típico relato de chico débil, tímido, que sufre el abuso permanente de sus compañeros y la sobreexigencia de su padre, que a partir de un giro mágico consigue revertir su posición, aunque eso finalmente le termina jugando en contra. La enseñanza que viene con la historia puede filtrarse con fluidez gracias al buen desarrollo de los personajes, un trabajo plástico sobre los cuerpos y cariño por lo que se está narrando. Un film con el respeto preciso por su público. Rodrigo Seijas


La Paz, de Santiago Loza / 8 puntos


Liso necesita recuperar la paz perdida que lo llevó a la clínica psiquiátrica de la que acaba de salir. Hijo único de una familia acomodada, anda por la casa sobreprotegido por su madre y ayudado económicamente por su padre en su rol de macho dador a hijo macho. Sus visitas a su abuela son su cable a tierra. Sonia es la persona de servicio de la familia y necesita recuperar La Paz, su lugar de nacimiento. Extraña todo lo que tuvo que dejar allá en busca de un mejor pasar acá. Liso y Sonia se entienden en la falta, con la distancia que sus orígenes les inculcaron culturalmente. Sólo que Liso todavía no puede ver lo que sí hay, sobreviviente, abstraído en la pérdida, carente de deseo real, de motivación y de pulsión de vida, apenas satisfaciendo lo sexual como puro instinto, mientras que Sonia quiere, trabaja, extraña, piensa, disfruta, en definitiva, vive. La película de Loza, dividida en pequeñas situaciones cotidianas y carentes de esa supuesta importancia que las vuelven registrables, acciona por acumulación. Los espectadores asomados a estas vidas van conociendo a los personajes sin que los diálogos los describan explícitamente, y entre silencios y pocas palabras se constituyen frente a los ojos. Actuaciones sobrias y contenidas y un guión que evita el melodrama terminan construyendo un film sensible y noble. Los viajes en moto del protagonista y su abuela son encantadores y encantatorios. Javier Luzi


La toma, de Sandra Gugliotta / 6 puntos


la tomaDe un tiempo a esta parte van varios años que la educación pública se está cayendo a pedazos, sólo sostenida por el tesón y la esperanza de los miembros del sector involucrados. Y en la Ciudad de Buenos Aires, muy especialmente. Las políticas educativas del PRO se suman a la inoperancia y la desidia de los funcionarios públicos y dan como resultado situaciones edilicias catastróficas, esperables y repetitivos comienzos de clases con paros por aumentos salariales nunca previstos, planes de estudios que sólo parecen observar la cantidad de días del calendario escolar más que la calidad del contenido a ofrecer, entre tantos otros males ya endémicos. Gugliotta lleva su cámara al Nicolás Avellaneda durante 2010. Un colegio secundario de la órbita de la UBA, ejemplo de una comunidad educativa (directivos, plantel de docentes y no docentes, alumnos y padres) unida en la toma de decisiones ante el avasallamiento de los derechos conseguidos y amparados por la histórica reforma del ‘18. Ahora las cosas parecen haber cambiado. Siguen las discusiones, las polémicas, las diferencias políticas, pero las urgencias y los lazos solidarios (que se intentan quebrar desde el Gobierno con diferencias de soluciones) aceleran las posiciones dicotómicas y llevan a cometer errores de interpretación que los muestran como subgrupos en tensión y en fisura. Un documental vivo y con las voces de todos los actores sociales que permite reflexionar. Yo que hice mis prácticas docentes en los ‘90 en ese Colegio miro las imágenes y lo veo igual. Que, entonces, es decir peor que antes porque nada ha cambiado para mejorar. Sino todo lo contrario. Javier Luzi


