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Funcinema

BAFICI 2010: día 2

Por Rodrigo Seijas

Debido a mis acotados horarios –esta sociedad capitalista donde a uno lo obligan a laburar, caracho digo-, fui a ver lo que me convenía a nivel horario, más que lo que realmente me interesaba. Ese azar tuvo diversos resultados.

Primero vi un documental de origen alemán, David wants to fly sobre un director que, buscando inspiración y tomando como modelo el camino seguido por David Lynch, va adentrándose en la corriente vinculada a la meditación como herramienta para alcanzar la armonía con el universo. El realizador, utilizando la primera persona en el relato, intenta convencernos de que es una historia de descubrimiento, esperanza y posterior desilusión por parte suya con respecto a un movimiento ideológico y espiritual, donde también están presentes miserias y avaricias de todo tipo. Pero la voz en off, la puesta en escena y los discursos políticamente correctos terminan evidenciando todo lo contrario. Esa mirada supuestamente inocente termina siendo menos creíble que Gerard Butler como galán romántico, lo que es decir mucho. Muchachos, si vamos a ser cínicos y jodidos, hay que serlo a fondo, desde el principio. Para eso prefiero a los Coen, que por lo menos lo dejan bien en claro.

Luego me enfrenté con una serie de tres cortos. El primero, La playa, me hizo temer lo peor, es decir, un día de pura pérdida: personajes unidimensionales, una narración que abusa de los tiempos muertos, arbitrariedad, etcétera.

Pero el segundo, El evangelio, fue todo lo contrario: un ejemplo de complejidad a partir de la sencillez –básicamente dos tipos conversando-, donde el abundante diálogo funciona como disparador de múltiples posicionamientos con respecto al amor, las mujeres, el vínculo entre los géneros y las decisiones que tomamos cuando nos asalta el amor, además de cruces de miradas cargados de significado. Una pequeña joyita.

El programa terminó con Mudanza, de Pere Portabella, donde se filma el desalojo de la casa de García Lorca: un ritual, un accionar poco visto y retratado, fascinante a la vez, que duplica su impacto a partir de realizarse en el hogar de una figura de notable impacto socio-cultural. Portabella acierta en ser conciente de lo que está filmando, moviendo apenas la cámara, dejando que la transición de lleno a vacío de los espacios sea la que narre.

En el medio de todo esto, un amigo me pidió que le aconseje qué películas ver mañana a la noche. Ja, como si yo la tuviera clara. Si ya me es bastante difícil con apenas seis o siete estrenos a la semana, imagínense con ciento y pico de pelis proyectada en un solo día. Espero haber acertado, porque sino me agarra la culpa.

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