Título original: Underworld: Awakening
Origen: EE.UU.
Director: Måns Mårlind, Björn Stein
Guión: Len Wiseman, John Hlavin, J. Michael Straczynski y Allison Burnett, sobre los personajes de Kevin Grevioux, Len Wiseman y Danny McBride
Reparto: Kate Beckinsale, Stephen Rea, Michael Ealy, Theo James, India Eisley, Sandrine Holt, Charles Dance, Kris Holden-Ried, Jacob Blair
Fotografía: Scott Kevan
Montaje: Jeff McEvoy
Música: Paul Haslinger
Duración: 88 minutos
Año: 2012
4 puntos
Injustificable
Por Matías Gelpi
No hay un solo argumento no comercial que justifique haber hecho esta cuarta parte de Inframundo. Es evidente, ya desde el póster, que es un producto del afán por querer vender el artefacto 3D, llenando las salas de fanáticos que paguen entradas más caras. Su aparición es comparable a la de la cuarta parte de Terminator hace unos años: al menos en el resultado la comparación es válida, pues ambas son intrascendentes, con malos guiones y en ninguna sucede nada que haga avanzar sustancialmente la historia de la saga.
Es cierto, que tras de nueve años desde la aparición de la primera parte de Inframundo y luego de una secuela y una precuela, es difícil encontrar algo realmente interesante que contar. En esta cuarta parte, donde sólo queda Kate Beckinsale de los elencos anteriores, el peso de la historia debería recaer sobre ella. Pero su personaje, la vampira Selene, no evoluciona, al menos en sus acciones, y da la sensación de que hace siglos que está protegiendo a Michael (quien era interpretado por Scott Speedman en la primera y segunda parte de la saga, y era un híbrido entre las razas de vampiros y licántropos súper importante para no sé qué, etcétera), matando lobos, vampiros y humanos por doquier. Entonces no vemos aquí una Selene que vuelve descarnada, o sacada y divertida. Todo lo contrario: sigue teniendo una solemnidad aplastante y está todo el tiempo preocupada, ya no por Michael, sino por una repentina hija.
Esta serie de películas no se permiten reírse de sí mismas (y sí que tienen ridiculeces en su haber como para hacerlo). Esa falta de autoconciencia, y principalmente su incapacidad para la autoparodia, la convierten en un film imbécil, que no agrega nada sino que entorpece algún recuerdo de diversión (si es que alguna vez lo hubo) de las entregas anteriores.
Los directores de esta falacia, Måns Mårlind y Björn Stein, cometen una linda lista de errores, hablando de lo narrativo claro. Mucha gente puede filmar hermosas y potentes escenas pero no todos pueden contar algo, y este es el caso de esta dupla. En principio, pretenden insertarle interés a la trama jugando con el paradero de Michael, un McGuffin soso ya que todo el mundo o al menos los que siguen la saga sabían que Speedman no iba aparecer en este film. Y sí, nadie puede negar la velocidad con que se cuenta todo aquí, pero el ritmo es más bien torpe. Todo está contado a los tumbos y sin verdadera fluidez. La verdad es que Inframundo: el despertar es un rejunte de violentas escenas de acción más o menos logradas. Esto en sí mismo no está mal. Sin embargo, en un film más o menos digno siempre conviene contar algo, y aquí lo que cuentan es una absoluta pavada. A cada paso el guión se encuentra con escollos narrativos que siempre están mal resueltos. Es decir, algunas cosas que merecen una mención mas profunda sencillamente no se explican y las que se explican con detalle, no agregan nada.
En fin, Inframundo: el despertar es una película corta, increíblemente estirada, porque para lo que tenía para decir hubiera alcanzado con un videoclip.
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