La estadounidense Sofia Coppola sedujo este viernes en el Festival de Cine de Venecia con su nueva película, Somewhere, sobre la transformación íntima de un divo de Hollywood.
La directora de cine y guionista estadounidense, que compite junto con otros 23 filmes por el codiciado León de Oro, oscarizada por el guión de Perdidos en Tokio (2003), vuelve a abordar un argumento que maneja con sabiduría: el vacío, la futilidad, la soledad de los que lo tienen todo.
La vida de la estrella de Hollywood Johnny Marco, interpretado por Stephen Dorff, cambia radicalmente con la llegada de la educada y encantadora hija de once años, Cleo, a su habitación en el mítico hotel para celebridades Chateau Marmont de Los Angeles.
“Es evidente que el filme tiene muchas cosas de mi vida, anécdotas e historias que viví, aunque mi padre era muy distinto al protagonista del filme. La escena en un casino en que enseña a la hija a jugar la viví de verdad con mi papá”, confesó la cineasta, hija del renombrado director y productor Francis Ford Coppola.
La película, que fue aplaudida y elogiada durante la proyección a la prensa especializada, narra el recorrido existencial de un divo, que pasa de llevar una vida frívola, a bordo siempre de un Ferrari negro y con cientos de chicas bellas rendidas a su pies, a intentar ser y sentirse padre.
Con pocos diálogos, muchos silencios, un bólido como compañero de vida y un hotel como punto de referencia, el filme de Coppola combina escenas divertidas con sentimientos, buena fotografía y música con situaciones graciosas con la prensa y en los programas de variedades de la televisión.
“Me interesan los momentos de transición y aislamiento de la vida”, explicó Coppola, quien centra de nuevo la acción en un hotel, como en su exitoso filme del 2003. “Ambiento las películas en hoteles porque pasé mucho tiempo en ellos cuando viajaba con mi padre. Me gusta la sensación de no permanencia”, recalcó la directora.
Ayer también se exhibió Happy Few, de Antony Cordier, quien explora el universal tema de la atracción fatal y la vida de pareja. “Es un filme que habla del amor en plural”, dijo el realizador, que cruza a dos parejas de unos treinta a cuarenta años, ni jóvenes ni maduras, que se aman, intercambian compañeros y terminan por confundirse. “Algo que puede ocurrir a todos y en todas las capas sociales”, explicó el director del exitoso filme Duchas frías (2005).
Happy Few, con escenas de sexo que escandalizaron a algunos, es una reflexión sobre las convenciones sexuales, las inseguridades y celos que suscita superar los límites de la propia libertad.
Hoy sábado, Francia volverá a estar presente con Potiche, de François Ozon, con dos leyendas del cine, Catherine Deneuve y Gérard Depardieu. También se exhibirá Post Mortem del chileno Pablo Larraín, único filme latinoamericano seleccionado para la competición oficial.
(Fuente: AFP)