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Rudo y Cursi

Poco de Rudo y demasiado de Cursi

Por Cristian A. Mangini


5 puntos


Antes de meternos con la película, hay que elogiar la inteligencia de los productores de Cha Cha Cha (Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñarritú) por elegir a esta como su primera película. Dos figuras estelares que obviamente coparon la taquilla mexicana y un actor de reparto carismático como el archiconocido (aquí) Guillermo Francella, una historia con rasgos populares y referencias culturales que quizá en nuestro país nos perdamos –no precisamente el futbol- y el drama familiar como trasfondo, garantizaron el éxito en Latinoamérica (obviamente, particularmente en México) que se necesitará para solventar los otros proyectos, que tienen un tinte más dramático e independiente.

¿Y la película?. Bueno, la comedia dramática de Carlos Cuarón, en su debut como director, tiene algunos problemas y no es por que le falten cosas, sino porque le sobran. Le sobran tantas cosas que algunos gags pierden gracia porque la saturación de diálogos puede llegar a cansar. El contexto futbolístico y el drama de los hermanos por momentos se torna repetitivo a lo largo del desarrollo de la película y le quita intensidad a los momentos en la cancha, tan bien manejados en el climax de la película. Hablando sobre el costado dramático de la película, hay una numerosa cantidad de lugares comunes que son tan superficiales que distan de aportar algo: ya se imaginarán, “lo importante es la familia”; “el dinero corrompe”…cosas así.  Más bien estorban. Algunos se cansaran de escuchar algunas “reflexiones” de la voz en off del personaje de Batuta (Guillermo Francella) en momentos donde las imágenes son más que elocuentes. Y luego, la sobreactuación de Gael García Bernal, particularmente en los momentos en que se empeña en ser cómico y resaltar el acento norteño de México.

Pero la película tiene también algunos puntos positivos. El climax de Rudo y cursi, utilizando la repetición como figura retórica mantiene la tensión y le da algo de aire fresco a la película, en la cual la cancha de futbol aparece pocas veces o esta fuera de campo. Durante ese segmento la pasión y el estadio, con la relación fraternal en oposición y el conflicto del personaje de Batuta en paralelo revitalizan al film, además de mostrar al campo de juego y su folklore en su integridad. Y si lo revitalizan es porque el desarrollo es largo, denso y se dedica a profundizar en cuestiones que no hacen al centro del relato: son una serie de planteos clasistas que demuestran como el ascenso económico de los hermanos los termina corrompiendo o perjudicando a través de mujeres oportunistas, droga o juego (y sí, incluso los vicios se tornan excesivos en algún punto).

El contraste entre los hermanos interpretados por Diego Luna y Gael García Bernal, funciona y es efectivo en la caricatura, pero la cuestión es que cuando la película abandona este matiz caricaturesco no funciona, especialmente porque algunas cuestiones dramáticas (familia, vicios, frustraciones, etcétera) le dan un contrapeso a la comedia que desvirtúa esta faceta. Lo que si funciona en un nivel visual es el remate, sino observen la secuencia de la boda de la hermana de nuestros protagonistas. Y en cuanto al personaje de Francella, realmente se destaca con los artilugios televisivos que aquí ya conocemos, sin embargo, la cuestión está en como los usa: nunca es excesivo y menos artificioso. Sale airoso con sus gestos y expresiones de la misma manera que lo hace Diego Luna en sus mejores momentos ya que su personaje, el “Rudo”, esta mucho más cuidado que el “Cursi” interpretado por Gael García Bernal.

Pero lo que irónicamente le faltó a este debut de Carlos Cuarón tras una larga trayectoria como guionista, son momentos en cancha que realcen ese tono épico que tiene el deporte. El director se empeña tanto en mostrar el trasfondo sentimental y cursi que le quita la rudeza del campo de juego a la película. Esta flaqueza perjudica al film cuando adquiere el tono derivativo que abre un abanico de personajes sin profundidad alguna durante el desarrollo. Sin embargo, entretiene y el climax sale bien, está bueno. Pero uno presiente que en algún lugar se perdió una película que pudo haber sido mejor.

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