El primero de los resúmenes sobre el 14° BAFICI, que terminó el domingo pasado, es esta doble mirada femenina sobre algunas decepciones y otras tantas confirmaciones de la programación (tenemos otro resumen, más extenso, que será publicado el sábado). Entre la repetición de algunas fórmulas que evidencian reiteraciones y estancamientos, y un cine nacional documental que se desmarca con algunas revelaciones formales y temáticas, también hay espacio para indignarse con algunos de los premios: especialmente el principal, para Policeman, que no gustó entre los integrantes del staff que la vieron. Otro BAFICI que pasa, otro donde algunos errores se repitieron, pero también donde hemos descubierto, nuevamente, el placer que nos genera el cine.
Por Florencia Pessarini
SIN PENA NI GLORIA. No sé si la mirada reflexiva que puedo aportar sobre esta edición del BAFICI puede llegar a ser integradora y conclusiva. La mía fue más bien una cobertura hecha desde el borde del festival, ignorando un poco los títulos de la competencia y dejándome llevar por el instinto cinéfilo. Sin embargo, gracias nada más que a la casualidad, tuve la suerte (o desgracia) de ver Policeman, ganadora del premio a mejor película. Una pequeña indignación, aunque no tan sorpresiva. Incluso con mi corta edad, las elecciones dudosas de los jurados (todo tipo de jurados, no sólo de este festival) o mi divergencia con sus criterios no es algo que me sorprenda. Y que una película corta y plana, que no logra ninguno de sus objetivos resulte ganadora es una decepción que puedo soportar. Volviendo a los suburbios del festival, a pesar de haberme encontrado con pocas revelaciones, pasé mejores momentos que el año pasado y abandoné el cine sólo una vez el domingo, agotada por la veintena de películas que ya tenía encima. Como siempre, me encontré algunos directores autocomplacientes y de haberme limitado a completar el top five sólo con genialidades, me hubiese sobrado espacio. Pero a pesar de esto, puedo decir que tuve más éxitos que fracasos. Tal vez debido a mí ya no tan alta expectativa hacia el festival o tal vez justamente por mi decisión concienzuda de mantenerme al margen de él.
–Top five (en orden de preferencia): La demora (Rodrigo Plá); Clip (Maja Milos); Michael (Markus Schleinzer); Electrick children (Rebecca Thomas); Green (Sophia Takal).
Por Carolina Soria
UNA MIRADA AL CINE NACIONAL. De lo visto en la Competencia Argentina, lo primero que salta a la vista en la ficción es cierta recurrencia a temáticas asentadas por completo en la cinematografía nacional de los últimos años, como la adolescencia y las historias delimitadas por unas pocas horas. Como si ya no hubiese nada para decir y nada que probar, se elige mostrar desde la contemplación y la nostalgia, a grupos de adolescentes y su modo de interactuar entre ellos y el ambiente que los rodea, sin plantear problemáticas sino centrándose en la anécdota mínima. Podemos rescatar la exhibición de varios films producidos en el interior (principalmente en Córdoba), que a pesar de presentar planteos similares en algunos casos, tienen aspectos rescatables. Lo que resulta llamativo en la mayoría de las películas, es el alejamiento de la ciudad, volviendo la mirada hacia el campo y el interior del país, con cierto afán de aplacar la vorágine de la gran ciudad y rencontrar en la naturaleza -representada como protagonista más de una vez-, el espacio ideal para la revelación y la introspección personal. Con respecto a los documentales, los directores parecieran tener mucho más que contar. Con un predominio de la primera persona y la evidencia constante de la práctica fílmica y su construcción, las historias narradas y el modo de abordarlas fueron celebradas tanto por el público como por la crítica, y así se reflejó en las votaciones y premios.
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