Las amigas, de Paulo Pécora / 6 puntos


Mujeres en aquelarre. Arpías, brujas, vampiras. Las Otras. Cuatro mujeres habitando una casona semiderruida, llevando presas fáciles para calmar su apetito voraz y su eternidad angustiosa y angustiante. De esto va el mediometraje de Paulo Pécora que filma en un  blanco y negro desgastado, con esas marcas que portan los films mudos del comienzo del cine, arruinados por los químicos de la película que los registró. Sólo sonidos ambiente y algún diálogo es lo que lo aleja del mudo pero la estética, la puesta, la iluminación, el ritmo y las actuaciones lo ubican en ese universo. Entre el silente y el expresionismo alemán (algún homenaje se cuela por allí: M, el vampiro negro o Drácula), lejos de cualquier romanticismo neogótico o de la mirada posmo, para terminar acabando en un gore caótico. Una fábula no apta para pequeños, a la que igualmente no le hubiese venido nada mal un poco más de desarrollo en su contenido. Javier Luzi


Leones, de Jazmín López / 4 puntos


leonesYa estoy un poco cansado de tener que limitarme con muchos films argentinos a elogiar su excelencia técnica, porque no puedo encontrar nada laudable desde lo narrativo, la configuración de universos, la creación de personajes y la interpelación a un público. Otra vez me sucede con este film, ópera prima de López, nuevo ejemplo de la sobrevaloración de la que gozan ciertas obras nacionales en el ámbito crítico de nuestro país y el resto del mundo (la película fue presentada en el Festival de Venecia). No alcanza con una buena banda sonora, el estupendo manejo de la steadycam o ciertos giros sobre el final de la trama que pretenden resignificar lo visto durante casi todo el metraje, cuando todo lo que hay detrás es una cáscara vacía con guiños de estilo al cine de Gus Van Sant o Lisandro Alonso, o alusiones a Alfonsina Storni. Y menos que menos referencias explícitas con diálogos como el siguiente: “hay algo que nos está mareando”, a lo que se responde “sí, el Diablo probablemente”. Ajá, qué bárbaro, citaste a Bresson. Pero resulta que Bresson es mucho más que rostros pétreos y paisajes desolados. La intelectualidad vacua está matando al cine argentino. Rodrigo Seijas


Like you know it all, de Hong Sang-soo / 6 puntos


all knowEl director reitera aquí lo que ya había hecho con Woman on the beach, vista en Mar del Plata: luego de una primera parte donde prima la ligereza y las situaciones cómicas, se enreda demasiado con conflictos amorosos, existenciales, donde el doble y la repetición como forma de descubrir reincidencias relegan a la comicidad a un lugar menor. Cuando Sang-soo se dé cuenta que lo que mejor le sale es la comedia, y que ciertas pretensiones filosóficas pueden quedar a un lado, estaremos ante una gran película suya. De más está decir que sigue siendo uno de los mejores directores para filmar diálogos y también aquí almuerzos y borracheras. Mex Faliero


Los ilusos, de Jonás Trueba / 7 puntos


La nouvelle vague entra de lleno en el cine español contemporáneo de la mano de Trueba y su segunda película. Filmada en un bellísimo blanco y negro, la historia de León -un joven director de cine, que busca sin mucha premura qué filmar- y los cruces con el mundo del cine (sus colegas, actrices y actores, periodistas, críticos) se desarrollan, primero, como una película en formación, a la deriva de lo que viene y construyéndose en ese vaivén hasta que la comedia romántica se apodera de la forma y encauza los objetivos. Pero siempre evidenciando el artificio (claquetas, micrófonos, continuación de la toma después del corte, voces trabajadas por sobre la imagen), mostrando la construcción artística y aún así logrando que la empatía del espectador se trague la pildorita de la ficción y se emocione. Bellas escenas (la del primer beso en el callejón, la lectura en la cama de la contratapa de un libro, la canción en vivo en una fiesta en el departamento, la primera despedida en la boca del metro, la salida al cine) van acumulándose y recuperando la memoria cinemática de cada espectador. Pero sin nostalgia aguachenta ni melancólica añoranza sino con la chispeante fuerza de la pulsión de vida y del humor que no deja de colarse a cada instante (lo de Javier Rebollo y el encuentro con el novel actor es desopilante). Alusiones, citas, homenajes cinematográficos, más los aportes literarios y musicales de una juventud que elige vivir, se amalgaman para constituir una cinta que, apoyándose en el pasado, mira al futuro con alguna esperanza racional. Javier Luzi


