En FANCINEMA seguimos fieles a nuestro objetivo de recorrer obras no tan reconocidas de directores celebrados, y esta vez nos metemos con Woody Allen. Y se podrá pensar que es casi imposible encontrar alguna joya olvidada en el repertorio del neoyorquino, siendo un hombre tan citado, pero están equivocados: Amor y muerte: la última noche de Boris Grushenko es no sólo una genial película -tal vez entre las mejores del director-, sino además un film bastante olvidado dentro de su filmografía.
Amor y muerte: la última noche de Boris Grushenko entonces será la propuesta de este domingo 16 a las 21:30 en nuestro ciclo Imágenes paganas, que se puede presenciar en Rondó Bar (Yrigoyen 2575), donde se ve cine mientras se puede comer y tomar algo.
Esta película de Allen de 1975 ocupa un lugar un poco ingrato dentro de su filmografía. Es que luego de este film, llegarían Annie Hall y Manhattan, dos películas de quiebre, que ayudaron a cimentar el prototipo sobre el que Woody, con algunas licencias, viene trabajando desde entonces. Aquí, a través de la historia de un héroe accidental en la Rusia de principios del siglo XIX, Allen desarrolla mucha de sus obsesiones pero aún sin las ataduras del concepto de neurosis que trazó hasta la autoparodia.
Más deudor del humor de la primera etapa del director y también del desorden narrativo de aquellas comedias descontracturadas, este film sin embargo ha quedado sepultado tras otros de aquella época temprana como Robó, huyó y lo pescaron, Bananas o El dormilón.
Se podría decir que en La última noche de Boris Grushenko aparece todo Woody Allen, desde un humor verbal que recuerda constantemente a Groucho Marx hasta el slapstick chaplinesco, pero también sus temas recurrentes como el sexo y la muerte, y las referencias culturales e intelectuales: implícitamente aparecen aquí Dostoievski, La guerra y la paz, Ana Karenina, Los hermanos Karamázov, el cine de Bergman e incluso, desde la banda sonora, Serguéi Prokófiev. Y como siempre en Allen, lo bueno de estas referencias es que aparecen dentro de un film muy poco serio y solemne, una película realmente divertida, llena de esos oliners gloriosos que supo escribir y que guardamos en nuestra memoria. ¿Un ejemplo?: “no quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo”.
Vale la pena, entonces, acercarse el domingo a Rondó Bar. Se recomienda la reserva de la mesa para tener una mejor ubicación: se lo puede hacer al 155-059990.