No estás en la home
Funcinema

MAR DEL PLATA 2012: las crónicas fantasma (VI)

Por Daniel Cholakian

Que las cosas vederes que non crederes del Festival sean temprano por la mañana, como ocurrió este jueves en las puertas del Cinema 1, es realmente bochornoso. Los ridículos se ven mejor por la noche. Entre la voluntaria del Festival devenida voluntaria de los dueños de la sala, del vigilante que se siente el justiciero de la patria y los periodistas enojados porque no podían entrar a la función destinada a prensa, emergieron allí una mezcla de espíritu autoritario, desorganización y prioridad de los negocios por sobre todas las cosas.

Lo cierto es que por estos atropellos llevados adelante en nombre del derecho de los que pagan (y especialmente de los que ganan con los que pagan), la sucesión de las películas que el fantasma deseaba ver se alteró por la demora insólita e injustificada, de una pobre película en Competencia Latinoamericana.

Después de Lucía es un film sobre el bullying, comportamiento muy extendido entre los adolescentes, que es la violencia colectiva ejercida arbitrariamente sobre un miembro de un grupo, que llega a altos niveles de violencia. Lo malo no es que la película hable de esto. Ni que revele ciertas prácticas en el mundo de estos adolescentes -particularmente de clase alta en México DF-. Lo malo es que la película es maniquea, arbitraria en el modo que construye los personajes para acomodarlos a las situaciones e inverosímil en muchas escenas clave. Para colmo de males su visión sobre la juventud es profundamente conservadora y moralista. Después de su opera prima, Daniel & Ana, queda claro que Michel Franco es un realizador que construye su obra con historias desarrolladas a trazo grueso y basado un inabarcable conjunto de prejuicios.

Y aunque el fantasma no se cansa, lo cierto es que se aburre. Y para ver si algo podía alterar el ritmo casi rutinario de las películas, apostó a que la sección España alterada pudiera alterar, valga la redundancia, este estado de abulia narrativa.

Perseveranca, la obra de Francesc Font sobre dos hermanos gemelos que viven allí en un bucólico mundo de cuadros, paisajes, Bach y una madre anciana, es una pretensiosa obra cuidada plásticamente, habitada por frases barrocas sobre la pintura y la naturaleza, la presencia musical cuidada y nada para contar. Lo atractivo de estos personajes, estos pintores gemelos que trabajan simultáneamente sobre el mismo cuadro, uno con la mano derecha y otro con la izquierda, no se devela nunca en la película, como tampoco su obra y el modo en que reconstruyen en el trabajo plástico ese mundo que parecen observar. La película revela una carencia de investigación crítica y esa mirada pasiva sobre el mundo de esos hombres, no permite constituir obra alguna, sino solamente aquello que podría ser un trabajo preliminar para una obra posterior.

Antes de retirarse a sus aposentos, el fantasma recomienda -en clara connivencia con nuestro colega David Pafundi – Domestic, la lograda película rumana de Adrián Sitaru, quien a partir de lo cotidiano, de los conflictos y las relaciones amistosas entre vecinos, de la intromisión de la muerte dentro de la vida, de los animales criados y comidos, construye una comedia con una puesta en escena muy lograda de planos dentro de planos fijos y situaciones desopilantes.

Dicho esto se retira. Podría sugerirles que vean El limpiador, la película peruana de Adrián Saba. Pero eso lo deja para otra crónica.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.