Los salvajes, Alejandro Fadel / 4 puntos


los salvajesunoEl film comienza con la huida de un internado de cinco jóvenes, en un inicio tenso, ágil y atrapante. Pero cuando todo estaba servido para una película de género sobre un escape en un paisaje salvaje, el director opta por inspirarse en una mixtura de las obras de Lucrecia Martel, Lisandro Alonso e incluso Leonardo Favio, pero indudablemente sin la misma pericia narrativa. Todo va decantando en una combinación indigesta de citas a las tragedias griegas, postulados religiosos y realismo mágico. Los personajes nunca alcanzan vida propia y son sometidos permanentemente a los designios de un guión cuanto menos arbitrario. Sumémosle a eso que de los 130 minutos, hay por lo menos 40 de más, y tenemos cartón lleno. Eso sí, al igual que en otros ejemplos de la cinematografía de la FUC, los rubros técnicos están impecables, aunque no se sabe bien en función de qué. Una oportunidad totalmente desperdiciada, que obliga a pensar que el miedo a lo genérico está matando a ciertos sectores del cine argentino más joven. Rodrigo Seijas


Moon man, de Stephan Schesch / 7 puntos


Con un ritmo pausado pero fluido transcurre esta adaptación del cuento de 1966 de Tomi Ungerer, ganador del Premio Hans Christian Andersen, centrado en el hombre de la Luna, quien se sube a un cometa y termina aterrizando en la Tierra, donde es perseguido por el Presidente de todo el planeta (un tipo tan siniestro como patético) y ayudado por, obviamente, todos los niños, quienes lo necesitan en el lugar donde estuvo siempre, porque es como su punto de referencia. El film posee un estilo claramente dirigido hacia el público infantil, pero se permite reflexionar con gran madurez sobre el poder de las representaciones, los discursos, los mitos y las fantasías. Y esto lo consigue porque en primera instancia hay una preocupación substancial por lo que se está contando, por la sensibilidad del horizonte de espectador. Una película chiquita, pero dulce y esperanzadora, sin bajadas de línea obvias. Rodrigo Seijas


O som ao redor, Kleber Mendonca Filho / 7 puntos


somo roedorParticular film brasileño presente en la Competencia Internacional, situado en el exclusivo barrio de Setúbal en la ciudad de Recife, donde se va pintando un retrato coral que va desde lo cotidiano hasta la creación de atmósferas que lindan con el género del terror. La construcción de las tensiones de clases está edificada sin prisa pero sin pausa, con personajes que se cruzan en un aparente juego de casualidades que luego se develan como causalidades. Hay un cuidadoso trabajo en la puesta en escena, los encuadres (que van desde la amplitud del plano general hasta los planos detalles más asfixiantes) y el sonido. Y el film, coherente con el coqueteo entre extremos que propone, pasa de secuencias bastante lindantes con el humor a otras donde se va anunciando una tragedia. El final, bastante abrupto, resume esa vocación un tanto arbitraria del relato por ser una tesis sobre las diferencias sociales en Brasil. Rodrigo Seijas


Outrage beyond, de Takeshi Kitano / 6 puntos


A Kitano le había perdido un poco el rastro luego de Takeshis´, donde me parecía que nunca conseguía salir por completo de la autoindulgencia, y lo termino retomando aquí, con esta secuela de Outrage (la cual no vi, debo aclarar), que me parece que nunca consigue salir de lo que ya se vio en grandes films suyos como Violent cop, Boiling point, Sonatine o Hermano. No es que Kitano no narre con eficacia, que no siga impactando con su construcción de los niveles de tensión, sus dosis de violencia repentina o su cruda visión sobre los vínculos entre los yakuzas y la policía. Pero sí es cierto que no alcanza a reinventarse o sorprender realmente, y uno empieza a extrañar el riesgo y la poesía que aportó en films como Flores de fuego, El verano de Kikujiro, Dolls o Zatoichi. Rodrigo Seijas


P3nd3jo5, de Raúl Perrono / 5 puntos


pendejoNunca fui un fanático de Perrone, al cual veo como una versión tamaño BAFICI de Takashi Miike: hace como tres o cuatro películas por año, es bastante irregular, de vez en cuando entrega algo interesante, pero se ha creado un aura casi de intocable. De hecho, creo que los críticos sólo le pegaron duro con Peluca y Marisita, y me parece que fue más por haber puesto a Iván Noble como protagonista que por otra cosa más relevante. Y aunque es cierto que este es su film más ambicioso, con una apuesta sustancial por lo operístico, la multiplicidad de sonidos en todos los niveles y varias capas narrativas, lo que termina quedando es como un resumen de toda la filmografía del director, en una suma de elementos que termina restando. Perrone supo construir una filmografía identificada con Ituzaingó como lugar emblemático, que funciona además como soporte para una visión sobre el mundo. Pero esa visión está dejando de ser una mirada sobre el cine y el universo, para convertirse en una mera pose. Rodrigo Seijas


Plaga Zombie: Zona Mutante: Revolución Tóxica, de Hernán Sáez y Pablo Parés / 8 puntos


En la primera escena hay un homenaje doble, por un lado la estética de The Warriors (1979) y por otro la aparición de varios directores de género en Argentina que le dieron aire al cine nacional (Daniel de la Vega, Adrián García Bobliano, entre otros) personificando a una pandilla que luego de ver un noticiero es atacada por una horda de zombies. Inmediatamente saltamos a la última escena de Plaga Zombie 2 que nos devuelve a la historia, ya en el primer gag logran dar justificación al cambio de aspecto físico de uno de los personajes John West (el multifacético Berta Muñiz). De ahí en más la película no da respiro, los tres personajes (Bill, John y Max), intentarán salvar al mundo de la invasión alienígena/zombie. Los tres tendrán historias paralelas: las que sobresalen son Max Giggs (Hernán Sáez) su historia filial con un zombie al que educa, denominado Zombie de Troya (Paulo Soria) y la de John West, su camino para reencontrarse con sus puños de acero (la escena del gimnasio de box es muy buena). Farsa llegó a la madurez cinematográfica, aunque siempre se los relaciona con lo bizarro. Acá demuestran que están capacitados para varios géneros, entre ellos el musical. La película tiene un timing de comedia envidiable para el cine argentino (Saez y Soria, en la escena del proceso de educación del zombie), las escenas de acción son impresionantes (la estampida de zombies que los ataca) y las actuaciones son muy buenas. En varios pasajes de la película el público se mantuvo expectante y no se reían ante cualquier situación (muy típico de las funciones de medianoche) porque la historia atrapa desde lo argumental/visual. Gabriel Piquet


Post Tenebras Lux, de Carlos Reygadas / 6 puntos


post tenebrasSe me ocurre que, aún si Reygadas pensara que su intención es llegar a un público masivo, existen motivos como esta película para pensar lo contrario. Si en Japón o Batalla en el cielo, relatos más “convencionales” que este film, la cuestión parecía naufragar entre el shock y el autodescubrimiento, lo que hay aquí es disrupción, carga simbólica y, ante todo, sufrimiento. El director entiende que en la linealidad no parece haber nada interesante desde lo narrativo, razón por la cual se trata de un mosaico con historias paralelas que no son corales porque algunas aparecen inconexas o no tienen ningún tipo de desarrollo, salvo para referenciar algún hecho que en el procesamiento final (y no en la película) sólo da a entender una dirección o una sospecha, antes que el sentido. Luego está el riesgo estético, sobre todo en cierta secuencia de auto-decapitación que, a pesar de su dramatismo, encierra un costado humorístico casi involuntario. Las historias que entreteje y la tesis que se presume que se sostiene en la violencia de la lucha de clases en México no quitan que el film se haga extenso y derivativo por momentos, perdido en búsquedas inaplicables que no cuentan con un aporte emotivo que llegue al espectador. Visualmente por momentos enigmático, con el uso de lentes que distorsionan los bordes (salvo en la confesión final de Juan) y largos planos secuencia como el de la introducción (que logra tener una carga onírica), Post Tenebras Lux -algo así como la “luz después de la oscuridad” en latín- es un film que en sus fragmentos contiene ideas que en su conjunto no alcanzan a conectarse con la totalidad de la película, sin ser esto un impedimento para apreciar momentos como la secuencia en el sauna o el violento asalto. Cristian Ariel Mangini


Ricardo Bär, de Nele Wohlatz y Gerardo Naumann / 5 puntos


ricardo barrUno podría remitirse a lo dicho por la sinopsis del festival, y hablar sobre cómo este film expone las dificultades para filmar, los enigmas que se plantean a la hora de realizar un documental, la cuestión de cómo a veces el que se observa no quiere ser observado. Pero lo cierto es que es uno como espectador debería poner mucho de eso ahí, porque esta película transmite poco y nada. La historia del joven que da título al film, un evangelista de Colonia Aurora, Misiones, que se prepara para ser pastor, nunca contagia de verdad. Lo que queda es la certeza de que documentar puede en muchos casos asemejarse a narrar algo, y se necesita de un talento especial para la narración, que aquí no se exhibe. Rodrigo Seijas


Rodencia y el diente de la princesa, de David Bisbano / 5 puntos


Es medio difícil justificar el premio del público en la sección del BAFICITO para este filme, coproducción entre Argentina y Perú, que es apenas correcto tanto en su narrativa como en su desarrollo estético. La película tiene indudablemente buenas intenciones y le preocupa contar adecuadamente su historia plagada de ratones magos, hechizos y princesas. Pero casi nunca alcanza a hilvanar un mundo propio, con personajes verdaderamente atrayentes. Lo que queda son sólo algunos personajes atractivos y ciertos momentos donde el relato parece despegar de lo previsible. Una obra menor en comparación a compañeras de selección como Moon man o Jelly T. Rodrigo Seijas


Romance Joe, de Lee Kwang-kuk / 8 puntos


No es casualidad que este joven director haya trabajado con Hong Sang-Soo (Hahaha, Un cuento de cine) puesto que comparte similares inquietudes formales y temáticas: el gusto por la narración breve y el minimalismo de la puesta en escena para hablar de tópicos ambiciosos: el bloqueo creativo, el suicidio y los amores desencontrados. No obstante, esta película se sostiene por sí sola, con sus propios méritos. Kwang-kuk se toma el tiempo necesario para que los diálogos fluyan y las diferentes historias incluidas no caigan al vacío y se ensamblen perfectamente. El punto de partida está dado por la falta de ideas de un personaje que encarna a un guionista/director y que es presionado por su amigo/productor; los padres van a buscarlo y no lo encuentran. A partir de ahí, los intercambios verbales irán generando diversas anécdotas. Justamente, es la imposibilidad de crear lo que paradójicamente habilitará la abundancia de ideas, por lo que la narración se abre a tramas que se imbrican. Sin golpes de efecto, las criaturas que pueblan este entretejido se potencian a partir del dolor pero desde una mirada siempre tierna. Al mismo tiempo, en un nivel más profundo se establece un ejercicio metanarrativo sobre las posibilidades de contar una historia. Otra ópera prima para no perder de vista y nuevamente en la sección coreana. Guillermo Colantonio


Starlet, de Sean Baker / 5 puntos


starlet miniLa película de Baker no supera la medianía principalmente porque resigna su aspecto más interesante, la relación íntima entre dos personajes de diferentes generaciones, para sumar una serie de recursos simplones y trillados, consagrados a dos o tres momentos argumentales que son innecesarios. Una joven blonda muy bonita e independiente vive con una parejita a la que le alquila una habitación; allí transcurren sus días entre videojuegos, drogas y con un perrito adorable para la platea. El director nos introduce en ese ámbito con cámara en mano, encuadres incómodos, mucha luz y cortes continuos. Minutos más tarde, recurre al famoso artilugio de personaje que encuentra dinero para forzar la relación con una anciana solitaria a la que la joven se le adosará, para buscar afecto y para no cargar con el peso de la conciencia por haber hallado dinero en un jarrón. Ahora bien, comienzan a abrirse aristas y la historia pretende sostenerse desde diferentes lados: el progreso del vínculo entre las mujeres, el trabajo como actriz porno, la conflictiva pareja, el tema de qué hacer con el dinero, el perrito que se pierde, etcétera. Lo que podría haberse potenciado, el costado más profundo de la película, deriva en algo absolutamente convencional. No es que el film se desbarranque pero da la sensación de que el director no confía en ir a fondo en lo que mejor le sale y acuden los típicos clisés dramáticos. Visualmente no se ofrece demasiado; hay momentos donde cierto registro realista se sostiene con garra, pero no parece suficiente. Guillermo Colantonio


Tabula rasa, de Jonathan Perel / 7 puntos


En la filmografía de Perel ya puede intuirse una forma permanente de procedimiento: hay indudablemente una opinión, un pensamiento sobre lo que se está observando, pero la composición de los planos (que derivan incluso en una narración) apuntan a abrir el debate en vez de cerrarlo, yendo en contraposición a buena parte del cine argentino cuando explora hechos o cuestiones del pasado más doloroso. Los largos planos de 17 monumentos ya proponían esto, y en su más reciente film ocurre lo mismo. El realizador continúa poniendo sobre la mesa preguntas incómodas sobre la memoria en relación al espacio, porque en casos como el de la ESMA el espacio termina inevitablemente remitiendo al tiempo. De ahí que la aparentemente simple cuestión de la demolición de una parte del predio obligue al espectador a notar lo que antes estaba invisible o naturalizado para sus ojos. Dicen que la memoria también puede ser una forma de olvido, y el film de Perel parece decirnos precisamente eso. Rodrigo Seijas


Tanta agua, de Ana Guevara y Leticia Jorge / 6 puntos


anta aguaUn padre separado quiere compartir un tiempo de vacaciones con sus hijos (una adolescente y un niño) y se los lleva a un complejo turístico de cabañas en Salto. La lluvia que no cesa los mantiene encerrados tratando de sobrellevar las horas lo mejor posible. Pero al padre se le nota el esfuerzo en todo: en querer ser amable y amigo, en querer ser la autoridad, en querer sentirse aún en carrera como hombre y a la joven -que conoce a un chico que cree interesado en ella (primer amor y primera decepción, todo en un solo paquete)-, también se le notan las ansias de ser mayor y libre. Esta opera prima uruguaya nos acerca una mirada sobre lo que vendrá y lo que se fue en pugna, los conflictos entre padres e hijos, el tránsito de la niñez a la juventud, enamoramientos como destellos y heridas de amor que hacen crecer, concentrándose en una historia pequeña pero reconocible, contada clásicamente, con los tiempos y los detalles que ya son marca del cine oriental. Puede que no haya originalidad pero hay frescura, personajes bien construidos, buenas actuaciones y una acertada puesta en escena. Javier Luzi


Tchoupitoulas, de Bill y Turner Ross / 7 puntos


Los realizadores de este documental toman una decisión tan simple como acertada: como se centran en los tres hermanos Zanders, quienes recorren ese universo tan contradictorio como apasionante que el barrio francés de Nueva Orleans, mantienen la mirada de la cámara a la misma altura que los ojos de los protagonistas. De ahí que las calles, los edificios, la música, los bares parezcan lugares inabarcables pero listos para ser explorados. Un film que desde la mirada infantil resuena políticamente, por toda la historia pasada y presente de la ciudad, con su legado cultural que permanece a pesar de las catástrofes. Rodrigo Seijas


The ABCs of death, de varios directores / 7 puntos


La premisa es la siguiente, a 26 directores de todo el mundo -en su mayoría relacionados con el cine de terror o fantástico- les toca una letra del abecedario que les servirá como disparador para contar una breve historia relacionada siempre con la muerte. Como pasa muchas veces en este tipo de propuestas, el nivel varía de acuerdo a la historia contada. Hay segmentos o cortometrajes -como prefieran llamarlos- que funcionan y otros que son meras anécdotas. Los trabajos se pasean por el terror con más o menos cantidad de sangre (el argentino Adrián García Bogliano y el francés Xavier Gens entrarían en esta corriente), la animación en sus variantes de dibujo tradicional y stop motion, el humor negro y el escatológico (el público disfrutó mucho en este rubro de los segmentos del español Nacho Vigalondo, que abre la película y el japonés Noboru Iguchi que vuelve a delirar como en otros trabajos suyos contando una historia de amor en la que los pedos son protagonistas). Algunos trabajos fueron ejercicios visuales como el de la pelea del perro contra un boxeador de Marcel Sarmiento, que está realizada toda en cámara lenta, o el homenaje al giallo que es el segmento de Helene Cattet y Bruno Forzani, continuando con lo demostrado en su largometraje Amer. Los que tienen un nivel más osado o de locura son los asiáticos, los norteamericanos no sorprenden mucho, inclusive uno juega con el humor y resulta obvio desde su propuesta: el segmento de la Q dirigido por Adam Wingard. Como dije antes, despareja pero se puede ver. Gabriel Piquet


The day he arrives, Hong Sang-soo / 4 puntos


arrivesSi esta película puede resultar interesante para ciertas porteñas por su descripción de un hombre -en este caso, coreano- “histérico” en su relación con su ex novia; si, por ser una película del “Rohmer coreano”, la trama narrativa se enriquece a través de la repetición de secuencias con sutiles alteraciones; si abundan las escenas, típicas del maestro, de seducción y de borracheras; infelizmente el efecto euforizante del licor coreano no llega esta vez al espectador. Porque lo que fundamentalmente la diferencia de sus mejores obras –Turning gate, Virgin stripped bare by his bachelors, Woman is the future of man (lo que a veces me cuesta creer cuando escucho a la Reina)- es la falta de humor. Y esto, como todos los sabemos, cuando uno no es borracho, pero presencia una borrachera, es, muy a menudo, fatal. Nicolás Garcette


The town of whales, de Keiko Tsuruoka / 6 puntos


Algo raro y a la vez auspicioso sucede con este film japonés acerca de una joven que va a Tokio con dos amigos para buscar a su hermano, que se fue de su casa hace seis años: podría verse sin subtítulos pero a la vez se entendería todo. Es que esta historia es tan pequeña como universal, y avanza consciente de eso, trabajando con parsimonia y eficacia las tensiones en el trío protagonista, que intuyen que una etapa de su vida está terminando y que otra está por comenzar. La ciudad, en este aspecto, con sus luces avasalladoras y sus edificios gigantescos, seductora y atemorizante a la vez, funciona como símbolo de un mundo que se amplía de repente para los jóvenes. Una película sin una gran originalidad, pero con la coherencia necesaria. Rodrigo Seijas

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